Aunque era una niña (tenía 12 años) Katy Fuentes recuerda hoy, 22 años después, muy bien lo que pasó el 14 de enero de 1990. Ese día, su papá desapareció. Wilson Uberto Fuentes fue uno de los 43 campesinos que fueron sacados del corregimiento de Pueblo Bello (Turbo, Antioquia) por 'los Tangueros', un grupo de paramilitares al mando de Fidel Castaño. "Mi papá había llegado hacía seis meses al pueblo con el propósito de mejorar la economía de la familia. Yo tenía 12 años, mi hermana 17, las dos vivíamos en Montería con mi mamá, mientras mi papá trabajaba en Pueblo Bello", cuenta Katy. La noche del 14 de enero de 1990 aproximadamente 60 paramilitares del grupo 'los Tangueros', al mando de Fidel Castaño llegaron al corregimiento de Pueblo Bello y por la fuerza llevaron a varios de sus habitantes a la plaza principal. Allí los hicieron acostarse boca abajo. De todos, seleccionaron a 43 campesinos. Se los llevaron amordazados. Nunca más se volvió a saber de ellos. "En esos días estábamos de vacaciones en el colegio, por eso teníamos planeado ir a visitarlo, pero antes de hacerlo recibimos la noticia. Un tío nos llamó para decirnos que a mi papá se lo habían llevado", dice Katy, quien este sábado se reunirá con otras familias en la plaza principal de Pueblo Bello, para recordar a sus seres queridos. Los campesinos fueron llevados a una finca en Córdoba. Allí los interrogaron, los torturaron. "Las acciones de la justicia han sido lentas (...) queremos saber en dónde están, saber qué hicieron con ellos, dónde están sus cuerpos", señala Katy, quien además cuestiona que a la fecha el Estado no haya cumplido con las medidas de reparación ordenadas por la Corte Interamericana en el año 2006. Katy se refiere, entre otros aspectos, a que hasta ahora no se ha dado un tratamiento médico o psicológico así como de seguridad a los familiares de las víctimas, no se ha construido un monumento para recordar los hechos de la masacre y no se ha realizado un pago por daño material e inmaterial a los familiares de los desaparecidos "Este sábado será la primera vez que nos reunamos para conmemorar el hecho, para recordarlos, para mostrar que no los olvidamos y que queremos justicia", señala la mujer. Según se indica en la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos "en la mañana del 15 de enero de 1990 varios familiares de las personas secuestradas se dirigieron a la base militar de San Pedro de Urabá con el fin de obtener información sobre el paradero de los desaparecidos. En la base fueron recibidos por el teniente Fabio Enrique Rincón Pulido, quien les indicó que los camiones que transportaban a las personas retenidas en Pueblo Bello no habían pasado por el retén militar y mencionó que los pobladores de Pueblo Bello 'cambiaron gente por ganado'". Teniendo en cuenta los testimonios aportados por los familiares ante la Corte Interamericana, Rincón se refería a un ganado de Fidel Castaño, que había sido robado por la guerrilla en diciembre de 1989. Según cuentan los familiares, Castaño habría dicho que por cada cabeza de ganado robado se llevaría a una persona. Y se llevó a 43. El cinco de mayo de 1997, la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ), la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (ASFADDES), y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional -CEJIL- denunciaron los hechos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Casi diez años después, el 31 de enero del 2006, laCorte Interamericana sentenció que el Estado violó los derechos a la vida, a la integridad personal y a la libertad personal de las personas desaparecidas; y el derecho a la integridad personal, los derechos a las garantías judiciales y a la protección judicial en perjuicio de los familiares de las víctimas. Así mismo, la Corte ordenó al Estado reparar a los familiares de las víctimas. Durante la jornada de este sábado las familias de los desaparecidos llevarán retratos de ellos con una descripción de lo que más les gustaba hacer. Les rendirán honores recordando cómo eran. La familia de Wilson Uberto Fuentes contará, por ejemplo, que era un aficionado al fútbol, que tenía 43 años, que le gustaba la agricultura y la ganadería, que era un hombre que disfrutaba más que nada estar al lado de su esposa y de sus dos hijas. En marzo del 2009, el entonces ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, realizó un acto público en el que pidió perdón a los familiares de las víctimas en nombre del Estado colombiano y reiteró el compromiso del Gobierno de proteger a todos los colombianos y evitar que se presenten "errores como los que en 1990 permitieron que ocurriera la masacre de Pueblo Bello, en la que perdieron la vida 43 pobladores a manos de paramilitares". Pero no fue suficiente. "Necesitamos que no los olviden. Lo que pasó hace 22 años fue una de los episodios más trágicos que ha vivido el país", advierte Katy.