Se estima que en el último año aumentó la cifra de colombianos que han buscado la manera de salir del territorio nacional y vivir en otros países con la ilusión de trabajar y ganar dinero. Alrededor de 1.000 personas se suman a la travesía diariamente.

A Jeison lo abrumaban las deudas, el trabajo que consiguió como conductor en Bogotá no le alcanzaba para cubrir los gastos mínimos y atender dignamente a sus hijos. Escuchó que las familias que viajaron por “el hueco” a Estados Unidos estaban solucionando sus problemas financieros y les pagaban unos 6 millones de pesos semanales. Jeison y su esposa quisieron hacer lo mismo, se programaron para viajar con sus dos hijas, de 17 y 11 años. El contacto que los ayudaría a lograr el sueño americano era “el coyote”, como lo llaman.

Lo contactaron en el centro de Bogotá, les cobró 50 millones de pesos por los cuatro. El dinero lo pidieron prestado, pensando que con las ganancias lo devolverían rápidamente. Como si el destino mandara señales, en el primer intento que hicieron el 22 de mayo todo fracasó, los deportaron desde México. Los coyotes les insistieron. Tanto fue así que el 26 del mismo mes viajaron a Cancún, estuvieron dos días como turistas, pero después todo fue incertidumbre.

Jeison Javier Rojas, de 37 años, permaneció desaparecido diez días luego de pisar suelo estadounidense.

Jeison habló con su familia en Colombia el 29 de mayo a las 8:40 de la noche. “Me dijo que los coyotes ya lo habían recogido para llegar a la ciudad de Juárez, en México. Envió una foto y la ubicación. Nos pidió oración, porque todo era muy peligroso”.

Al día siguiente, a las cinco de la mañana, una de las primas de Jeison habló con él, pues la instrucción era que cuando aseguraran el paso a Texas debía pagarle al coyote 18 millones de pesos más, y así lo hicieron. Según relatos de las niñas y la esposa, todos, incluido Jeison, alcanzaron a cruzar la puerta que tiene alambre de púas. Se entregaron a las autoridades de migración en Estados Unidos y los separaron en dos filas. Esa fue la última vez que lo vieron. A ellas las dejaron ir a los pocos días y tomaron rumbo a Florida. Pero de Jeison no daban razón.

El 10 de junio la familia recibió una llamada en la que alertaban que Medicina Legal de Texas reportó el hallazgo de un cuerpo sin vida con las características del colombiano. Les dijeron que no podrían reconocer el cuerpo porque allí mismo lo cremarían“.

La familia del colombiano enfrenta días de angustia debido a que no tiene información veraz de lo que sucedió con su ser querido. | Foto: AFP or licensors

¿Quién nos da la certeza de que realmente es él quien murió así nos entreguen sus pertenencias?”, dicen los familiares, a los que preliminarmente les informaron que, al parecer, pereció ahogado. No logran entender qué sucedió, pues todo indica que pasó después de que Jeison se había entregado a las autoridades estadounidenses. “¿Acaso murió cuando estaba bajo la protección de ellos?”, preguntan sus familiares. El hijo de Jeison ruega por una visa humanitaria para viajar y desenmarañar las versiones que hay sobre la muerte.

SEMANA contactó a la Embajada de Colombia en Estados Unidos y allí aclararon que cualquier colombiano que entre de manera ilegal a ese país puede reportarse en el consulado de cada estado. La única manera de ayudar a la familia de Jeison u otra que se encuentre en un escenario similar es que escriban al consulado directamente y soliciten el apoyo, pues el Estado no podría involucrarse debido a que muchos salen del país argumentado que sus vidas corren peligro en Colombia, a no ser que lo pidan explícitamente. Ese trámite lo tiene que hacer alguien con primer grado de consanguinidad.

En el caso de Jeison, ya le están brindando apoyo a la familia. Eso implica un traductor y ser enlace entre las instituciones para facilitar todos los trámites. En algunos estados no permiten la repatriación de cuerpos, sino de las cenizas, pero, al parecer, en Texas sí es posible repatriar cuerpos dependiendo de algunas circunstancias que son analizadas por los especialistas, como el estado de descomposición del cadáver.

“Cada día que pasa es una tortura sin saber qué fue lo que sucedió. ¿Se trata de un accidente? ¿Alguien lo mató? ¿Por qué no podemos hacer el reconocimiento del cuerpo?”, dicen, evidentemente afectados, los familiares.