En Cúcuta ya se encuentra la familia del intendente William Bareño, uno de los dos uniformados que murieron en el atentado terrorista de este martes. Él era el mayor de tres hermanos santandereanos, y hoy su madre, Doña Blanca, se niega a creer lo sucedido, no acepta el saber que no podrá volver a su hijo, porque ya escuchó de la manera tan cruel que murió tras a detonación de la carga explosiva.
El patrullero Fredy Bareño, hermano de la víctima, fue el primero en enterarse de la trágica noticia, cuando empezó a recibir en Antioquia las llamadas y mensajes de sus compañeros. “Es que todo los que lo conocían lo querían por su carisma, por eso el teléfono no paraba de sonar”, dijo a SEMANA. Pero las fuerzas no le dieron para contarle a su mamá y al resto de la familia, por eso pidió ayuda de la Policía para que un grupo de profesionales les iniciara el acompañamiento paulatino.
“Él había anunciado que se retiraría de la institución para pasar más tiempo con su familia”, señaló el patrullero. Ese día, según cuenta, hubo mucha alegría en su casa porque él ya había completado 21 años al servicio de la institución y ya pensionado por el tiempo de servicio. “Pero el amor a la gente lo tenía atornillado a la Policía”, en su casa estaba latente la angustia de que algo le pudiera pasar porque Norte de Santander es uno de los departamentos con más ataques con explosivos y a él siempre lo llamaban a esas misiones, junto con su compañero inseparable desde hacer tres años, el intendente David Reyes –los dos fallecidos en el atentado–.
“Cómo diría Vicente Fernández, que hoy esta con él en el cielo: murió en su ley, salvando vidas”, desde muy joven tenía claro que su misión era servir, aseguran quienes lo conocen, y tenía claro que lo quería hacer desde la Policía Nacional, de hecho, hizo varios intentos para incorporase, “La tercera fue la vencida”, dice Bareño.
Para escoger la especialidad de técnico antiexplosivos, también se dejó llevar por su vocación de servicio. Lo habían enviado a Arauca y allá todos los días activaban bombas y diferentes cargas explosivas, estuvo allá en los años más violentos, entre 2000 y 2004. Veía morir y quedar desintegrados a niños, madres, esposos y muchos compañeros, los que corrían con suerte quedaban mutilados. “Él sentía impotencia de no poder hacer nada, por eso pidió a sus superiores capacitarse para desactivar todos esos artefactos explosivos”, contó a SEMANA su hermano.
El intendente fallecido era catalogado como excelente, no solo como profesional sino como ser humano. “Él siempre decía es mejor tener amigos que plata”, recuerda su hermano, quien pide que siga vigente el legado de intendente Bareño. Espera que los hijos del uniformado, uno mayor de edad, otros dos adolescentes y uno más pequeño, cuando tengan hijos les cuenten que su abuelo fue un héroe, premiado en dos oportunidades con la medalla de la excelencia policía. Una de ellas por desactivar en un mismo día tres carrobombas en Bogotá y la otra por evita que explotara más de 300 kilos de artefacto explosivos en El Tarra, Norte de Santander.
“Duele que una persona a la que uno ama tanto y que tenía tantas ilusiones en la vida muera de esa manera”, puntualiza el hermano del intendente recalcando que en su profesión es consiente que cualquier cosa puede suceder, pero morir tras activar un artefacto explosivo es una tragedia por la que nadie tendría que pasar.