Giorgio Sale, tristemente conocido como el 'hombre de los botines', falleció en la tarde de este lunes. Él fue uno de los protagonistas de uno de los forcejeos trascendentales de la historia reciente del país: la pelea entre el entonces presidente Álvaro Uribe y la Corte Suprema de Justicia. Murió en su casa, en el centro de Cartago (Valle), víctima de cáncer. Para ese momento, el italiano era popular en los círculos del poder y la farándula gracias a su restaurante L'Enoteca y su almacén Made in Italy. Su nombre salió a relucir en el escándalo sobre todo porque no era bien visto que un hombre que estaba en la mira de las autoridades antimafia le diera unos botines a un magistrado y un reloj a otro, como lo reveló SEMANA en 2006, en la historia titulada ‘El juez y la mafia’. Sale pagó una condena de cuatro años de cárcel en Italia y en diciembre del 2010 regresó a Colombia. A sus 70 años fue recluido en la cárcel La Modelo. En diálogo con SEMANA da detalles de cómo, según él, el gobierno de Álvaro Uribe lo usó en su pelea contra la Corte.
En la foto aparece Sale y su aspecto físico reciente. La imagen es de enero de este año y aparece junto a su compañera sentimental Victoria Gamboa y familiares de ella. Fuentes cercanas a la familia señalaron que desde enero pasado su salud había desmejorado y su memoria le fallaba continuamente. Pese a que Sale fue investigado por lavado de activos y se le relacionó con la mafia, al parecer murió sin un peso en el bolsillo, a juzgar por el estilo de vida que tuvo durante sus últimos años. Las mismas fuentes indicaron que el modesto apartamento en el que vivía en Cartago le pertenecía a su compañera Victoria Gamboa. Se trata de un inmueble ubicado en un pequeño edificio cercano a la plaza central de ese municipio, pero alejado de los lujos y excentricidades típicas de las propiedades de los mafiosos. “Al parecer el único ingreso actual de Sale era una mesada que uno de sus tres hijos le enviaba desde Italia”, señaló una fuente que pidió omitir su nombre. Giorgio Sale tenía otros dos hijos colombianos, pero adoptados, producto de su segunda relación con la señora Gamboa. Esta fue su última entrevista, que entregó a SEMANA. SEMANA: ¿Por qué regresó al país? Giorgio Sale: Por mi honor. Para restablecer la verdad cueste lo que cueste. SEMANA: ¿Por qué delito y cuánto tiempo estuvo detenido en Italia? G. S.: En Italia me acusaron de tráfico de estupefacientes y concierto para delinquir con Salvatore Mancuso. El fiscal me quitó el tráfico porque no encontró nada. Unos meses después, cuando vino el juicio, también desapareció el concierto y quedé solo acusado de otro supuesto concierto con mi hijo Cristian. Eso fue un falso positivo orquestado por los carabineros italianos y agentes colombianos del gobierno anterior. Estuve cuatro años y cuatro meses detenido, jamás acepté cargos. SEMANA: ¿Por qué dice que fue un falso positivo? G. S.: Porque usaron interceptaciones ilegales y esas conversaciones las manipularon. Mintieron y omitieron detalles importantes sobre mi situación financiera que habrían aclarado muchas cosas. Mi juicio en Italia se derrumbó y quedó en evidencia que había alguien detrás de eso. SEMANA: ¿De qué se trataban esas grabaciones? G. S.: Mi hijo me contaba lo que pasaba en los negocios en Italia y yo le contaba de los negocios en Colombia. Fueron interceptaciones ilegales hechas en Colombia durante cuatro años que tenían un fin perverso de grabar personajes de las altas cortes que no estuvieran de acuerdo con el tercer periodo de gobierno de Uribe. SEMANA: ¡Pero usted estuvo detenido cuatro años! ¡Lo condenó la justicia italiana! Ahora no puede decir que todo era un complot y usted una santa paloma. Uno de sus hijos también fue arrestado… G. S.: No uno. ¡Todos mis hijos fueron arrestados por concierto para delinquir! Solo les faltó mi hijita de 17 años y el perro golden retriever. Entre toda la familia