Cuando Néstor Humberto Martínez intentó convencer a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia sobre la necesidad de descriminalizar la violencia intrafamiliar, su proposición no cayó muy bien en muchos sectores de opinión.No obstante, ante el rechazo que se produjo en muchos sectores, no fueron pocos los expertos que, desde el derecho, defendieron la tesis del candidato a la Fiscalía, que busca evitar que hombres o mujeres que acudan a los golpes para solucionar los problemas familiares terminen en la cárcel.Semana.com consultó bases de datos y acudió a la opinión de los expertos para documentar un debate en el que se entrelazan temas como la violencia de género, el hacinamiento carcelario, el populismo punitivo, la cultura machista y las responsabilidades sociales del Estado.Lo que demuestran las cifrasSegún el exministro Martínez, la criminalización de la violencia intrafamiliar era un factor de ‘atosigamiento‘ del sistema judicial. Sin embargo, y pese a que en el último año los fiscales conocieron 43.000 casos de presunto maltrato intrafamiliar, lo cierto es que ese delito sólo abarca el 1,5 % de las noticias criminales, según lo reflejan los datos fueron suministrados por la Unidad de Desarrollo y Análisis Estadístico del Consejo Superior de la Judicatura.Estas cifras también evidencian que aun cuando en el 2015 hubo miles de personas violentadas por sus parejas, tampoco se trata de un asunto que congestione en demasía el aparato de justicia, pues de los 2‘800.000 noticias criminales recibidas el año anterior solo 43.000 correspondieron a actos de violencia en el hogar.Lo preocupante del caso es que de esos episodios al menos 2.700 de las presuntas víctimas tuvieron que ser cobijadas con medidas especiales de protección para evitar que sus supuestos agresores pudieren ocasionarles daños mayores. Al menos en cuestión de números, es claro que a pesar de que en Colombia son millares las víctimas de violencia intrafamiliar no son precisamente esos episodios los que más ocasionan las sobrecargas laborales que padecen los fiscales.Lo que opinan los penalistasPara el doctor en derecho Alejandro Sánchez la propuesta del candidato a fiscal no tiene nada de descabellado. Según él, es necesario que el país entienda que el derecho penal no está para educar a hombres y mujeres que les pegan a sus parejas, como tampoco lo está para aleccionar a los conductores borrachos. (Podría leer: Luto por la muerte de la bebé brutalmente golpeada por su padre) El jurista opina que si bien hay casos en los que es deseable que el agresor sea separado de su núcleo familiar para proteger a las víctimas de conductas violentas, la cárcel no ofrece ninguna solución a la prevención del daño. Restaurar el mal infligido, en cambio, es una medida de justicia efectiva y no problemática, opinó.Dijo que lo más fácil para "el saber popular penal" es amenazar con el castigo, pero lo deseable para las sociedades que aspiran a vivir civilizadamente y en medio de un grado de desarrollo es fortalecer políticas públicas en materia educativa y de cultura para no acudir al facilismo de la penalización, que es como se hace en otros países. (También podría leer: El maltrato infantil no da tregua) El perfil sicológico del agresorSegún Néstor Humberto Martínez, el considerar ese tipo de maltrato un delito causa ruptura en la unidad de la familia, al separar del grupo a quien es sancionado por cometer esas conductas. Para la sicóloga familiar Annie Acevedo, es el simple acto de maltratar lo que ocasiona esa ruptura y no el hecho de que el maltratador sea encarcelado.Según ella, esa separación del agresor es deseable porque impide que el violentado, generalmente subyugado a su verdugo, siga viviendo ese infierno. Según ella, es ínfimo el número de casos en los cuales el causante de las agresiones logra reprimir esas reacciones desbordadas de su conducta para retornar al seno familiar. (Le podría interesar: La madre que escapó del maltrato de su esposo gracias a las tareas de su hijo) Por eso, para ella, el arresto del victimario no causa esa ruptura que sugiere el candidato. Sólo con tratamientos intensivos donde surja el autocontrol y prime el amor por la pareja, dice, es posible rehabilitar a los que maltratan al compañero sentimental para que puedan retornar al seno del hogar.En conclusión, la sicóloga cree que la despenalización de la conducta traería un mensaje equivocado para la gente en el sentido de que los agresores verían en sus acciones una actuación socialmente menos reprochable.Teniendo en cuenta tan disímiles opiniones en torno a la polémica propuesta, lo único concluyente es que el debate se debe dar desde distintos campos del saber, pues lo que para el sicólogo es un riesgo, para el penalista es una medida apenas lógica. Como lo dijo el ex superministro, y en eso sí que tuvo absoluta razón, la discusión debe ser interdisciplinar.