Edificar el CTIC, la monumental obra benéfica que entregó esta semana Luis Carlos Sarmiento Angulo, tomó más de diez años de revisar detalle por detalle. Visitó la obra con devoción, analizó cada parte de los planos y detalló cada costo. De todos los momentos que se tejieron para este resultado, el banquero recordó especialmente uno.
Después de visitar numerosos hospitales en distintos países y de maravillarse con todo lo que se podía hacer, llegó el momento de concretar con el arquitecto lo que soñaba. El experto, que había diseñado también el hospital Carlos V de España, le preguntó cuál era la condición esencial para la obra. Y Sarmiento, quien suele tener claro todo lo que quiere, contestó de inmediato: “Que no sea tan feo como todos los hospitales del mundo”.
El magnate recordó entre risas esa anécdota, mientras mostraba orgulloso su Centro de Tratamiento e Investigación sobre Cáncer (CTIC), que entró a operar este viernes. A quienes lo acompañaban, les preguntó si no sentían que en general los edificios de los hospitales solían parecer una cárcel o una corte. Eso era precisamente lo que él no quería.
“El CTIC ha ocupado un lugar especial tanto en mi mente como en mi corazón”, dijo, lleno de emoción, en el lanzamiento la noche del jueves ante un auditorio atiborrado de personalidades del mundo de la salud y de la política. Allí narró la historia de este edificio, que hoy es el más moderno centro de tratamiento para el cáncer en América Latina.
Hace 30 años, Sarmiento desarrolló un proyecto inmobiliario, Villas de Aranjuez, ubicado en Toberín, cerca de la calle 170 entre la carrera Séptima y la autopista. Decidió entonces guardar un lote enorme de más de 30.000 metros cuadrados para construir lo que él denominó “mi legado para Colombia”.
Lo que él quería levantar no era solo un hospital, sino un lugar que “por su propia belleza” fuera un aporte para la ciudad, “un ícono”. Fue así como el edificio se planteó con los cerros orientales como marco y en un diseño que parece una mano tendida, tal y como se lo había imaginado y muy lejos de las formas frías de los hospitales que tanto quiso evitar.
Sarmiento señaló que desde el comienzo pensó este centro con una filosofía: “Un paisaje es fundamental para el ánimo y los deseos de vivir”. En la inauguración contó por qué está convencido de que su obra deberá contribuir a pensar que “la salud se puede procurar en un lugar hermoso”.
Primera fase
El recorrido por el complejo hospitalario es impresionante. Se trata de un área de más de 100.000 metros cuadrados destinados para la atención de pacientes y la investigación. Por ahora, el banquero inauguró la primera fase. Todo está dotado de luz natural y hermosos árboles que se levantan dentro de la infraestructura. Hay espacios enormes no solo para el paciente, sino también para su familia.
Más allá de la tecnología de punta, la mejor del país hasta el momento, lo que más sorprende es cómo cada espacio está hecho para que quien sufre esa penosa enfermedad se sienta bien, no se desconecte del mundo y para que siempre tenga el apoyo de su familia. “Mantener el equilibrio humano es tan importante como eliminar el tumor”, reflexionó Sarmiento.
A diferencia de otros hospitales diseñados para que el acceso sea lo más limitado posible, el CTIC está dispuesto para que el paciente siempre esté con sus seres amados, incluso si padece condiciones críticas. Además, tiene 12 unidades clínicas funcionales, cada una orientada hacia un tipo de especialidad relacionada con el cáncer. Al CTIC puede acceder cualquier colombiano sin importar su plan de salud. El cáncer es una enfermedad inmisericorde.
El banquero contó cómo por estas dolencias mueren al año muchas personas más que las ocasionadas por la devastadora pandemia de la covid-19. En Colombia es la segunda causa de fallecimientos, se detectan 100.000 casos cada año y se estima que 350.000 personas se encuentran ahora en las diferentes etapas de tratamiento.
“Hace años ser diagnosticado con esta enfermedad era casi una sentencia de muerte”, recordó Sarmiento, quien destacó que las tasas de curación y la expectativa de vida aumentaron muchísimo gracias al avance de la ciencia. El banquero contó por qué tiene un compromiso así de grande con esa enfermedad: al contrario de lo que sucedió con la covid, para el cáncer no existe vacuna. Y califica una y otra vez a este centro médico como “su sueño”.
El jueves, Sarmiento llegó a este complejo lleno de ilusión. Aunque ha inaugurado centenares de obras en su vida, esta vez tenía el rostro de quien corta la cinta por primera vez. “Es la obra máxima que hemos podido realizar”, afirmó. A su lado estaban sus seres más queridos, sus hijos y sus nietos. Uno de ellos batalla en este momento contra este mal. La familia no solamente donó la obra, sino que garantizará con sus propios recursos el funcionamiento hasta que llegue a punto de equilibrio y nunca recibirá ganancias por su condición de accionista.
En su discurso, frente al presidente Iván Duque, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, decenas de autoridades y sus más entrañables amigos, Sarmiento dijo: “Este hospital es la respuesta que mi familia y yo hemos querido entregar al país para esta enfermedad. Lo hemos planeado para que se convierta en un templo del saber y para demostrar que los sueños de tener un mundo mejor pueden materializarse con el trabajo y el compromiso de muchos seres humanos”.