Durante la Asamblea General de Accionistas, llevada a cabo este jueves 30 de marzo en Corferias, en Bogotá, el presidente saliente de Ecopetrol, Felipe Bayón, confirmó que los militares fallecidos durante el atentado del ELN con explosivos en el Catatumbo prestaban servicios a la petrolera estatal.

Durante el evento, y previo a su intervención principal, Bayón pidió un minuto de silencio por los seis uniformados fallecidos tras el brutal ataque del grupo armado mientras estaban durmiendo, cometido este 29 de marzo.

“Con el permiso del señor presidente de la Asamblea y a solicitud de muchos de ustedes, señores accionistas, les quiero pedir que hagamos un minuto de silencio por los colombianos asesinados hace poco de un batallón que presta servicios a esta industria. Nueve colombianos que hoy lloran sus familias”, dijo Bayón.

De igual forma, Felipe Bayón, que estará a la cabeza de Ecopetrol hasta este viernes 31 de marzo, expresó “toda la solidaridad” con las familias de los uniformados que formaban parte del Batallón Especial Energético y Vial No. 10, que fue hostigado en zona rural del municipio de El Carmen.

Los seis uniformados muertos cumplían misiones de seguridad en el oleoducto Caño Limón-Coveñas.

Estos son los cañones desde donde el ELN lanzó los explosivos que asesinaron a nueve militares en Catatumbo | Foto: Archivo particular

Los seis soldados asesinados

Los rostros de las víctimas de la masacre y la crueldad del ELN tras el atentado perpetrado este miércoles 29 de marzo, en los límites del departamento de Santander con el departamento de Cesar, son en su mayoría jóvenes soldados nacidos en el Caribe colombiano.

El ataque se registró, según las autoridades, hacia las 3:00 de la madrugada y allí instantáneamente murieron los jóvenes soldados que apenas llevaban meses prestando su servicio a la patria.

Los soldados Jaime Manuel Redondo Uriana, Fabio Epinayu Ipuana y José David Pushaina Epieyu eran oriundos de Manaure, La Guajira; el soldado Herzel José Fernández Bonivento era oriundo de Riohacha, también en el departamento de La Guajira, mientras que Kevin Andrés Acevedo Osorio, era oriundo de San Alberto, Cesar, y Rafael David Fallece Jiménez, nacido en Fundación, Magdalena. Todos entre los 19 y los 23 años de edad.

Los otros soldados muertos en el ataque fueron: el cabo segundo Brayan Alberto Gómez Gamboa, del arma de Artillería, con siete años de servicio, oriundo de Palmira, Valle del Cauca; el cabo tercero Juan Mateo Benavides Bohórquez, del arma de Infantería, oriundo de Bogotá, quien tenía un hijo, y el soldado Jhoan David Gómez Gelvez, oriundo de Bucaramanga, Santander.

Los rostros de los soldados asesinados por el ELN en Norte de Santander, este 29 de marzo en la madrugada | Foto: Ejército.

En el hecho también resultaron heridos el subteniente Carlos Pacheco Pacheco, Álvaro Epieyu Epieyu, Arrieta de Armas, Adolfo Epieyu; Brayan Guerrero López, Gabriel Herrera Orozco, Luis Angarita Muñoz; Joselito Henríquez González y Julio Molina. En donde también hay nativos del Caribe.

Vale precisar que en el sector de Guamalito, históricamente, se han presentado ataques contra el oleoducto Caño Limón-Coveñas, que han causado graves afectaciones al medio ambiente debido al derrame de crudo y afectaciones contra la misma comunidad.

Videos de la masacre

SEMANA tuvo acceso a las primeras imágenes de los hechos y son demoledoras, por su contenido resultan impublicables, pero el país debe conocer la brutalidad con la que esta guerrilla, que supuestamente está negociando la paz, atacó a ese grupo de forma despiadada y en completa incapacidad de defenderse.

Uno de los videos más fuertes fue grabado por uno de los soldados sobrevivientes del ataque quien, con celular en mano, recorre el devastado lugar donde solo se ven cuerpos tirados en el piso y bañados en sangre. Paso a paso entre la maleza ve a cada uno de sus compañeros.

En helicópteros llegaron los soldados heridos a Cúcuta, luego del atroz atentado del ELN al batallón | Foto: Suministrada a SEMANA por red de apoyo ciudadana

En ese momento graba a uno de los soldados que aún está con vida y entre quejas y gritos de moribundo trata de moverse, como si de eso dependiera salvar su existencia. Su cuerpo está boca abajo, sin camiseta y con el pantalón del camuflado puesto; la espalda está desnuda y está bañado en sangre. Mientras se queja trata de lograr la misión imposible de levantar la mirada.

El soldado que graba con la voz entrecortada le da ánimo: “Carroloco, no te vayas, marica, que de esa salimos, no te muevas, no te muevas, no te muevas, quédate quieto, no respires así”. Enseguida viene una imagen desgarradora. Al lado del cuerpo del soldado moribundo, apenas a unos cuatro pasos, hay otro militar, muy joven, su rostro es el de apenas un niño, pero él sí está muerto. La parte de atrás de su cabeza está destrozada.

La muerte de este joven, por la brutalidad de la herida, debió ser en el instante, lo sorprendió dormido, tirado en su catre improvisado, hecho con tela verde militar y amarrado con ramas a su lado al estilo de una camilla.