sumamos 18 años de cárcel. SEMANA: ¿Qué hacen sus hijos, en dónde están? G. S.: Mi hijo David, después de unos meses de investigación en Italia, fue absuelto. Hoy en día es agente de futbolistas autorizado por la Fifa. Participó en la negociación de Camilo Zúñiga para el equipo Sienna de primera división. También en lo de Dairo Moreno al Steaua de Bucarest. Pero, con mis problemas, para él ha sido difícil trabajar. Stefano fue condenado en Colombia a 81 meses porque nunca aceptó cargos por lavado de activos. Pagó cuatro años y ocho meses de cárcel. Vive de la caridad de la iglesia cristiana de Arjona, Bolívar, y además duerme en la iglesia. Le destruyeron su hogar y su vida. Cristian fue víctima de un falso positivo de los carabineros italianos y lleva varios años en prisión intentando demostrar su inocencia. Fuimos víctimas de los que están detrás de todo esto. SEMANA: Según usted, ¿quién está detrás? G. S.: Miembros del anterior gobierno que vieron en mí la oportunidad de buscar un medio para atacar a la Corte. SEMANA: ¿Cómo logró ingresar a Colombia y cómo pasó inmigración si usted tenía una orden de captura vigente? G. S.: Ingresé por el aeropuerto de Cali en diciembre del 2011 sin problema. SEMANA: ¿Y el funcionario de inmigración no le dijo nada? G. S.: Sí. Me dijo: "Bienvenido a Colombia, don Giorgio". SEMANA: ¿Usted sobornó a alguien para entrar? G. S.: No. Tengo visa de inversionista 1A, que es la máxima que le pueden dar a uno. Yo invertí en Colombia mi vida y 30 millones de euros. SEMANA: ¿De dónde sacó 30 millones de euros? ¿Cómo explica semejante suma si no es dinero de la mafia? G. S.: Del trabajo de toda mi vida como empresario y de créditos de bancos italianos. SEMANA: ¿Tiene cómo demostrar eso? G. S.: Sí. Tengo todos los soportes, extractos bancarios de mi vida como empresario y los créditos de los bancos italianos. SEMANA: ¿Cuál fue su relación con el paramilitar Salvatore Mancuso? G. S.: Fue un cliente de mi restaurante. Él siempre venía escoltado por muchos agentes del DAS. SEMANA: ¿Cuándo conoció a Mancuso? G. S.: A finales del 2003 o principios del 2004. SEMANA: ¿Qué tipo de negocios tenía con él? G. S.: Me compraba vinos en mi negocio, vinos de alto nivel, y los pagaba correctamente. SEMANA: ¡Pero Mancuso en algunas declaraciones dijo que era su socio! G. S.: Miembros del gobierno anterior en la pelea contra la Corte asumieron que relacionarme con Mancuso era la vía de tirarme fango y con ello atacar a los magistrados. Recuerde que recientemente Mancuso se retractó de eso y dijo que fue gente de Mario Uribe quien le pidió el favor que dijera que fuimos socios. SEMANA: Pero usted tenía vínculos con la Ndrangheta, la mafia italiana… G. S.: Jamás he tenido relación. Yo soy romano y mis negocios eran en el centro de Italia y la Ndrangheta opera en el sur de Italia. SEMANA: ¿Usted fue lavador de la mafia y usó sus almacenes en el país para lavar dineros de la mafia? G. S.: Eso es totalmente falso y no existe una sola prueba de eso ni acá ni en Italia. Eso fue otro de los inventos en mi contra que terminaron por caerse y quedó demostrado que eran falsas acusaciones en mi juicio en Italia. SEMANA: ¿Cuál fue su relación con los magistrados de las Cortes? G. S.: De amistad. Pero además tenía relación con políticos, banqueros y empresarios. Pero han querido perjudicarme para perjudicar a los magistrados que me conocían porque el presidente Uribe pretendía una segunda reforma constitucional para una tercera elección de él, estaba peleado con ellos y yo fui el chivo expiatorio de eso. SEMANA: ¿Con cuáles magistrados exactamente tuvo relación y de qué tipo fue esa relación? G. S.: Fui amigo desinteresado, y sin pedirles nada a cambio, de José Alfredo Escobar Araújo, Carlos Isaac Náder, Rodrigo Escobar Gil y otros honorables magistrados. A mucha gente le gusta comer bien, vestirse bien y tomar buenos vinos y de eso se trataba mi negocio en