Luego de 24 años de frecuentar los pasillos del Congreso, el representante a la Cámara, Germán Navas Talero, del Polo Democrático, decidió dar un paso al costado: no volverá a aspirar al Legislativo.
Su tono irreverente y muchas veces sin filtro le costaron varias críticas desde distintos sectores, incluso, desde la misma izquierda que representó. Aún así, siempre se ha caracterizado por hablar sin tapujos, como lo hizo en esta entrevista a SEMANA en la que explicó por qué desistió de volver a aspirar al Congreso.
SEMANA: ¿Por qué no volverá al Legislativo?
Germán Navas [G.N.]: Hay cosas que lo aburren y decepcionan a uno. Cuando entré al Congreso, hace muchos años, entré con la ilusión de que esto se podía mejorar. Pero tanto la capacidad deliberativa del Congreso como su elemento humano están en deterioro.
Yo tuve buenos contradictores, preparados, ahora no. Esto se volvió una oficina donde todos entran arrodillados esperando la limosnita que ha de darles el Ejecutivo, para un puestico, para una prebenda, eso es lo que hay ahí, gente interesada en conseguir prebendas para sí mismos. Y yo como no nací para eso, no nací para pedir puestos, sino para exigir el cumplimiento de derechos, me aburrí, me decepcionó.
SEMANA: ¿Cuántos años duró en la Cámara de Representantes?
G.N.: 24 años. Pero duré más de abogado de pobres, duré 26 años en el servicio jurídico popular, es el trabajo del cual me siento orgulloso, de haber hecho ese servicio para el país. Lo demás es un paso político que un día intenté. Salí, fue muy fácil, no me costó ningún trabajo que la gente me eligiera, la gente me conocía ya.
Les agradezco a mis electores de corazón que hayan votado por mí y espero no haberlos decepcionado nunca, pero es que ya no puedo soportar más lo que está pasando, ver a un Congreso que cuando están maltratando al pueblo, en vez de ponerse de lado del pueblo, se ponen del lado del maltratador.
No me cabe en la cabeza que si se le hace una moción de censura a un ministro por malos manejos, terminan aplaudiéndolo. A una ministra que le piden cuentas de 70.000 millones de pesos que se perdieron, les importa un pepino y la absuelven, eso es vergonzoso, da tristeza, porque es la plata de los colombianos la que se pierde con el consentimiento del Congreso.
SEMANA: ¿Eso quiere decir que se retira de la política o a qué se dedicará ahora?
G.N.: No. Mientras uno tenga uso de razón sabe que es necesario intervenir en la política. Los que se alejan de la política son los que se alejan de la realidad nacional y con su pasividad permiten que los delincuentes lleguen al poder.
SEMANA: ¿Qué proyectos tiene en mente ahora?
G.N.: Uno, es volver al programa de televisión Consultorio Jurídico que se hará nuevamente con la Universidad La Gran Colombia en el canal de la universidad. Seguiré dictando mis clases y en eso voy a ocupar mi tiempo.
SEMANA: ¿Tiene algún recuerdo memorable de su paso por el Congreso?
G.N.: La palabra memorable es de tanta trascendencia que no creo que haya nada que identifique que yo diga que es memorable. Cuando uno consigue que se administre justicia de ciertos hechos y que no queden impunes, eso lo marca a uno. Yo me siento contento de haber hecho ese esfuerzo para que algunas personas no hayan salido incólumes después de haber cometido delitos. Me hubiera gustado más justicia para este país, pero a los colombianos los tiene muy preocupados el fútbol y poco preocupados la política y la justicia.
SEMANA: Usted se quedó todo ese tiempo en la Cámara de Representantes, ¿por qué no dio el salto al Senado?
G.N.: Si usted me dice qué diferencia hay entre un Senado y una Cámara yo se la doy: no hay ninguna diferencia. Yo hago como representante lo mismo que hago como senador. Lo que pasa es que estando como representante de Bogotá estaba en la ciudad que quiero, en la ciudad en la cual nací, donde nacieron mis papás, mis abuelos, toda mi familia es de acá, lo lógico es que me quedara en Bogotá y no me fuera para otra parte.
SEMANA: ¿Qué opina de las nuevas generaciones de políticos que están llegando?
G.N.: Los que llegaron en la última, hace 4 años para acá, no les veo nada de raro. Las mismas mañas, más jóvenes pero con las mismas mañas, porque de esos jóvenes que llegaron sí habrá unos, dos o tres que se destacan, el resto fue lo mismo. No olvide que la Cámara cambió en un 70 por ciento, y mire usted que esa Cámara es igual a la anterior, no hizo nada nuevo.
SEMANA: ¿Está de acuerdo con el cambio generacional o eso no importa?
G.N.: No. Para mí el problema no es generacional, porque ahí hay unos jovencitos que ya están con credencial perdida, no me haga dar nombres, pero usted puede mirar y son gente nuevecita, son jovencitos. No es la edad, es la formación. Es la sociedad colombiana, no le importa ya que las cosas sean malas, les importa es que las cosas sean productivas.
Uno habla con los jóvenes y la obsesión es una profesión que les produzca rentabilidad, pero dentro de ese joven no está cambiar el país, ¿dónde está la oportunidad de que yo me reacomode? Pregúntele a cualquier muchacho, todos quieren la profesión que estudiaron, que les permita vivir con tranquilidad.
SEMANA: ¿Qué le falta a los políticos de ahora que sí tenían las viejas generaciones?
G.N.: Que así fueran corrompidos sabían leer y escribir, por lo menos pasaban la prueba Pisa. Sabían de literatura, historia, filosofía, con los de ahora es muy difícil. Cuando uno usa ciertas expresiones ellos no las entienden y por eso me tocaba a veces casi que hablar con traductor para explicar qué quería decir con mis palabras.
SEMANA: Hablando de jóvenes, el concejal Julián Rodríguez Sastoque, de la Alianza Verde, aseguró que estaba alegre de que usted no vuelva al Congreso, ¿vio lo que le dijo?
G.N.: No vi. De ese sujeto nunca me he ocupado. No conozco a ese sujeto ni tengo ninguna intención de conocerlo. Me han hablado muy mal de él, de su falta de cultura, de su apasionamiento, pero no tengo nada qué decir, eso es todo lo que puedo decir, pero no lo conozco. Me siento honrado de ser Germán Navas y no lo que es él.
SEMANA: Él puso un mensaje en el que le dice que usted es retrógrado, machista, misógino, entre otros calificativos, ¿le quiere decir algo?
G.N.: No. Yo lo único que debo responder es que yo sé leer y escribir, y él quién sabe. Eso es todo. Mientras yo he escrito siete libros, él tal vez ha dicho siete groserías.