Los 70.000 metros cuadrados de construcción, en el extenso terreno que se destinó para el Centro de Confinamiento para el Terrorismo en El Salvador, estarán vigilados por ocho anillos de seguridad, el principal, una línea de defensa digna de un búnker. SEMANA recorrió los dos kilómetros en línea recta que separan la cárcel, del resto del mundo.
Esta megacárcel tiene como frontera unos robustos muros de 12 metros de altura, adornados con mallas electrificadas de 15.000 voltios, una barrera impenetrable que convierte cualquier objeto o persona, en una diminuta pieza en los zapatos de un gigante de concreto.
Los muros laterales tienen una longitud de dos kilómetros en línea recta que separan la cárcel de una zona completamente despoblada, incluso vigilada por un volcán. No hay, a menos de 40 kilómetros, espacios o zonas urbanas, lo que garantiza que será más fácil detectar cualquier irregularidad en los alrededores.
“Se trata de una construcción con todos los requisitos y con tecnología de punta para garantizar que ningún terrorista que ingrese a pagar su condena pueda escapar. Se adoptaron modelos de centros penitenciarios en todo el mundo para construir la que será la cárcel más grande de América”, dijo Romeo Rodríguez, ministro de Obras Públicas de El Salvador.
Luego de estos muros de contención se encuentran otros siete filtros de seguridad que reducen en altura, pero igualan en sistemas de vigilancia y monitoreo, las 24 horas del día. Los muros interiores están protegidos con las mallas electrificadas y torres de vigilancia con funcionarios de custodia.
“Se trata de una malla especial que no solo tiene una dirección, que permite al custodio vigilar a los terroristas, sino que puede incluso mutilar el dedo de quien intente arrancarla, pues cuenta con un filo delgado que garantiza la seguridad del custodio y del mismo espacio”, dijo Héctor Antonio Saldaña, ingeniero de Centros Penales de El Salvador.
Al interior de la cárcel y desde un centro de datos se controlan las cámaras de seguridad que aparecen en todos los espacios y con una resolución que permiten registrar todo lo que ocurre a más de 200 metros de distancia. Las imágenes son sorprendentes.
“El centro de control permite hacer monitoreo constante las 24 horas de los terroristas que permanecen privados de la libertad y conocer exactamente cuáles son sus actividades anticiparnos a cualquier evento que alterar la tranquilidad del penal”, explicó velar mino García director del Centro de Confinamiento para el Terrorismo de El Salvador.
Adicionalmente a los muros de contención, las mallas electrificadas y las cámaras detección de calor, el personal de custodia tendrá un grupo de inteligencia que se encargará de recolectar información de modo que pueden anticiparse a cualquier eventualidad.