Colombia. SEMANA: ¿Cuál fue su relación con el exmagistrado José Alfredo Escobar y su esposa? G. S.: De amistad. Su esposa Ana Margarita es una mujer decente que trabajaba en la Procuraduría. Han dicho que me hacía favores, lo cual es absurdo por una sencilla razón: yo no fui funcionario público y de nada me servía la Procuraduría. SEMANA: ¿Con qué interés o a cambio de qué le regaló usted los famosos botines a Escobar Araújo? G. S.: Ningún interés. Le voy a contar. Cuando el exfiscal Luis Camilo Osorio fue nombrado embajador en Italia me invitó a tomarme una copa de vino porque éramos muy buenos amigos y él y sus hijas iban mucho a mis restaurantes. Me comentó que iba a comprar unas corbatas para los magistrados Carlos Isaac Náder y José Alfredo Escobar. Fuimos a un almacén Ferragamo que estaba en descuentos por liquidación y él compró las corbatas para sus dos amigos y me ayudó a escoger dos pares de botines que se los regalé a los magistrados Náder y Araújo, que también eran mis amigos. SEMANA: ¿Por qué cree que Escobar Araújo en una entrevista negó ser amigo suyo? G. S.: Pienso que fue una reacción de humanos y se asustó en ese momento. SEMANA: ¿Qué favores le hicieron magistrados de las Cortes? G. S.: Ninguno. Nada les pedí. SEMANA: Pero usted también le regaló un reloj Rolex al magistrado Yesid Ramírez. ¿A cambio de qué? G. S.: El reloj no era un Rolex. Era un reloj Lockman de 150 euros que me había regalado mi hija francesa. Un día yo estaba comiendo con Yesid y noté que se quedó mirando el reloj. Me lo quité para que se lo probara y cuando me lo fue a devolver le dije que se lo regalaba. Ese reloj original tenía dos correas para intercambiarlas, una naranja y otra azul. Cuando salga, le debo dar a Yesid la correa que falta. SEMANA: ¿Usted le regaló una propiedad o artículos para una finca en la costa al exmagistrado Carlos Isaac Náder? G. S.: Jamás. Jamás. Ese es otro de los muchos cuentos que se han inventado para hacerles daño a los magistrados usándome como chivo expiatorio SEMANA: ¿Y usted conoció a funcionarios de la Presidencia de la República? G. S.: Sí. Con muchos miembros del gobierno Uribe que ahora me niegan y niegan que disfrutaron de mi comida, mi ropa y mis vinos. SEMANA: ¿Quiénes? G. S.: Uno de los que recuerdo con más aprecio es al exministro del Interior y exembajador Sabas Pretelt. Fuimos muy cercanos. Nos reunimos varias veces. De hecho, cuando estuve detenido en la cárcel en Italia y él era el embajador, me visitó dos veces en 2008 y 2009. SEMANA: ¿Para qué lo visitó? G. S.: Para proponerme algo descabellado. Me dijo que admitiera que Salvatore Mancuso me había prestado la plata para montar mis negocios diciéndome que reconocer eso no era delito en Colombia. Yo le dije: "Sabas, estás loco". En ese momento ratifique lo que siempre sospeché. Creo que Sabas intentaba usarme para atacar a los magistrados. En ese momento, 2008 y 2009, la pelea contra las cortes estaba en su peor momento. Me necesitaban para ensuciar a los magistrados. SEMANA: ¿Tiene pruebas de la visita de Sabas a la cárcel? G. S.: Claro. En la cárcel en Italia están los registros de esas visitas. Y fueron testigos colombianos que estaban allá como Alfredo Ramírez, Humberto Trujillo, José Miguel Ramírez, entre otros. Una de las visitas de Sabas fue con la disculpa de que él iba a ver una obra de teatro a la cárcel. Él fue, pero jamás estuvo en la obra de teatro. Solo habló conmigo. Cuando llegó a la cárcel, me abrazó y me llevó a un lado para hablar y me dijo que aceptara lo de Mancuso. SEMANA: ¿Sabas Pretelt le dijo si lo que le estaba pidiendo era a título personal o era una razón del gobierno? G. S.: No me dijo ni le pregunté. SEMANA: Lo que dice puede ser tomado por algunos como el 'ataque de un bandido que está preso' o una 'venganza criminal'… G. S.: Tengo cómo probar todo lo que he dicho y más. Sólo necesito que la Fiscalía me escuche y termine esta persecución.