La escena no podía ser más dura. La hermosa Diana Alejandra Rincón Bolaños recibió tres impactos de bala en su cabeza y a quemarropa. Su cuerpo estaba tirado en medio de un cañaduzal en una de las vías que une a Cali con Palmira, en el Valle. La carrera de Diana estaba en ascenso desde hace dos años cuando participó en el concurso de la mejor cola. Luego vendrían apariciones en videos musicales y como modelo de algunas marcas. Pero todo terminó dramáticamente el pasado jueves 11 de junio cuando una llamada la sacó de su casa para asistir a una fiesta con amigos en una finca de Rozo, el corregimiento donde la hallaron muerta entre cañaduzales. Aunque su hermana Dayana Rincón, en una corta conversación con esta revista dijo que Diana no tenía novio, las autoridades creen todo lo contrario y advierten que ese caso podría conectarse con otros crímenes de personas vinculadas al mundo del modelaje, en la capital del Valle. La realidad es que solo este año la industria de la moda, la belleza y el entretenimiento de Cali sufrió duros golpes: la captura de un empresario por supuesto narcotráfico; el asesinato de un fotógrafo; el reciente crimen de Diana Rincón y todo ello sumado a la seguidilla de muertes violentas de otras hermosas modelos en los últimos años. Preocupa además que el fenómeno no es exclusivo del Valle y parece extenderse por otras regiones como Antioquia, donde reconocidas modelos aparecen envueltas en sangrientos episodios ya sea por accidente o porque tienen algún vínculo directo o indirecto con personas relacionadas con el mundo del narcotráfico. Si bien esos casos no son virales, sino más bien aislados, preocupan porque recuerdan las décadas oscuras de la cultura mafiosa que destilaron los carteles de Medellín y Cali, donde además de la violencia impusieron falsos estereotipos de belleza. Las modelos y reinas crecían en un mundo donde se creía que para ascender fácilmente bastaba un novio o amante con una camioneta 4x4. “El fantasma mafioso sigue rondando este gremio y lo triste es que muchas de esas modelos llegan con ideales, pero aquí se corrompen”, explicó un fotógrafo profesional de Cali que pidió omitir su nombre. Esa podría ser la línea de investigación que tomará el caso de la joven Diana. Si bien ella no tiene ninguna tacha, todo parece indicar que un hombre que era su novio sí tiene cuentas pendientes con la Justicia. Esta revista se reserva su identidad para no entorpecer las pesquisas. Es ahí donde ese caso se conectaría con otro crimen que enlutó a la industria del modelaje caleño. Se trata de la muerte del fotógrafo profesional Jorge Cáceres, más conocido como Osama, hallado sin vida el pasado 10 de marzo en la vía Cali-Palmira, con señales de tortura y asfixia. Del móvil y autores de ese homicidio las autoridades aún no tienen pistas concretas, pero se sabe que guarda una tipología criminal muy parecida al de Diana, no solo por la coartada que usaron para sacarlo con engaños de su casa, sino por la manera y el lugar de los hechos. A esas dos muertes se suman dos detenciones que si bien parecen casos aislados, los investigadores no descartan que al final se conecten. Se refieren a la captura en febrero de este año del empresario del entretenimiento David Sarria Ortiz, gestor de las famosas rumbas electrónicas conocidas como Black and White. Sarria fue aprehendido tras un pedido de extradición de las autoridades argentinas que lo vinculan en el tráfico de cocaína al servicio de la organización del alias el Loco Barrera y el narco Juan Fernando Álvarez Meyendorff; ambos capturados y extraditados. Y el sábado 13 de junio miembros de la Dijín capturaron en Cali a Jhon Jairo Mejía Vergara, alias Fresa, considerado el nuevo jefe de los Rastrojos, que al parecer controlaba las temidas oficinas de cobro que delinquen en la capital del Valle del Cauca. Si bien no se puede generalizar, lamentablemente la industria del modelaje en varias oportunidades se ha topado con hechos sangrientos que presentan ribetes de vendettas, “es una zanja cultural que nos dejó la cultura mafiosa y tardaremos generaciones enteras en superar”, argumentó Fabián Sanabria, sociólogo y docente de la Universidad Nacional. Para no ir muy lejos, en enero de 2009 todo el país se escandalizó con la violenta muerte de la exreina nacional del Bambuco Liliana Lozano, quien junto a su novio fue torturada, atada de pies y manos y sus cuerpos arrojados a otro cañaduzal entre Palmira y Pradera, Valle. El novio de la bella modelo y actriz era Héctor Fabio Vargas, hermano del capo caqueteño Leonidas Vargas, coincidencialmente asesinado días antes en un hospital de Madrid, España. En su momento ninguna autoridad dudaba que la modelo quedó en medio de una vendetta. Los colombianos tampoco olvidan la narcofiesta en la que masacraron a nueve personas, entre ellas la reconocida modelo paisa Carolina Arango, junto a tres de sus amigas. La tragedia ocurrió en la madrugada del 31 de diciembre de 2012 en una finca de Envigado, Antioquia, y todo apunta a que se trató de otra venganza para asesinar a Jorge Mario Pérez, alias Morro, uno de los jefes de la temida Oficina de Envigado. En esa estela sangrienta también hay casos misteriosos e inexplicables como la muerte de Yacquelyne Molina, otra bella modelo paisa reconocida por ser la imagen de varias marcas de ropa interior. Su deceso ocurrió en octubre de 2013 al recibir un tiro en la cabeza. Las primeras versiones señalaron que se trató de un suicidio motivado por la dolorosa separación de su esposo. De hecho, su trágica muerte sucedió en la casa de su expareja. Un misterio similar ronda el homicidio de la modelo y presentadora caleña Ivone Maritza Gómez, de 28 años, quien en junio de 2010 fue interceptada por un sicario que le propinó tres tiros en la cabeza. En ese caso también se habló de venganzas por una sencilla razón: tres meses antes su esposo fue asesinado a bala. Y entre las muertes inexplicables cabe la de la joven modelo y exreina Natalia Mosquera Urbano, ocurrida el 12 de abril de 2011 en la capital del Valle. Natalia apenas tenía 20 años, cursaba idiomas y viajaría a Londres a estudiar Hotelería y Turismo. Pero el destino le jugó una mala pasada y la misma noche que celebraba su despedida por el viaje a Inglaterra, llegó alicorada a su casa y por no despertar a su mamá para que le abriera la puerta, ya que olvidó las llaves, quiso ingresar por la ventana del apartamento ubicado en un quinto piso. Cayó al vacío y murió. Si bien estos últimos casos ocuparon la atención mediática lo cierto es que a pesar de lo trágico, guardan diferencias con el asesinato de las modelos. Un mundo en donde detrás de las cámaras y los reflectores de la industria, se puede esconder una pequeña estela sangrienta.