Todo comienza con un mensaje de un amigo. Él me cuenta que lo contactaron por WhatsApp de un número que nunca estuvo en los contactos, pero que aparece de una entre las decenas de conversaciones, importantes e insulsas, que uno tiene durante el día.
Me encontraba trabajando y chateando al tiempo por WhatsApp web, cuando de pronto recibo esta comunicación.
“Estimado usuario
El soporte de WhatsApp ha presentando un inicio de sesión inusual de su cuenta.
Están intentando abrirla en un dispositivo inusual iPhone 7 Plus.
Si no es usted quien está intentando abrir su cuenta WhatsApp en otro dispositivo, diga “NO” para poder continuar.
Si fue usted, diga “SÍ” para poder confirmar su cuenta”.
Me alerté inmediatamente. ¿Quién quiere entrar a mi WhatsApp?, ¿será alguien para ver mis conversaciones?, ¿será mi novio?, ¿será mi exnovio?, ¿qué podrá estar pasando?
De todas formas, WhatsApp me estaba alertando de un movimiento extraño y debía ponerle atención, pensé al instante.
El número era de una cuenta en los Estados Unidos. Y el logo de la foto era el símbolo de WhatsApp. Al final me remitía a sus canales oficiales:
WEB OFICIAL https://faq.whatsapp.com
ATT: Support@whatsapp.com
Nada podía fallar. Después de darle vueltas en mi cabeza, pensé: no puede ser que alguien conocido quiera ver mis conversaciones porque nada pasa recientemente con mi vida, ni tendría nada que esconder. Por lo tanto, concluí rápidamente algo que me alertó aún más: están intentando robarme y WhatsApp me está avisando.
Contesté sin pensarlo y muy aliviada: SÍ.
Me llega entonces otro mensaje:
Por favor introduzca los 6 dígitos de verificación _ _ _ _ _ _
¿Cuáles dígitos de verificación?, ¿qué es eso? Comienzo a confundirme.
Y muy pronto me llegan esos seis números a mi celular. Me asusto.
WhatsApp comienza a llamarme con insistencia. Contesto. Me habla una operadora y me pide los números. Pienso que alguien me está robando y por eso es la insistencia y entrego los números. Alguien con voz mexicana al otro lado de la línea me dice que quede tranquila.
Pienso: ¡Qué alivio! De la que me salvé...
Vuelvo al trabajo. Me olvido del tema. Intento entrar de nuevo a WhatsApp y no puedo. Ingenuamente, pienso que me lo bloquearon preventivamente para evitar el fraude. Pero pasa el tiempo y no se restablece.
De repente me llama mi sobrino y me pregunta que si es verdad que necesito urgentemente plata. Me asusto ahora sí de verdad. Él me cuenta que le llegó a su mamá una llamada perdida y luego un mensaje de mi WhatsApp que decía lo siguiente.
“Tengo problemas de conexión, pero te necesito.
Intenté hacer una transferencia para un pago urgente y no he podido. Es muy grave que ese pago se haga mañana porque se me vence hoy ¿Podrías ayudarme y luego te pago?”.
Como nunca pido plata prestada, ellas se preocuparon de que algo me estuviera pasando y me llamaron al celular normal.
Ahí entendí todo. No me estaban previniendo de un robo. Me habían robado.
La primera sensación que se tiene es de oso. De rabia consigo mismo. Uno no entiende cómo, a pesar de que han advertido mil veces, cae en semejante pendejada. La verdad en ese momento todo me parecía muy real, pero ahora pienso que es tan burda esa estafa que me sorprendo de que yo haya caído así rápido.
Lo segundo que se siente es preocupación. Un maleante con todos mis contactos. Mi familia, mis amigos. ¿Si le llegó a mi hermana a quién más le habría podido pasar?
Y ahí pasa uno a la tercera fase del robo: la vergüenza. Hice lo que todos. Mensaje en mi Facebook:
“Alguien está intentando contactar desde mi cuenta de WhatsApp para pedirles dinero. Quiero decirles que no estoy haciendo ninguna transferencia, no estoy en el hospital, no me embargaron un paquete en la aduana, no estoy en la cárcel; por fa, no caigan”.
Obviamente, no confieso lo que más me da pena: que yo entregué mis claves, que caí por boba y que si ellos caen, también es por mi ingenuidad.
Dos amigos me escriben con la misma pena mía. Uno muy bravo y otro muerto de la risa: me giraron la plata. Precisamente como nunca había pedido nada y la suma no era tan alta, decidieron ayudarme de una. Cada uno me puso 300.000 pesos en una cuenta. Nada que hacer.
Me dio pena con ellos. Pero al final, también sentí gratitud de saber que saldrían a auxiliarme porque pensaban que lo necesitaba. Hablamos de la inseguridad, de que ya no se puede confiar en nadie. Nos reímos y colgué.
Luego de recuperar mi cuenta, puse el mensaje en el chat del barrio. Conté lo que me pasó. Y salieron decenas de testimonios. Somos muchos los que hemos caído en eso.
Me meto a Google a ver que fue lo que me pasó. Pongo “WhatsApp” “estafa”. Y encuentro lo que hicieron.
WhatsApp tiene una forma de recuperar la cuenta cuando uno la ha perdido. Veo lo que hay que hacer para que le llegue a uno el tal código de seis dígitos.
Sigue estos pasos:
- Abre WhatsApp.
- Entra en Ajustes.
- Dentro de ajustes busca Cuenta.
- Aquí verás entre las opciones una llamada Verificación en dos pasos.
- Dale a Activar.
Eso debió hacer el ladrón. Sigo buscando y encuentro esta alerta de WhatsApp en su portal.
“A fin de proteger tu cuenta, WhatsApp te enviará una notificación push cuando alguien intente registrar una cuenta de WhatsApp con tu número de teléfono. Para mantener la cuenta a salvo, no compartas el código de verificación con nadie”.
Sí. Exacto. Lo que yo hice.
WhatsApp sigue: “Si recibes esta notificación, significa que alguien ingresó tu número de teléfono y solicitó el código de registro. Esto suele ocurrir cuando otros usuarios se equivocan al escribir sus números de teléfono y, por accidente, escriben el tuyo, y también puede ocurrir si alguien intenta apoderarse de tu cuenta”.
Y la plataforma insiste:
“Nunca compartas tu código de verificación de WhatsApp con otras personas. Si alguien está intentando apoderarse de tu cuenta, para lograrlo, necesitará el código de verificación que se envió por mensaje SMS a tu teléfono. Sin ese código, ningún usuario que intente verificar tu número podrá completar el proceso de verificación y usar el número en WhatsApp. Esto quiere decir que tú permaneces en control de tu cuenta de WhatsApp”.
Me da como un guayabo tenaz. Rabia. Risa. Y pienso lo que al final concluimos siempre, bueno, para la próxima o para que no le pase a alguien más”.