Bogotá no para de crecer y tampoco sus 20 municipios vecinos que, sumados a la capital, pasaron de tener 6 millones de habitantes a 10,6 en los últimos 30 años. Lo que sí está frenado, como lo ha explicado Andrés Ortíz, secretario de Planeación de Bogotá, son las carreteras de comunicación de la capital con su entorno, que son las mismas de hace 60 años, y los modos de transporte que poco se han transformado en ese tiempo.El resultado: los habitantes de municipios como Zipaquirá que trabajan en Bogotá pasan, en promedio, 2 meses del año dentro de un vehículo para ir y volver a sus sitios laborales. Y los de Madrid, Chía o Soacha, alrededor de un mes y medio, según el informe "Somos un solo territorio" que acaba de publicar la Universidad de la Sabana junto al Distrito y la Cámara de Comercio de Bogotá.El crecimiento de las áreas metropolitanas es una de las realidades que tendrá que afrontar el urbanismo durante los próximos años en Colombia. Según las proyecciones del Departamento Nacional de Planeación, en 2050, el 80% de la población vivirá en las ciudades y 110 municipios se integrarán a las aglomeraciones entorno a las más grandes.Le recomendamos: ¿El fin de los trancones por la salida norte de Bogotá?En cuanto a Bogotá, los problemas de integración con los municipios que la circundan son evidentes. El año pasado, por ejemplo, el alcalde Enrique Peñalosa y Jorge Rey, gobernador de Cundinamarca, tuvieron desencuentros frente al proyecto del tren de cercanías (Regiotram) que uniría a la capital con varios municipios vecinos.Mientras el mandatario departamental lo considera una prioridad, para el distrital es más importante privilegiar la construcción de troncales de Transmilenio sobre las que serían las vías férreas.El tema cobra relevancia si se tiene en cuenta que, según el informe difundido por la Universidad de la Sabana, entre Bogotá y sus municipios vecinos (y entre esos municipios también), se realizan 1,3 millones de viajes diarios y más del 65% se hacen en transporte público.Por ejemplo, cada día, 250.000 personas salen de Soacha hacia Bogotá, y 200.000 más van desde la capital a Soacha. Es el flujo más grande de la ciudad con uno de sus vecinos. Otras de las rutas que mueven más gente son las que van a Chía, Mosquera, Cota y Zipaquirá.Y muchas de esas personas pasan eternidades haciendo esos recorridos. Quienes viajan entre Bogotá y Zipaquirá se toman, en promedio, cuatro horas diarias en ir y volver. A Madrid, 3 horas y media. A Chía y a Soacha, 3 horas. Eso significa que si alguien tiene que hacer esos trayectos todos los días del año, podría pasar entre un mes y medio y dos meses anuales dentro de un vehículo."La nula integración del trasporte urbano e intermunicipal explica las demoras en los trayectos de la región", dicen los investigadores que elaboraron el informe.Sin embargo, también hay avances en la materia. El pasado 12 de junio, el gobernador Rey y el presidente Juan Manuel Santos firmaron el acta de inicio de Accesos Norte, un proyecto que incluye la ampliación de la Autopista Norte y la Carrera Séptima, que se financiará a través de Alianzas Público Privadas y que descongestionaría la entrada y salida de Bogotá por ese sector. El alcalde Peñalosa, por su parte, asumió el compromiso de buscar financiación para que esas mismas vías se amplíen al entrar a la ciudad, y así el tráfico no se embotelle en los límites de la capital.En contexto: "El reto más grande de Bogotá es la desigualdad": secretario de PlaneaciónLos accesos a la capital son una apuesta común entre los gobiernos del Distrito, los municipios y el departamento. "A nivel de movilidad y de conexión, es inadmisible que Bogotá, desde hace 60 años, no ha construido una vía de conectividad regional. La última que hizo fue la autopista Norte. la interrelación diaria de viajes es altísima y no puede seguir dependiendo de las mismas cuatro vías de hace 60 años", le dijo Andrés Ortíz, secretario de Planeación de Bogotá, a SEMANA.Ese tipo de proyectos conjuntos son necesarios y urgentes si se tienen en cuenta datos del informe de la Universidad de la Sabana como que Mosquera, Tocancipá, Cota y Funza han triplicado su perímetro urbano desde 2000. El crecimiento de la región es acelerado y el desarrollo de la infraestructura que la conecta avanza despacio.Esa relación estrecha entre Bogotá y los municipios que lo rodean, sin embargo, no se reduce a la movilidad. "Compartimos una sola estructura ecológica, de la que depende la sostenibilidad de todo el territorio, las fuentes de nuestros servicios públicos son compartidas. En pocas palabras, actualmente las relaciones entre los municipios de la región son tan fuertes, que afrontar los retos que se presentan de manera desarticulada trae más problemas que beneficios", concluye el informe.