El mundo de la cultura en Colombia se viste de luto por la muerte de Álvaro Castaño Castillo, viudo de Gloria Valencia de Castaño, la Primera Dama de la Televisión.Tenía 96 años y en su larga vida había sobrevivido a muchos compañeros de lucha y a algunos de sus seres más queridos. A Gloria, su eterna esposa, e incluso a su hijo Rodrigo, reconocido cineasta, quien falleció en febrero del 2015. Álvaro Castaño Castillo fundó la emisora HJCK el 15 de septiembre de 1950, para "agasajar a Bogotá con una emisora que estuviera a la altura de la tradición cultural de la capital". Desde entonces en la memoria colectiva resuena el eslogan “HJCK, el mundo en Bogotá, una emisora para la inmensa minoría”.Álvaro Castaño fue, antes que nada, un innovador. Los conceptos que logró consolidar con el trabajo de muchos años para su emisora, la HJCK, en sus momentos iniciales eran audacias casi impensables. Como hablar, por ejemplo de "el mundo en Bogotá" en 1950, cuando Colombia y su capital eran parroquias alejadas de los grandes centros de la cultura mundial. O cuando acuñó la célebre frase "la inmensa minoría" para definir la audiencia natural de su emisora. Incluso en sus últimos años, ante la embestida tecnológica de los medios digitales, traslado a la HJCK al internet, un paso que muchos otros han tratado de seguir después.Su gran trayectoria lo hizo merecedor de reconocimientos como la Medalla a toda una vida en el XV Festival Internacional de Arte de Cali y la Orden Civil al Mérito José Acevedo y Gómez en el grado Gran Cruz, entre otros.Entregó la totalidad de su vida a la cultura. Miles de grabaciones de la HJCK hacen parte de los archivos sonoros más importantes del país, con cerca de 50.000 entrevistas y programas culturales.

La familia Castaño Valencia: Gloria, Pilar, Álvaro y Rodrigo celebraron juntos los reconocimientos que ha recibido la HJCK.Por sus micrófonos pasaron personajes de la talla de León De Greiff, Jorge Luis Borges, Alfonso López Michelsen y Alberto Lleras Camargo. Álvaro Castaño entendió el valor de guardar voces de personajes y conservar registros de momento históricos. Sus archivos, con el paso de los años, se convirtieron en la mejor fuente para reconocer el pensamiento de los grandes protagonistas de la política y de la cultura. Vale decir que, para él, el orden de los factores era al revés: primero la cultura y después todo lo demás, incluida la política.Su obra fue grande y, en su momento, de ruptura, pero prefirió un perfil discreto. Fue su esposa, Gloria, la que se convirtió en una persona que hacía parte de todos los hogares. Álvaro prefirió la discreción, pero fue el timonel de un navío que navegó por aguas desconocidas. Las de un sueño: llevar la música clásica y las voces de la literatura a un país parroquial.En una de sus últimas actividades conocidas, al entregar para su salvaguardia futura el tesoro de las grabaciones de las voces e ideas de los colombianos más importantes de su generación, le dijo al presidente Juan Manuel Santos: “Presidente, le estoy entregando mi vida"Había tomado la decisión de donarle a ‘la inmensa mayoría‘ el fruto de su trabajo. “El doctor Castaño”, como lo llamaban de forma cariñosa, donó sus archivos sonoros a Señal Radio Colombia.Para Álvaro Castaño la decisión fue una cuestión de inteligencia. Sabía que Señal Radio Colombia contaba con un depósito de almacenamiento para documentos análogos. Una muestra inequívoca de que hasta ayer en la noche, antes de morir, Álvaro Castaño soñó con una Colombia en la que los ciudadanos tuvieran acceso a la cultura.Que muchos ingresaran, en fin, a formar parte de la inmensa minoría.