SEMANA: ¿Qué tan complejo fue el año de pandemia para el sector?
Rodolfo Anaya: Nosotros nos focalizamos en que el servicio de gas natural no le faltara a nadie. A los 12.000 clientes que presentaban cortes por falta de pago les reconectamos el servicio. Cerca de 600.000 usuarios no pudieron mantenerse al día en esos meses, y les diferimos los consumos. Quienes pagaron a tiempo sus facturas en estratos 1 y 2 tuvieron descuentos del 10 por ciento.
Mónica Contreras: Las empresas de gas natural estamos aportando 1,5 por ciento del PIB y empleamos a más de 100.000 personas. En medio de la pandemia, la industria contribuyó con casi 92.000 millones de pesos, que se invirtieron en el sector hospitalario, en programas sociales y en ayudas en todo el país. Tuvimos que entender que la demanda de gas estaba contraída y generar una serie de planes para nuestros distribuidores, así como una inversión para garantizar condiciones de salud y seguridad a nuestros colaboradores. Nunca detuvimos la prestación del servicio.
SEMANA: ¿Las vacunas y el proceso de reactivación permiten proyectar un 2021 más optimista?
R.A.: La demanda de energía y gas son los primeros termómetros de comportamiento de la economía. Las restricciones a la movilidad –como las cuarentenas– resienten la demanda y el empleo. Tenemos un moderado optimismo; no creemos que será un proceso de recuperación acelerado, sino gradual hasta final de año, y para 2022 veremos un escenario distinto.
M.C.: El trabajo y los aprendizajes del año anterior son muy relevantes para lo que viene en 2021, entendiendo que las demandas de esta industria no van a estar disparadas. Lo que hay que hacer en términos de eficiencia es crear nuevas capacidades y seguir acercando tecnología, lo cual ayuda a proteger el margen y el valor de la acción. Estamos comprometidos con la agenda de recuperación de 2021, en generar empleos, en especial para las mujeres, pues hubo una pérdida fuerte de sus puestos de trabajo en medio de la pandemia. Además, debemos seguir posicionando el gas como el mejor energético para alcanzar los objetivos de la matriz energética y los ODS de los próximos años.
SEMANA: ¿Qué papel va a jugar el gas natural en el proceso de transición energética?
R.A.: El gas está creciendo más que las energías renovables. Sin embargo, esto no está pasando en Colombia. El país está haciendo bien la tarea en el ámbito residencial, en los comercios y las industrias. Pero existe una oportunidad desaprovechada en la movilidad.
M.C.: Yo insisto en que hay que posicionar el gas natural como la mejor energía en transición sustantiva. Hay que encontrar un balance entre ambición climática y crecimiento, no solamente para la industria; también para el país.
SEMANA: ¿Por qué el gas no ha adquirido tanta relevancia como alternativa para mejorar la calidad del aire? Hoy se habla más de movilidad eléctrica...
R.A.: La movilidad eléctrica no es la única ni la mejor opción para mejorar la calidad del aire. La sostenibilidad ambiental requiere sostenibilidad económica. Si no es financiable, no la podemos implementar ni sostener, y los costos de adoptar la movilidad a gas natural son mucho menores. Colombia no está haciendo una adecuada valoración de las ventajas y desventajas de estas dos movilidades. La movilidad eléctrica hace sentido en carros livianos y en motos, pero el gas natural es la mejor opción para el transporte público de pasajeros y de carga.
M.C.: Usar gas natural vehicular significa disminuciones cercanas al 100 por ciento del material particulado y 50 por ciento de gases de efecto invernadero. En las grandes ciudades vamos a tener que conseguir un buen mix entre gas y eléctricos. Los híbridos han ido creciendo de manera proporcional, pero el costo es muy alto y no es un transporte que podamos masificar. Tenemos que trabajar más fuertemente en reemplazar el transporte de carga con combustible de gas natural para generar un impacto real. No podemos saltarnos la agenda que tiene el gas en la transición energética del país.
SEMANA: ¿Qué tanto avanza Bogotá hacia una movilidad más sostenible?
