Una pesada bolsa negra, manchas de sangre, cuchillos, herramientas de construcción, versiones contradictorias y videos de cámaras de seguridad del conjunto donde vivía Adriana Pinzón son las piezas del rompecabezas de la investigación por su desaparición.
Los reflectores apuntan a su cuñado Jonathan Torres, capturado e imputado por desaparición forzada. Este sábado 25 de junio apareció sin vida un cuerpo en inmediaciones de Zipaquirá, y Medicina Legal ya confirmó que efectivamente se trata de la psicóloga.
De acuerdo con el informe de las autoridades, el cuerpo fue hallado en una vereda cerca del municipio y se realiza su levantamiento para ser trasladado a la unidad de Medicina Legal.
SEMANA conoció en exclusiva un video que hoy es pieza clave en el proceso. En él, el 7 de junio a la una de la tarde, Torres saluda al vigilante que se encontraba en la portería y sigue rumbo al apartamento de su cuñada con las maletas con las que salió cinco horas después. Ya lo conocían y no fue anunciado.
Hasta ahora se sabía de dos videos de la salida de Torres. El primero sobre las 6:08 p. m. Se ve que viste ropa negra y una gorra que impide registrarle su cara. Sobre los hombros, el mismo maletín con el que entró al mediodía y, en la mano derecha, un palo. El otro, sobre las 7:16 p. m., en el que sale con las bolsas de basura que metió en el baúl del carro.
Ahí está la clave que siguen cuidadosamente los investigadores. Esta nueva grabación da un margen de más de cinco horas en las que el hoy detenido estuvo en el lugar donde, según las cámaras, Adriana Pinzón había entrado la noche anterior, el 6 de junio, a las 8:45 p. m., manejando su vehículo Mazda 2.
No hay registro de salidas. Simplemente, desapareció hasta que este sábado fue encontrada sin vida.
Lo que sucedió a puerta cerrada y está siendo objeto de investigación y reconstrucción por parte de la Fiscalía, tal y como ocurrió con el caso del asesinato del estilista Mauricio Leal, ha implicado el análisis del uso de los datos de celulares, entrevistas con quienes conocían y visitaban el apartamento, así como la persona que hacía el aseo y conoce la ubicación habitual de los elementos. Además, han usado lámparas de luminol para encontrar rastros de sangre. Hay huellas en el baño, la sala y una habitación.
Según la reconstrucción, en su primera salida, pasadas las seis de la tarde, Jonathan Torres ingresa el maletín con toda naturalidad en el baúl del carro de su cuñada, se sube y sale del parqueadero. Una fuente cercana indicó que por la confianza con los vigilantes pudo retirar el carro sin problema. El hombre le dice al vigilante ―que no era el mismo que le había permitido el ingreso al mediodía― que no se demoraba.
En este sentido, cumplió su palabra y una hora después (7:16 p. m.) regresa e ingresa al apartamento. Esta vez no aparece el maletín. Tres minutos después, camina con una bolsa negra que lleva con dificultad, la monta al baúl y sale en el carro. La cámara de seguridad evidencia que es Jonathan, en el espejo lateral derecho se ve su cara y la calvicie.
Los investigadores ya cuentan con la declaración de los dos vigilantes. El primero reconoció a Adriana en su entrada al conjunto en la noche del 6 de junio y certificó las constantes salidas de Jonathan. El otro señaló que era conocido y por eso no se hizo el anuncio ni anotación en el cuaderno.
En el transcurso de la investigación, un hombre se acercó a la Fiscalía para manifestar que Jonathan le había entregado un maletín que contenía un cuchillo con manchas de sangre, la licencia de conducción y dinero en efectivo.
Su familia cuenta que Adriana le había pedido ayuda a su cuñado, Jonathan Torres, para poner en venta el carro. Es ahí en donde empieza todo el misterio, Adriana no volvió a contestar los mensajes de sus hermanas ni amigos, el vehículo no aparecía en el parqueadero y su cuñado entregó versiones contradictorias.
Por redes sociales empezaron a divulgar el mensaje: “Ayúdanos a encontrarla” y tres fotos recientes de Adriana. Nunca recibieron información. En la mañana del martes 14 de junio recibieron un baldado de agua fría: Torres fue capturado como el principal responsable.
“Estamos devastados y conmocionados”. De esta manera describió su hermana Sandra Pinzón los hechos. Además de la incertidumbre por el paradero de Adriana, ahora su excuñado, considerado un miembro más de la familia, es el principal sospechoso.
“Una persona que se acogió en el hogar, en la familia, que todos quisimos”, aseguró Sandra en diálogo con SEMANA. Jonathan llegó a la familia hace seis años, siempre se mostró como una persona generosa y cariñosa con Pilar (la hermana menor), hecho por el cual depositaron en él toda su confianza.
Cuando se conoció la desaparición tuvo un cambio de actitud y se alejó, nada decía del caso y no ayudó a buscarla. Cuatro días después de reportarse la desaparición, le escribió un escueto chat a su pareja en el que aseguraba estar “mamado” de su familia, esto por las preguntas que le estaban haciendo.
En otro audio exclusivo en poder de SEMANA, la mamá de Adriana, de quien se reserva el nombre, le reclama casi con la certeza que es el asesino: “Jonathan, usted por qué es tan irresponsable, está viendo la situación por la que está pasando Pilar (la hermana menor), ¿por qué no está con ella? ¿Por qué no la está apoyando? ¿Qué tiene en esa hijueputa cabeza? Usted es el principal involucrado en esa mierda y se desaparece. Coja responsabilidad, usted ya está muy viejo, hermano”.
Torres ha dado diferentes versiones a las autoridades. En una primera declaración aseguró que se encontró con Adriana y la acompañó a dejar el vehículo de su propiedad en un concesionario ubicado en el municipio de Chía (Cundinamarca). Después dijo que Adriana pidió un servicio por una aplicación de transporte para regresar a su vivienda y no volvieron a hablar. Pero, para las autoridades, no hay prueba alguna de que la mujer hubiera salido de su residencia ese 7 de junio.
En otra declaración, Torres “se acordó” de que sí había ido a la vivienda de su cuñada a ayudarle con un favor que le había pedido, aunque no fue capaz de decir de qué se trataba. Tampoco supo explicar por qué sacó el vehículo del parqueadero en dos oportunidades.
Mientras Jonathan era presentado ante un juez de control de garantías de Zipaquirá, los investigadores encontraron el vehículo de Adriana en un concesionario de Chía con un detalle que llamó la atención. En el puesto de atrás también encontraron manchas de sangre. Lo mismo cuando registraron en el baño, la sala y una de las habitaciones en el apartamento de la psicóloga.
Las incongruencias no paran ahí. En los documentos de venta de la concesionaria aparece la firma de Adriana, pero familiares y amigos aseguran que esa no corresponde a la original, habría sido falsificada, “nunca firmaba con su nombre, sino con un garabato”.
Pese a toda la evidencia probatoria, Torres se declaró inocente. Los familiares le hacen un llamado para que cuente la verdad. Pilar, la pareja de Jonathan, por el momento no ha hecho referencia a los hechos, lo único que cuenta Sandra, su otra hermana, es que está devastada.
Por ahora, el principal implicado está imputado por desaparición, la esperanza de la familia es que las pruebas no dejen otro cargo en su contra: homicidio. El cuerpo de Adriana podría arrojar quizás la verdad.