Romaña, El Paisa y Santrich murieron en su ley: la de los narcos. Imposible pensar que tuvieran otro fin, siempre se burlaron del Estado y su vida la dedicaron por completo al delito. Fueron unos profesionales del mal, al servicio de las macabras Farc que “mutaron” y se llamaron “disidencias” y en este caso “Nueva Marquetalia”. Secuestradores, asesinos, terroristas y narcotraficantes, ese es su legado. Su historia está inundada por la sangre de miles de víctimas que nunca encontraron en ellos verdad, justicia y reparación. Su único consuelo es saber que ya no podrán hacer más daño.

Romaña, El Paisa y Santrich fueron acogidos en el proceso de Santos y las Farc, con todos sus beneficios. De no haberse rearmado, estarían libres, gozando de la impunidad hasta hoy, cinco años después de la firma de los acuerdos y en el Congreso. De hecho, Jesús Santrich alcanzó a posesionarse, aún después de estar pedido en extradición por EE. UU. por narco.

Los tres decidieron rearmarse para dedicarse al narcotráfico, al lado de Iván Márquez, el exjefe negociador de las Farc en La Habana. Para ello, se escondieron en Venezuela, bajo la protección del régimen de Maduro. Pero, “el que a hierro mata a hierro muere”, dice el refrán, con origen en los escritos bíblicos. Sí, todos fueron ultimados en circunstancias similares, en el vecino país, en medio de fuertes y fulminantes emboscadas, al terminar enfrentados con otras bandas de narcotraficantes que pusieron en marcha un plan para exterminarlos, en medio de ajustes de cuentas de cocaína.

El temible Romaña (Henry Castellanos), quien velaba por la seguridad de Iván Márquez en Venezuela, era un hombre desalmado, el cerebro de las pescas milagrosas. Esos secuestros extorsivos y masivos que sorprendían a los viajeros, especialmente, en la vía Bogota-Villavicencio. Fue comandante del bloque 53 de las Farc y estuvo en el bloque oriental con el que protagonizó la espantosa toma de Mitú.

El Paisa era un asesino histórico en las Farc y donde ponía el ojo, había tragedia, como ocurrió con la bomba de El Nogal o el secuestro en el edificio de Miraflores en Neiva. Era el comandante de la sanguinaria columna móvil Teófilo Forero. Desde Venezuela planeaba nuevos ataques en Bogotá y era el encargado de mover explosivos para la organización criminal. Si adiestramiento al ingresar a las Farc corrió por cuenta de Tirofijo.

Por su parte, Jesús Santrich fue un narco cínico que, según una corte de EE. UU., traqueteaba, aún habiéndose acogido a los acuerdos con Juan Manuel Santos. Sus nexos con los carteles mexicanos de la droga lo pusieron en serios problemas y lo llevaron a prisión. Aunque pronto, con la ayuda y la presión de algunos políticos, terminó libre y fugándose a Venezuela con Márquez. Desde ese país, se dedicó a amenazar incluso al presidente Iván Duque y a periodistas, hasta que le llegó su memento mori. Cayó a manos de un comando enemigo armado, que atacó la camioneta en la que se transportaba con bombas y armamento pesado, dejándolo tirado en el camino.

Hoy Iván Márquez, el jefe de la banda, está acorralado en Venezuela, “víctima” de su propio invento. Las informaciones de inteligencia confirman que anda errante, desconfiado y nervioso, porque sabe que quienes dieron muerte a Romaña, El Paisa y Santrich, también lo están buscando. Una salida para conservar su vida sería entregarse a la justicia colombiana para responder por todos sus delitos de lesa humanidad. Su destino sería la extradición a EE. UU., donde su sobrino Marlon Marín lo delató. El otro camino es seguir huyendo con la muerte a sus espaldas. Márquez está solo y su organización criminal se está desmoronando.

Finalmente, vale la pena exaltar la labor y el sacrificio, durante décadas, de las mujeres y hombres de la fuerza pública que durante años se han sacrificado persiguiendo a estos bandidos. Sin duda fueron más los ataques que evitaron que los que lamentablemente, de manera traicionera, pudieron cometer. “Romaña y El Paisa están fuera de circulación”, confirmó el presidente Iván Duque, quien unos meses antes también había confirmado la muerte de Santrich, en entrevista con SEMANA.

Iván Márquez, entréguese.