Carolina Corcho, designada por Gustavo Petro como próxima ministra de Salud, sigue entregando detalles de lo que será su gestión.

La médica psiquiatra, que asistió al retiro programático del Pacto Histórico en Medellín, aseguró que existe un primer borrador del proyecto de reforma a la salud y habló sobre su intención de establecer un impuesto a las bebidas azucaradas.

Durante su ponencia en el evento, Corcho explicó que este impuesto no solo ayuda a mejorar la salud de los colombianos, sino que también colabora con el ambicioso recaudo en impuestos que busca este gobierno.

“Los impuestos a las bebidas azucaradas, además de tener impactos favorables en la salud pública, porque desincentiva el consumo de gaseosas y azúcares, y reduce las enfermedades crónicas no transmisibles, podría ser una opción de recaudo para el sistema de salud colombiano”, dijo la ministra entrante.

Según la nueva funcionaria, la próxima reforma tributaria, prioritaria para la bancada del Pacto Histórico, deberá tener en cuenta los recursos que necesita la salud en Colombia. Todo apunta a que el impuesto a las gaseosas, tés, refrescos, bebidas deportivas y jugos sería la columna vertebral del recaudo para este sector.

Corcho genera polémica con esta nueva propuesta, que en años anteriores fue un tema de amplio y duro debate en el país. Colombia viene discutiendo sobre la conveniencia de este impuesto desde 2016, bajo el Ministerio de Salud de Alejandro Gaviria.

En su momento, el ahora ministro de Educación dijo que no era un “capricho” suyo, sino una medida que se estaba implementando en varios lugares del mundo. Mientas tanto, los gremios económicos calificaron como “populista” la propuesta de establecer un impuesto de 300 pesos por litro.

En esa época, la medida fue recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cual dijo que el impuesto a estos productos podría reducir la prevalencia de enfermedades como obesidad, diabetes tipo 2 y caries dental.

De ahí se dieron varios debates en el Congreso, los cuales terminaron descartando la idea con duros contrastes sobre el real impacto a la salud de dichas bebidas.

El presidente Iván Duque, en su época de senador, fue uno de los responsables de mantener dichos productos libres de impuestos en 2016. Argumentó que, más allá de las bebidas azucaradas, los colombianos sufrían de problemas de sobrepeso y obesidad por el sedentarismo, alto consumo de sal, bajo consumo de frutas y verduras, y un considerable consumo de carbohidratos.

“¿Son las gaseosas las causantes del problema? Claramente no, son apenas el 3 % de las calorías promedio que consume un colombiano. Si miramos el universo de bebidas, son apenas el 11 % de las bebidas que consumen los colombianos diariamente”, expuso Duque.

En julio del 2020, el proyecto para el impuesto a las bebidas azucaradas llegó al Congreso por cuarta vez, proponiendo un 20 % sobre el precio de venta. A pesar del impulso de organizaciones sociales, no prosperó.

En agosto del año pasado, en medio de la discusión de la última reforma tributaria, el Congreso negó por última vez incluir un impuesto a las bebidas azucaradas. Varios senadores se pusieron de acuerdo en proponer una sobretasa que, de forma gradual, llegaría al 25% de las bebidas azucaradas. Sin embargo, como viene ocurriendo, se hundió.

Hasta el momento, cerca de 70 países a nivel mundial han adoptado la recomendación de la OMS, siendo Colombia uno de los únicos en abstenerse a aplicar el impuesto en la región.

Esta vez, con un mejor manejo del Congreso, los sectores alternativos tienen una buena oportunidad para aprobar el impuesto que se lucha desde 2016. Sin embargo, la industria hará su mejor intento para descartar nuevamente la iniciativa, que, tal como ha ocurrido en otros países, disminuiría de forma importante sus ventas.