En 1961, por iniciativa del presidente estadounidense Dwight Eisenhower se creó el Programa Mundial de Alimentos (WFP por sus siglas en inglés) para proveer asistencia alimentaria a través de la ONU. Este programa se puso a prueba tras un terremoto en Irán, y a pesar de estar en sus inicios pudo auxiliar a los sobrevivientes, con toneladas de azúcar, trigo y té. Poco a poco se fue consolidando y ahora es una organización que está presente en cada catástrofe natural, guerra, o cada crisis sanitaria. Hoy sigue trabajando por su nuevo reto: Erradicar el hambre en el mundo.

Como la mayor organización humanitaria del mundo que aborda el hambre y promueve la seguridad alimentaria para 100 millones de personas en 88 países, el WFP se fijó como objetivo el hambre cero en el mundo para el 2030.

Esta organización ha utilizado aviones para arrojar alimentos desde el aire, cuando era imposible llegar de otra manera. De hecho son innumerables las poblaciones y países a lo largo y ancho del mundo que a partir de su creación. Durante todos estos años la logística para poder llegar a los lugares más remotos, sin infraestructura, riesgos por los conflictos internos, el cambio climático y las adversidades del tiempo, ha hecho que las personas que trabajan en el programa hayan ideado múltiples medios para lograr el objetivo como es el de mitigar el hambre de las poblaciones más afectadas por las hambrunas.

En la actualidad, una nueva herramienta llegó para apoyar y lograr un mejor cubrimiento de la organización. La georreferenciación, los Sistemas de Información Geográfica se han convertido en la clave para apoyar la logística de WFP. De hecho, en 2020, el Comité Nobel noruego concedió el Premio Nobel de la Paz al WFP por estos esfuerzos.

“No basta con salvar vidas, también tenemos que cambiar vidas. La mayoría de la gente piensa que el WFP sólo lanza ayuda desde aviones en caso de huracán, pero hay otra cara de su misión. En realidad es participativa, y trabajamos con las comunidades para mejorar la nutrición y la seguridad alimentaria”, asegura Lara Prades, directora de la unidad geoespacial de WFP.

Prades y su equipo trabajan con mapas inteligentes que muestran datos casi en tiempo real sobre el clima, las rutas de suministro y el estado de las carreteras. Además de realizar un análisis avanzado para especificar los retos exactos de cada región.

Estas herramientas geográficas ayudan a los planeadores del WFP a entender cuál es la mejor intervención para cada región, incluso teniendo en cuenta las variaciones estacionales o anuales. Se trata de un proceso de datos y descubrimientos, aspecto crucial en regiones como Afganistán, un lugar en el que se calcula que 12,4 millones de personas pasan hambre, y en todo el mundo, pues el WFP pretende acabar con el hambre a nivel mundial en esta década.

En los días y horas previos a una fuerte tormenta o catástrofe meteorológica, los equipos del WFP utilizan los mapas de un sistema de información geográfica (SIG) para determinar rápidamente quién necesitará ayuda, dónde y cómo llegar a ellos. Además de la respuesta de emergencia, aplican el análisis del SIG para detectar los inconvenientes, como las inundaciones y sequías que han degradado las tierras de cultivo o los conflictos que han cerrado las rutas de transporte.

En un día cualquiera, el WFP coordina una media de 5.600 camiones, 50 envíos marítimos, 92 aviones y 650 almacenes en todo el mundo. El personal operativo aprovecha la infraestructura geoespacial para coordinar las entregas de ayuda.

“Elaboramos mapas de referencia con la red de transporte para que el personal de logística pueda planear sus rutas y ver a qué carreteras pueden acceder y con cuáles camiones”, afirma Thierry Crevoisier, responsable del SIG en la sede del WFP en Roma.

Finalmente, las personas de cada país al que sirve el WFP han aceptado la responsabilidad de actualizar la información o aportar datos de fuente abierta, como los mapas de conflictos. Las actualizaciones en directo de los tableros y las aplicaciones permiten a los trabajadores del WFP planear en función de las dificultades y reducir los riesgos cuando prestan ayuda o realizan evaluaciones sobre el terreno.