Un documento de casi 300 páginas reposa en este momento en el escritorio de la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez. Se trata de la compilación del trabajo de más de 300 días de 45 expertos que hicieron parte de la Misión de Sabios. Un conjunto de recomendaciones para seguir una ruta que le apunte a una Colombia diferente. Este grupo de intelectuales construyó detalladamente lo que Colombia debe hacer para cumplir más de una decena de sueños y, en cierto modo, para reinventarse. “Un país de todos los colores, en donde la tecnología se use para el bien, todas las basuras se reciclen o se conviertan en abonos, y la ciencia nos permita descubrir cosas fantásticas”, dice un aparte del texto inicial de esa proclama colectiva.  En el fondo, ese trabajo continúa el que hace 25 años comenzó otro grupo de sabios, en el que participaron Gabriel García Márquez, Fernando Chaparro, Rodolfo Llinás, Marco Palacios, Manuel Elkin Patarroyo, Eduardo Posada, Ángela Restrepo, Carlos Eduardo Vasco y Eduardo Aldana Valdés. En ese momento, el nobel presentó las conclusiones en un documento titulado ‘El país al alcance de los niños’, desde entonces una especie de hoja de ruta de la educación en Colombia. 

En esta oportunidad, el grupo fue más grande. Participaron Rodolfo Llinás, Jorge Reynolds, Alejandro Jadad, Juan Benavides, Juan Manuel Anaya, Eduardo Posada, José Fernando Isaza, Édgar Puentes, Ramiro Osorio, Camila Loboguerrero, Lina Paola Rodríguez, Carlos Jacanamijoy, Andrés Franco, María del Pilar Noriega E., Clemente Forero, Moisés Wasserman Lerner, Carmenza Duque, Ana María Rey, Cristian Samper, entre muchos otros. El extenso informe, que está en manos del Gobierno, detalla aún más esos propósitos, y en 2020 la Casa de Nariño asumirá la tarea de construir la ruta y volverlos realidad. Para llegar a esas conclusiones, hicieron 176 eventos a los que asistieron más de 10.000 personas. La vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, quien articuló desde el Gobierno este trabajo, cuenta que se enfocaron en dos ejes: la educación y la financiación. Y que este ejercicio busca el fin último de permitir el avance de la ciencia y la innovación en tres frentes.  El primero tiene que ver con construir un país que sustente su economía en preservar su biodiversidad. Como explica Silvia Restrepo, vicerrectora de Investigaciones de la Universidad de los Andes y coordinadora entre los sabios de ese eje, propone “que el conocimiento sea el valor de crecimiento del país, y que Colombia pueda dejar de depender de las industrias extractivas y apostarle a una bioeconomía”. 

Como quedó claro en la reciente reunión por el cambio climático realizada en Madrid, la apuesta por frenar este fenómeno está en ascuas en el mundo. Y Colombia, que lideró en el pasado los Objetivos de Desarrollo Sostenible, quiere sostener ese liderazgo. “El desafío consiste en que, en 2030, la bioeconomía represente el 10 por ciento del PIB, y la economía fundamentada en las industrias creativas, el 8 por ciento”, explica la vicepresidenta. 

El segundo punto tiene que ver con la “Colombia productiva y sostenible” que busca transformar la industria manufacturera, agroindustrial y de tecnologías convergentes para que sean neutras en materia de emisión de dióxido de carbono (CO2). Por último, una serie de recomendaciones le apuntan a que el país sea más equitativo. “La idea es perfeccionar la oferta en la educación fundamentada en el desarrollo humano, la equidad y el crecimiento económico y con pertinencia regional”, explica Ramírez. Algunos de los elementos que contiene esa apuesta tienen que ver con diversificar la educación media para que los estudiantes puedan graduarse con algún oficio, y crear centros de innovación para los maestros.

La mayoría de las propuestas de los sabios producen consenso y no despiertan polémicas. Sin embargo, su principal escollo está en lograr financiarlas. Los expertos aseguran que la ciencia y la innovación tienen un rezago de años que necesitan soluciones radicales. Quizás, una de las conclusiones que más llamó la atención fue la necesidad de buscar un incremento del 20 por ciento en este rubro, de modo que pase del 0,25 por ciento del PIB al 1,12. “Tengo la absoluta convicción de que es posible”, señala Ramírez.  El Gobierno comenzó bien al lanzar el informe con el nuevo Ministerio de Ciencia. Sin embargo, no ha estado exento de críticas por cuenta de la poca financiación que este tendrá en un comienzo. Para la líder estudiantil Jennifer Pedraza, este ha sido uno de los lunares de 2019 y será una de las razones para salir a marchar en 2020. La vicepresidenta Ramírez asegura que “era imperativo dar el primer paso”, pero ahora habrá que “robustecerlo” con nuevas fuentes de financiación no necesariamente ligadas al presupuesto nacional.  La tarea de hacerle seguimiento a este informe quedará a cargo de este nuevo ministerio, y el presidente Iván Duque entregará un primer balance a finales de 2020. Los sabios participarán en este seguimiento, en el que harán reuniones periódicas y evaluaciones. El ejercicio también se vinculará al proceso de diálogo social surgido tras el paro.  Por lo pronto, algunos puntos podrían comenzar a concretarse en 2020. Se habla, por ejemplo, de construir una nueva expedición botánica, y de hacer unas misiones emblemáticas que sumen a varios de estos sabios en un trabajo para resolver algunos de los problemas más estructurales. En un momento en que el país sale a la calle y hay un clamor por cambios, los sabios pueden ofrecer algunas respuestas. La proclama de los sabios Centenares de estudiantes les compartieron a los expertos lo que esperan de Colombia. “Los científicos y los niños soñamos cosas parecidas”, dicen. Estos son los puntos que destacaron en el informe.

“Un país en donde todas las niñas y los niños puedan estudiar; en donde podamos tomar agua del río; en donde las personas sean alegres y vivan en paz; un país libre de violencia y en donde se pueda salir de la casa sin miedo; en donde haya convivencia entre las personas y se cuiden los animales, no haya hambre y recibamos bien a los inmigrantes; un país de todos los colores, en donde la tecnología se use para el bien, todas las basuras se reciclen o se conviertan en abonos, y la ciencia nos permita descubrir cosas fantásticas; en donde se respete a los indígenas y a los afrocolombianos, y haya oportunidades para los campesinos y las personas de bajos recursos; en donde todos tengan los mismos derechos, y los colegios no pongan problema para recibir a niños discapacitados; en donde la educación no se sienta como obligación y todos puedan aprender muchas cosas para lograr lo que quieren hacer en su vida; en donde los pobres y los inmigrantes tengan donde dormir; un país en donde se logren hallazgos científicos que le sirvan a todo el mundo; en donde todos nos respetemos y se crea en las ideas de los niños y de los adultos”.