SEMANA: ¿De qué trata la revolución molecular disipada que ha estado de moda en Colombia por estos días?

ALEXIS LÓPEZ: Lo primero es que no es mi teoría. Yo lo que he sido es un divulgador de la teoría de Félix Guattari y otros autores de la deconstrucción francesa, pero soy solo uno de varios investigadores, no solo en Chile, que han venido siguiendo esas teorías para brindar una explicación de los procesos insurreccionales revolucionarios, que están ocurriendo en todo el continente.

S: En ese sentido, ¿usted cree que tiene la misma explicación lo que está pasando en Colombia con lo que pasó en 2019 en Chile con el estallido social?

A. L.: Hay paralelos que son absolutamente evidentes, no tan solo en Chile y Colombia, sino en Paraguay, en Ecuador e incluso en alguna medida en Bolivia y Perú; también por supuesto en Estados Unidos, respecto de la muerte del señor (George) Floyd.

El esquema simplificadísimo dice que las acciones de violencia insurreccional buscan ser amparadas por la legítima protesta social. Nosotros jamás hemos puesto en discusión ni menoscabado el derecho de toda persona a manifestarse pacíficamente, pero, utilizando la cobertura que les brindan las protestas legítimas sociales, los grupos insurreccionales, que habitualmente son grupos pequeños, altamente ideologizados y radicalizados, ejecutan las acciones de vandalismo que empiezan a escalar el proceso en términos de incremento del nivel de violencia a lo largo del tiempo. Y esa insurrección uno la puede verificar en todo lo ocurrido en Chile, en Ecuador, en Colombia, en Paraguay, etc.

Dicho esto, desde el punto de vista de análisis, la excusa que se utiliza para iniciar las protestas es bastante irrelevante. En Chile, el tema de los 30 pesos del alza del metro fue exactamente lo mismo, una subida programada, que venía siendo anunciada con mucha anticipación y simplemente se coordinó con acciones de evasión simultánea en los metros. Pero esto, en un día, escaló hasta que teníamos incendiado uno de los edificios más altos del centro de la ciudad. Y así ha seguido hasta el día de hoy.

En Colombia, ustedes tuvieron por lo menos dos antecedentes previos, uno fue el ataque a TransMilenio y el segundo fue a propósito de la muerte de una persona por un mal procedimiento policial. Pero ahora vino el tema con respecto a la reforma tributaria. ¿Dónde está lo interesante? En el caso chileno, el gobierno rápidamente retiró el alza de los 30 pesos. En definitiva, por parte de los gobiernos se intenta responder a las demandas porque se entiende que la base de las demandas son legítimas, pero para el proceso insurreccional es irrelevante que se respondan las demandas porque su objeto no es ese, sino instalar un proceso insurreccional que vaya en escalamiento. Esa es la primera parte.

S: Según la teoría, ¿luego qué podría pasar?

A. L.: Cuando esto escala, va a pasar a una fase de copamiento. Eso lo hemos visto en Chile, en todas partes; se producen tantos eventos al tiempo, en tantos lugares geográficos, que la Policía no da abasto para responder. Y si se permite que se mantenga esta fase de copamiento, uno constata que se cae en ausencia de Estado de derecho y empiezan a operar bandas que ya ni siquiera tienen que ver necesariamente con demandas de carácter ideológico, sino que son bandas delictivas que producen delito insurreccional. Es gente que se aprovecha de la situación, que no es delincuente habitual, pero que va a dañar supermercados, o en el caso de Colombia va a saquear los camiones que quedaron detenidos en la carretera, etc.

S: ¿Y cuál sería la tercera fase?

A. L.: Finalmente se generan las llamadas zonas autónomas, zonas donde la Policía ya no puede ingresar, ni si quiera las fuerzas armadas en algunos casos. En el caso chileno tenemos la zona de Araucanía, en donde hay regiones que controla la guerrilla que está operando en ese lugar; en el caso de Colombia, hay áreas como el Cauca u otras en donde tampoco la Policía tiene capacidad de acceso, ni siquiera las fuerzas armadas. Ahí está el esquema sumamente simplificado.

Uno puede cuestionar o no si el modelo o el análisis o el patrón de revolución molecular se adapta o apunta específicamente a la situación, pero como descripción general de procesos, eso es.

Lo más importante, y eso lo quiero recalcar con mucha fuerza, es que nosotros jamás, en ninguno de los análisis, hemos señalado que la respuesta del Estado, las policías y las fuerzas armadas sea reprimir a la gente que se está manifestando. De hecho, explícitamente, cada vez que he tenido que hacer las conferencias les señaló que las policías, no tan solo Chile, sino todo el mundo, no están preparadas, no tienen capacidad ni formación para hacer frente a una insurrección de carácter horizontal, como la que están enfrentando, y ante eso lo que yo he señalado reiteradamente es que tienen que reformular sus métodos de acción para poder responder adecuadamente a este desafío ,para el cual -reitero- no tienen preparación. Eso lo quiero dejar sumamente explícito.

