La otra posesión fue menos glamurosa. No había alfombra roja ni invitados encorbatados. En esta ceremonia alterna Iván Duque no era de carne y hueso sino un muñeco de más de tres metros de alto, con rodachines y brazos de palo que se pavoneó por la plaza de La Hoja, en Bogotá.Mientras al Palacio de Nariño entraba una larga lista de altos dignatarios y personalidades, en este espacio del centro de la capital se respiraba un ambiente relajado, pero con consignas de resistencia. La atmósfera era muy parecida a las concentraciones que Gustavo Petro convocó durante su campaña presidencia, aunque menos espectacular.La gente, que había sido convocada para la 1 de la tarde, comenzó a llegar a cuenta gotas.  Y era de esperarse: llovía, hacía frío y era festivo. Aún con el clima en contra, la plaza terminó llenándose.  El Duque de yeso, cartón y madera, movido por cuatro personas del colectivo Títeres de la calle,  estaba a la espera de que le impusieran la banda presidencial. Pero antes y sobre la tarima aparecieron los congresistas María José Pizarro, Germán Navas Talero e Iván Cepeda.Primero pasó al micrófono Pizarro. Avisó que después de sus palabras partiría hacía la Plaza de Bolívar para ver con sus ojos la posesión de Duque. Acto seguido, bautizó a la pequeña montonera que estaba en ese momento como la oposición pacífica: banderas amarillas de la UP y rojas del Partido Comunista Colombiano ondeaban solitarias en la primera fila."Vamos a estar cuatro años en todos los escenarios posibles diciéndole a este país que llegó el momento de escribir unas páginas diferentes. Vamos a proteger la vida de los líderes sociales", dijo la representante a la Cámara.Pizarro dejaba que se le acercaran seguidores que querían tomarse una foto con ella, mientras en la plaza las personas se juntaban para aguantar el frío. Pocas palabras también pronunció Navas Talero. El presentador le abrió paso con la descripción de ser “uno de los congresistas que más ha luchado contra la corrupción”. Con su conocido gabán azul y a grito herido, el representante a la Cámara exaltó la participación de quienes, aún en un día festivo, se habían animado a ir para manifestarse.Como si se tratase de la aparición de la banda principal de un concierto, la ovación estalló cuando anunciaron que  Iván Cepeda hablaría ante los asistentes. “Senador Cepeda, nosotros sabemos que usted tiene la verdad”, introdujo Ángela María Robledo, excandidata a la vicepresidencia."Vamos a defender la vida, la paz y la justicia. Porque llegó la hora de que en Colombia se acaben las mafias y el paramilitarismo que en Colombia ha causado tanto daño. Este es el primer paso para convertirnos en el 2022 en el legítimo gobierno de este país", gritó Cepeda, visualizando a Gustavo Petro como el futuro presidente de Colombia.Cepeda aprovechó el micrófono, y una plaza cada vez más llena, para hablar de la indagatoria a la que fue citado Uribe: “vamos a hacer que por primera vez un expresidente vaya a la cárcel por lo que hizo”, sentenció. Sin embargo, dijo que estaba también abierto al diálogo con el gobierno de Duque pero que no se quitaría nunca del frente opositor.Una vez Cepeda dejó el micrófono la Plaza la Hoja ya tenía otra cara. Ya no eran unos pocos animando con coros solitarios en esquinas remotas. Por el suelo azul ya caminaban niños y mascotas en medio de una marea de personas. Pitos y arengas opacaban las conversaciones; y un mapa gigante de Colombia dibujado con flores ya tenía forma desde tierra. En las fronteras de la plaza, cartulinas con nombres de líderes sociales asesinados yacían en el suelo con su fecha de nacimiento y muerte.Poco a poco la manifestación iba cobrando más vida: un grupo de mujeres encendían carbón en una especie de cáliz y caminaron echando humo. Desde lo alto de un apartamento ondeaba la bandera de Colombia. Un joven con una mancha que simulaba ser sangre se tendió sobre el suelo y sobre su cabeza reposaban las banderas con las iniciales UP y UF.Luego llegaron mujeres trans para hacer flotar una bandera con el arcoíris. Los carteles de repente se multiplicaron, tapaban la vista hacia la tarima. La lluvia no logró difuminar la colorida manifestación.Uno de los actos que más llamó la atención estuvo a cargo de seis mujeres, de falda blanca, encapuchadas, con el torso desnudo y un mapa de Colombia dibujado en el seno izquierdo de cada una. En sus espaldas tenían los nombres de víctimas de feminicidios. La plaza estaba llena de personas que en un festivo lluvioso se declararon en resistencia.Y así hasta que se llegó el momento de imponerle a Duque –al otro Duque- la banda presidencial. Ángela María Robledo, en medio de una ovación, señaló hacia el muñeco que se tambaleaba por encima de la multitud. “Llega nuestro compañero, el honorable títere. Y le vamos a poner la banda presidencial al que dice Uribe”, dijo Robledo. Para ese momento la real posesión no comenzaba. Pero en la alterna ya había un presidente simbólico, de papel. “Usted, presidente Duque, tiene la oportunidad de dejar de ser un títere. Y al titiritero le decimos, que vaya a la justicia”, terminó diciendo.