Semana: ¿A la hora de escribir este libro qué trabas le trajo el hecho de tener tantas referencias previas tanto literarias como cinematográficas sobre la Patagonia?Mempo Giardinelli: Ninguna traba, porque yo escribí este libro desde la libertad más absoluta. Las referencias literarias y cinematográficas sobre la Patagonia aparecen porque, naturalmente, no era mi pretensión ser pionero en el descubrimiento textual de ese territorio impresionante. Y además yo quería rendir un homenaje, en cierto modo, a los verdaderos descubridores como Darwin y otros viajeros de siempre. Pero no eran trabas, como le digo, porque yo sabía que estaba escribiendo un libro que, en todo caso, se planteaba una óptica diferente: un experimento literario en pleno cambio de milenio, que contuviera una multiplicidad textual. Por eso allí hay una novela no convencional y a la vez un libro de viajes no convencional, y hay cuentos, microrrelatos, poemas, textos periodísticos y notas apócrifas, en fin, hay esa necesaria libertad que exige la creación.Semana: ¿Qué le hizo pensar que en un territorio "con una densidad poblacional de apenas 1.88 habitantes por kilómetro cuadrado" le serviría como un buen escenario para un relato de viajes? ¿Pensó en ir a otro lugar?M.G.: Nada me lo hizo pensar previamente. En realidad, todo fue un ir descubriendo. De hecho, cuando con mi amigo Fernando partimos yo no tenía idea de que escribiría un libro. Nosotros salimos como dos muchachos cincuentones que se largan a un viaje aventurero. Eso era todo. Lo que sucedió fue que entre mi casa y Río Gallegos hay como cuatro mil kilómetros de distancia y bueno, en los primeros días que nos llevó ese trayecto a mí se me cambió todo. En el alma, en los ojos, en la sangre y sobre todo en el deseo de escribir. Y como tenía una novela atascada, bueno, me pareció que algo iba a cambiar. Y así empecé... Por supuesto que, como argentino, yo conocía bien la Patagonia y su significado. Había viajado a algunas ciudades a presentar libros o a dar conferencias, pero siempre en avión. Lo que no había hecho era lo impresionante que es recorrer su áspera piel desértica. La magia del viaje estuvo en andar en coche por esos caminos imposibles.Semana: Después de su viaje ¿cómo ve libros tan importantes sobre el tema como el de Bruce Chatwin?M.G.: Como veo los libros que escriben los colegas: con respeto y distancia. De lo contrario uno no podría escribir nada. Yo conocía el libro de Chatwin, por supuesto, como conocía los libros de Christian Kupchik y de Luis Sepúlveda, de Paul Theroux y de tantos más que menciono y reconozco en mi libro. Pero yo no escribo para competir ni para corregir a nadie, muerto o vivo, de modo que no tengo una visión diferente.Semana: En el libro habla mucho de los sueños que usted tiene cada noche, ¿Sus sueños han dado origen a algún libro o cuento suyo?M.G.: Oh, sí, claro, y he hablado y escrito mucho sobre esto. Creo tener la suerte de que sueño mucho y siempre me acuerdo. Y como además duermo siesta todos los días, lo cual es inevitable en el Chaco, donde yo vivo, entonces tengo más de 700 sueños al año... Imagínese lo que esto significa: es un tesoro. Porque más allá de que el noventa por ciento o más de esos sueños sean prescindibles y olvidables en el acto, siempre algunos valen la pena y me incitan a escribir. Mi escritura le debe tanto a mi experiencia onírica como a mi vida en la vigilia. Mis novelas EL CIELO CON LAS MANOS y LUNA CALIENTE tienen su origen en sueños. Muchos capítulos de SANTO OFICIO DE LA MEMORIA también. Y ni le digo de un montón de cuentos que, también, nacieron durante el sueño para forzarme a que los escribiera al despertar.Semana: Da la impresión de que aparte del relato del viaje ¿hay una intención de hacer unas memorias literarias?M.G.: No, o por lo menos no conscientemente. Lo que hubo durante la escritura de este libro fue una intención reflexiva sobre el arte de la novela, una reflexión sobre cómo se escribe una novela. Pero memoria literaria no. No creo ser ni tan viejo ni tan importante como para ponerme a escribir mis memorias. Que de hecho existen en miles de apuntes que tengo por ahí, diarios y toda una hojarasca todavía inmanejable. Pero quién sabe qué haré con todo eso algún día. Por ahora tengo mucho que escribir: artículos, cuentos, novelas y demás textos que sigo soñando.Semana: De las historias o personajes que encontró durante el recorrido ¿Cuál le impactó especialmente?M.G.: Quizá la maestra de Península de Valdez, que es una heroína de nuestro tiempo y de mi país. Quizá el solitario de Tres Picos, quizá el hombre que encontré en Puerto San Julián y que volvía luego de 45 años en Europa... O la mujer de esa hostería en el fin del mundo que cocina tortillas memorables...No lo sé, me parece que sería injusto escoger a uno solo. Todos ellos viven, espero, en mi libro y eso quise hacer: dejarlos vivos, homenajear sus luchas, sueños y esperanzas pequeñitas pero tan honestas.Semana: Usted habla de que Clelia y Victorio quedaron "incompletos" en su novela "Imposible equilibrio". ¿Con algunos otros personajes de otros de sus libros piensa que le ha pasado lo mismo?M.G.: Bueno, yo nunca sé lo que pasará con mis personajes. Ellos tienen vida propia y a veces sucede que quieren volver a trabajar. Eso sucedió con estos dos: Clelia y Victorio son los protagonistas de mi novela IMPOSIBLE EQUILIBRIO, que se publicó en 1995. Y de pronto aparecieron en este nuevo libro pidiendo trabajo. Y se lo ganaron, me parece a mí. Y ahora no sé qué sucedería, de pronto otros personajes de otras novelas o cuentos pueden volver a protagonizar nuevos textos. O no. Quién sabe.Semana: ¿No cambia el Ford Fiesta por nada?M.G.:Todavía lo tengo y lo cambiaré cuando tenga dinero para comprar un coche más nuevo. Pero preferiría no mencionar la marca, porque involuntariamente les he hecho una enorme propaganda gratuita. Y no me parece justo.