Este jueves se conoció la historia de María Rosado Otero, una mujer que llegó a Medellín con el fin de hacerse una cirugía plástica junto a su pareja, pero que infortunadamente perdió la vida.
Luego de realizarse una liposucción, la mujer con pasaporte de Estados Unidos y nacida en Puerto Rico, se realizó el pasado 7 de septiembre un procedimiento en la Clínica Sofina, ubicada en el barrio El Poblado.
En la misma fecha y en el mismo lugar, la pareja de Otero se realizó una liposucción. No obstante, el hombre salió muy bien de la intervención, con los cuidados generales que deben tener este tipo de cirugías y fue llevado a un hospital de la zona.
La mujer no corrió con la misma suerte, pues durante su cirugía se presentaron inconvenientes que dificultaron el común desarrollo de la misma. Sobre las 7 p. m. la paciente se complicó y tuvo que ser remitida a la Clínica Las Vegas, a donde llegó sin signos vitales, tal y como lo confirmó ese centro hospitalario.
A través de un comunicado, la Clínica Sofina señaló que la mujer llegó para realizarse una cirugía de liposucción con transferencia glútea “por elección y decisión autónoma, contratados con profesional médico especialista en cirugía plástica, estética y reconstructiva”.
La entidad agregó que el personal que estuvo con a la mujer durante dicho procedimiento está totalmente capacitado y calificado para realizar este tipo de intervenciones.
“La IPS Sofina Clinic es una institución prestadora de servicios de salud que cuenta con los permisos de habilitación y acreditación de los servicios que oferta, dentro de los cuales se encuentra el servicio de quirófanos para cirugías plásticas y estéticas”, señala el comunicado.
Por el momento, se conoce que aún Medicina Legal no ha dado a conocer la razón puntual del deceso de la mujer.
Condena a cirujano
En el año 2020, la Corte Suprema condenó a un cirujano por la muerte de una mujer luego de que se realizara un procedimiento de liposucción.
La decisión de la Corte, puntualmente de la Sala Civil, se tomó tras estudiar el caso de una mujer que se sometió a un procedimiento de liposucción porque su hija también se la había realizado. El médico cirujano Hugo Carrillo fue quien realizó las dos intervenciones.
La mujer inició su cirugía en la mañana muy temprano y duró cerca de 9 horas. Una vez terminó la intervención, empezó a sentir dolor abdominal y náuseas, entre otros síntomas. La sorpresa que se llevaría esta mujer es que le perforaron en varias ocasiones el intestino, lo cual llevó, meses después, a su muerte.
El caso llegó a los estrados judiciales. En 2009, el cirujano fue condenado a pagar más de 200 millones de pesos por los daños materiales y morales causados por la muerte del ser querido.
Uno de los apartes del fallo, conocido por SEMANA en diciembre, señaló: “En estos casos, el médico debe alcanzar la consecuencia concreta que se espera de su actuar, so pena de que se presuma su error de conducta y pueda ser condenado por esta omisión, sin que se admita la exoneración por ausencia de culpa”.
La sentencia concluyó que: “Es bien sabido que la actividad de los galenos no es una ciencia exacta, pues restricciones físicas y sociales, así como condicionamientos biológicos, pueden desencadenar consecuencias de difícil o imposible anticipación, de allí que los profesionales deben actuar bajo premisas de normalidad y ajustar su comportamiento a estas normas, salvo que haya signos indicadores de otra situación...”.
La Sala Civil confirmó en el mes mencionado la decisión, pero además hizo precisiones sobre la responsabilidad de los cirujanos en este tipo de intervenciones o procedimientos (especialmente de tipo estético). La Corte recordó que es norma de los médicos cirujanos tener los medios idóneos para evitar resultados como la muerte de un paciente. Señalaron que deben cumplir con los estándares éticos de este tipo de intervenciones, pero teniendo en cuenta que hay imprevistos médicos en medio del proceso, tampoco tienen la obligación de garantizar objetivos puntuales.