Una casa en el sector las Palmas de Medellín era hasta este miércoles el lugar que recogía la historia de Pablo Escobar. Hasta ese rincón escondido de un prestigioso barrio de la capital de Antioquia llegaban cada semana grupos de turistas fascinados por los detalles que rondaron los días de quien fuera el narcotraficante más buscado de Colombia. La vida de Escobar era narrada por su propio núcleo familiar. Ellos habían encontrado en el museo un negocio rentable. Era tanta la fama del lugar que llegó a aparecer en el sitio especializado en turismo TripAdvisor con una valoración de 4.5 estrellas sobre 5. Quienes lo visitaban se identificaban como profundos seguidores del narcotraficante, ese mismo al que se le adjudican unos 4.000 asesinatos en la década del noventa. Estos usuarios calificaron el museo con un certificado de excelencia, que se puede ver en el sitio web. Le recomendamos: La hija de Escobar vuelve a aparecer "Conozca los mejores lugares donde Pablo Escobar marcó la historia”, invitaban los administradores de la casa museo a quienes se habían dejado atrapar por la vida de uno de los protagonistas de los momentos más violentos del país. Allí, los turistas posaban felices al lado de todos los objetos que se encontraban en el recorrido y hablaban con orgullo del tour. El famoso cartel de Se Busca con el que las autoridades ofrecían 10 millones de dólares por información sobre el capo, la mítica moto de James Bond, su primer vehículo, el escritorio caleta, la moto en la que supustamente se fugó de uno de sus escondites secretos, la original de su famosa fotografía con su hijo frente a la Casa Blanca en Washington, y al menos otras 90 fotos históricas de la vida de escobar y su familia hacían parte de la colección. Todo desde 90.000 pesos.
Llegar hasta el museo no era sencillo. "Esta es la ubicación de la Casa Museo Pablo Escobar en la ciudad de Medellín, Cerca a Carulla de las palmas, bajando por el restaurante el Rancherito, aproximadamente 200 metros más adelante, a mano derecha hay unos rieles, sigues las líneas amarillas y en 300 metros haz llegado", indicaban los organizadores del tour. La razón por la que daban tantas descripciones es sencilla: la casa en la que funcionaba no tenía letrero y fue precisamente ese uno de los detalles que llamó la atención de las autoridades que sellaron el pasado miércoles el lugar por incumplimiento del régimen nacional de turismo. El lugar era reconocido por "promover la vida de uno de los bandidos más tristes, de los que más daño le ha hecho a Medellín”, dijo el secretario de Seguridad de la capital antioqueña, Andrés Tobón, al momento de la inspección. Siete visitantes se encontraban haciendo el recorrido cuando, en un operativo de la secretaría de Seguridad y el viceministerio de Turismo, el sitio fue cerrado. Confidenciales: Habla la viuda de Pablo Escobar La casa museo Escobar era un amante de los vehículos y tenía como pasatiempo coleccionar modelos que se convirtieron en emblemas de su vida. En una ocasión, por ejemplo, trajo al país ilegalmente una Harley Davidson de 1990 y se la regaló a su primo Juan Enrique Urquijo Gaviria, alias ‘El arete‘. En la Hacienda Nápoles conservaba dos museos con colecciones de sus coches más cosotos. Las motos también eran su debilidad. Por eso no es raro que el lugar tuviera una gran cantidad de fotos del narcotraficante en sus carros de lujo. Allí le contaban a los turistas cuántos y cuáles eran sus carros.
El museo hacía parte de los servicios ofrecidos por el polémico narcotour que incluye visitas al barrio Pablo Escobar, la casa en la que murió, su tumba y el edificio Dallas, una opción turística fuertemente criticada por las autoridades de la región por promover la cultura del narcotráfico en la ciudad. Durante una hora, los visitantes eran guíados por un personal bilingüe disponible todos los días desde las 9 de la mañana hasta las cinco de la tarde.
Quienes reservaban el servicio turístico lo hacían también para tener línea directa con familiares de Escobar, pues el lugar era administrado por Roberto Escobar, más conocido como el Osito, hermano mayor del narcotraficante. Allí, enseñaban a los visitantes la historia detrás de cada uno de los objetos que se encontraban en la casa y le permitían a los visitantes, entre otras cosas, subirse a un carro con impactos de bala que supuestamente era usado por el capo. Los visitantes podían además ingresar a las caletas, el lugar en el que al parecer se escondía Escobar y su familia cuando las autoridades le perseguían. Todo estaba ambientado con elementos de la época para que los extranjeros pudieran conocer de primera mano lo que han visto en las famosas y recientes series de televisión inspiradas en el narcotraficante. Puede interesarle: Chicho Serna y familiares de Pablo Escobar podrían ir a juicio por lavado de activos en Argentina Con el tiempo, el lugar se convirtió en un museo publicitado con orgullo y presunción que también funcionaba como tienda. Los turistas podían comprar en allí -o a través de Internet- llaveros metálicos, portalapiceros, termos para café y mugs. Todos con el rostro de Escobar impreso en el exterior. Incluso, cuando terminaba el recorrido, el Osito respondía todas las preguntas de los visitantes y hasta se ofrecía a contar los detalles de la relación que tenía con su hermano. Ahora, el propietario del museo tendrá que pagar una suma de 37 millones de pesos por no contar con las normas exigidas para su funcionamiento.