Los últimos días parecía llevar una vida casi normal. El periodista Mauricio Gómez Escobar, uno de los reporteros investigativos con mayor kilometraje en el país, poco se quejaba. Al contrario, pasaba sus horas leyendo periódicos, escuchando algunas veces radio y observando las noticias en televisión desde su apartamento, ubicado en el norte de Bogotá. Seguramente, creen sus más cercanos amigos, se proyectaba informando los sucesos recientes que sacudían a Colombia.

Físicamente, Gómez aparentaba ser un roble: un hombre fuerte, lúcido, que hablaba de política, arte y sus viajes por el mundo. Pero su salud no atravesaba un buen momento. 

A comienzos de mayo de 2021, al intrépido reportero le diagnosticaron un tumor cerebral maligno, que tuvo que ser operado con urgencia. El 20 de ese mismo mes, fue sometido a una cirugía de alto riesgo en una clínica de Bogotá, de la que salió victorioso.

Gómez pasó por un proceso de radioterapia y quimioterapia, que, según sus amigos cercanos, no le causaron mayores problemas, excepto algunos malestares y un cansancio ocasional en el cuerpo. Pero el cáncer, que se pensaba había desaparecido desde el año anterior, le jugó mal hace tres meses. El tumor creció y debió ser operado nuevamente.

En su segunda cirugía en la clínica Santa Fe, Gómez –quien había desistido de las corbatas que lució en la década de los ochenta para vestir jeans y camisetas de algodón, que lo hacían ver como un hombre más tranquilo– demostró la misma tenacidad que tuvo para denunciar la corrupción en sus crónicas de televisión: siguió de pie, aferrado a la vida y con una valentía admirable, la misma que demostró el 26 de marzo pasado, cuando decidió celebrar sus 73 años.

Ese fue su último encuentro familiar. Invitó a los amigos, parientes y hasta artistas plásticos. Los concentró en su apartamento para festejar la vida. Mauricio Gómez, con una copa de champaña en su mano, habló del país, de las historias de su familia, de su padre, Álvaro Gómez Hurtado. Y claro, de la pintura, el arte que lo arropó mientras estuvo exiliado en 1998, cuando tuvo que abandonar Colombia por amenazas en su contra y se radicó en Estados Unidos y Francia.

Gómez pasó una tarde divertida, pero ninguno de los que estaban allí creía que sería la última vez que se reunirían casi en familia. Ni siquiera Enrique Gómez Martínez, su primo, el candidato presidencial de Salvación Nacional, el partido que fundó su padre, Álvaro Gómez Hurtado.

Ese día –recuerda Gómez Martínez–, Mauricio estaba contento con el papel de Salvación Nacional porque las ideas conservadoras de su padre, el excandidato presidencial, se estaban desempolvando y cobraban vida en esta campaña por la presidencia.

Al final de la tarde, el reportero paseó a los invitados por su apartamento y les mostró su más reciente refugio: el taller de pintura, el lugar donde se escapaba de la realidad del país para desarrollar su arte, que perfeccionó con cursos de dibujo, pintura y escultura durante el exilio.

El jueves pasado, Mauricio Gómez, el investigador que poco daba entrevistas y evitaba las fotografías, sorteó su última quimioterapia, pero no corrió con la misma suerte de las anteriores. Pasó una mala noche y el viernes a las once de la mañana falleció en su apartamento, hasta donde llegaron algunos de sus amigos a despedirlo.

Gómez Escobar, el afamado cronista que se recorría el país en busca de elefantes blancos (obras inconclusas de regalías petroleras), el periodista que iba detrás de las historias buscando otro ángulo y con una mirada diferente, feneció esperando justicia frente al magnicidio de Álvaro Gómez. “¿Quién mató a su padre?”, le preguntó la directora de SEMANA, Vicky Dávila, en abril de 2021, y él, sin asomo de duda, respondió: “Ernesto Samper y Horacio Serpa”.

Mauricio Gómez poco concedía entrevistas, pero salió al ruedo para decirle a Colombia que no creía que las Farc estuvieran detrás del magnicidio y que los excomandantes guerrilleros buscaban hacerles un favor a los verdaderos responsables.

La voz ceremonial de Gómez se escuchó por última vez en Noticias Caracol hasta finales de 2021, la casa periodística que lo albergó desde 2018. Antes publicó sus reportajes en CM&, donde Yamid Amat le permitió recorrer el país en la cacería a los corruptos.

Sin embargo, la historia de Mauricio Gómez viene desde más atrás, cuando trabajó en El Espectador, CNN, Univisión, dirigió El Nuevo Siglo, el Noticiero 24 Horas y otra decena de medios en los que dejó su sello propio. Paz en su tumba.