M.C.: La ciudad va por el camino correcto. Las administraciones han tenido una agenda de sostenibilidad y están cumpliendo con los objetivos de descarbonización. En la medida que seamos capaces de educar, podemos llegar a los mismos objetivos. Pero no es solo pensar en qué tipo de vehículos se traen o qué energías se usan; hay que hacer un ejercicio de reforestación.
R.A.: En Bogotá hay 2.000 buses a gas natural, 1.000 buses eléctricos, y faltan por reemplazar 4.000. En la última licitación, los buses eléctricos costaron 500.000 millones de pesos más en valor neto, y al gas no le dieron la posibilidad de competir en igualdad de condiciones. Un bus del SITP eléctrico cuesta más de 1.000 millones de pesos en valor de su vida útil. Si esos 4.000 buses se cambiaran solo por vehículos eléctricos, a precio de hoy la inversión sería de 5 a 6 billones de pesos. ¡Esto es lo que cuesta casi media línea del metro! No se trata de tener la flota más grande, sino la flota más costoefectiva para mejorar la calidad del aire.
SEMANA: ¿Cuáles son los retos en el corto plazo para lograr que el transporte masivo y de carga sean más limpios en Bogotá?
R.A.: El transporte masivo de la capital ha mejorado significativamente el servicio. Para las próximas licitaciones el gas natural y los eléctricos deben competir en igualdad de condiciones. En cuanto al tema del transporte de carga, hasta ahora estamos arrancando. Hay una gran oportunidad: ya tenemos 200 camiones de marcas relevantes que se están moviendo en la ciudad de una manera limpia, y la idea es que puedan ser miles.
M.C.: En Bogotá el transporte de carga es responsable del 38 por ciento de las emisiones de material particulado. Hoy contamos con cerca de 400.000 camiones, de los cuales más del 46 por ciento tiene más de 20 años de uso y solo el 15 por ciento cumple con las normas de emisiones. Tenemos un trabajo importante por hacer.
SEMANA: ¿En otras ciudades del país hay un mayor uso del gas natural en la movilidad?
R.A.: El uso del gas natural ha sido supremamente exitoso y con unos altos estándares. En Cartagena y Medellín tuvieron muy buenos resultados. Los sistemas de transporte masivo tienen varios retos: ser sostenibles económicamente, prestar un buen servicio y encontrar cómo reducir emisiones que afectan la calidad del aire para mejorar la salud de sus usuarios. Esta es una oportunidad para que todas esas flotas de reposición tomen la mejor decisión.
M.C.: En la medida que se destaque lo que verdaderamente significa el gas natural para el proceso de descarbonización, los costos en las ciudades serán menores y esto contribuirá a la recuperación económica.
SEMANA: ¿Les preocupan las reservas de gas que le quedan al país?
M.C.: Se habla de siete o nueve años de disponibilidad de gas, pero tenemos que garantizar ese respaldo de acuerdo con un nuevo fenómeno de El Niño. Se debe seguir avanzando en la búsqueda de petróleo y gas en yacimientos no convencionales.
R.A.: La discusión no es para cuánto tiempo vamos a tener gas, sino si queremos usar nuestro gas o si lo vamos a importar. El subsuelo de nuestro país está lleno de gas. Tenemos que hacer un esfuerzo y entender lo importante que es consumir un combustible como este para generar desarrollo, empleo y regalías. Si los nuevos proyectos se hacen responsablemente podremos garantizar seguridad energética.
SEMANA: ¿La exploración de yacimientos no convencionales sería entonces parte de la solución?
M.C.: En el abastecimiento de gas no se trata de ser excluyentes. Se deben adelantar las exploraciones de manera responsable, al igual que se deben ampliar las posibilidades de importación de gas con las plantas regasificadoras; las mismas que permitirán exportar la oferta excedente que Colombia genere.
R.A.: No nos pueden llevar a esa discusión de fracking sí o fracking no. El tema es dónde se puede hacer fracking responsablemente. Debe hacerse en entornos apropiados y con empresas responsables, siempre buscando mitigar los posibles impactos.