S: ¿Quién cree que podría estar detrás de estas insurrecciones? Algunos han responsabilizado en Colombia a guerrillas como el ELN o las disidencias de las Farc, ¿en Chile quiénes serían?

A. L.: Tenemos constatación de que grupos organizados a nivel de movimientos e incluso grupos que, al igual las Farc, entraron en el proceso de paz. En Chile tenemos el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), que durante la década de los ochenta también era de grupos de carácter insurgente y terrorista, e incluso están participando activamente, salen con su símbolo y están en las protestas y las manifestaciones. No necesariamente toda la gente de esos grupos participa en las acciones de violencia, pero de que están involucrados, lo están. Ahora, para efectos prácticos, y esto visto como proceso, da lo mismo quiénes sean los que están ejecutando las acciones, el proceso avanza de igual modo, con consciencia de lo que reproduce la violencia.

S: Le pregunto por Gustavo Petro, a quien unos sectores le han atribuido la responsabilidad política de lo que pasa, y si habría esa misma figura en Chile...

A. L.: Exactamente. También tenemos un mismo candidato del Partido Comunista, actualmente es alcalde por una de las comunas de la ciudad, que se está presentando como candidato de la presidencia. Tenemos otro que también es del sector de izquierda más radical, que se está presentando. Los esquemas son similares, y lo que hacen, básicamente en el caso de Petro y también los otros candidatos en Chile es, nuevamente, aprovechar la demanda social legítima, justificar y validar la violencia. Yo considero que ningún candidato, nadie, ni ningún partido político, podría estar respaldando opciones de violencia bajo ninguna circunstancia. Por supuesto, destacan que la policía reprime, que la policía asesina o que la policía mata, o que el Estado mata. Bueno, si están presentándose como candidatos a la Presidencia de la República, lo lógico sería darles respaldo a las instituciones republicanas y condenar la violencia en forma transversal, no solamente destacar que los responsables o los culpables son las fuerzas armadas o la policía, y ahí hay un dato empírico que se puede constatar en todas sus declaraciones.

S: Ahora le pregunto por el otro lado, por el expresidente Álvaro Uribe, que fue quien lo trajo a colación al país. Muchos dicen que usted es el ideólogo de él, ¿usted ha conversado con el expresidente Uribe?

A. L.: Yo no conozco al expresidente Uribe. No he tenido ninguna comunicación con él en ningún momento. Entiendo que tuiteó a propósito de revolución molecular, exactamente: copamiento, escalamiento, saturación, que son las fases del modelo. Entonces, el ataque que ha venido a propósito de esa declaración del expresidente Uribe ha sido sumamente evidente en términos de desacreditarme, por -supuestamente- mis ideas políticas, cosa que es absolutamente falsa, lo que se está señalando, y con esto intentar desacreditar al expresidente y poner en cuestión todo el análisis.

Siempre, cuando se trata de “matar al mensajero para desacreditar el mensaje”, el problema es que efectivamente pueden terminar matando al mensajero, pero el mensaje termina siendo validado o invalidado por los hechos. Y yo a lo que invitó entonces a la sociedad colombiana es a evaluar si los hechos dan la razón al análisis o en realidad desacreditar al mensajero tiene alguna importancia para él. El mensajero no tiene ninguna importancia.

S: Sobre usted se ha dicho que ha hecho parte de grupos neonazis en Chile y que apoyó la dictadura de Augusto Pinochet, ¿eso es verdad?

A. L.: Le voy a hacer llegar, que creo que es una forma bastante sencilla de salir del tema, la sentencia del Tribunal Constitucional de Chile, con respecto a lo que yo efectué y desarrollé en Chile del año 2000 al 2010*. Desde ese año no volví a actuar en política en mi país en absoluto, trabajé en medios de comunicación haciendo temas completamente distintos y, solamente a propósito del inicio de la insurrección en Chile, publiqué trabajos que venía desarrollando hace 20 años que tenían que ver con el análisis de modelo del que le estoy contando. Entonces, hacer o intentar desacreditarme a propósito de una situación de carácter ideológico, que fue solamente eso, en términos de discusión analítica hace 20 años y de expulsión de un análisis que no tiene nada que ver con ese tema, simplemente me parece que es lo que acabo de señalar: tratar de matar al mensajero para desacreditar el mensaje.

*La sentencia a la que refiere dice que el Movimiento Patria Nueva Sociedad, del cual es fundador, no es inconstitucional, luego de que lo demandaran por tener inspiración fascista y nazista.

S: ¿Qué ha pasado en Chile luego del estallido social?, ¿continúa la inconformidad?

A. L.: El mal llamado estallido social -porque nada estalló y no es social- es político y es de carácter insurreccional. Ha seguido, no se ha detenido en ningún momento. Lo único que hace es bajar el nivel de intensidad, pero por señalar solo un caso, hace unas noches en la comuna de Las Condes, que es una de las comunas más ricas de Chile, estalló una bomba en la puerta de una sucursal bancaria. Entonces, el proceso de escalamiento de violencia continúa, no se ha detenido y, además, tenemos la amenaza del Partido Comunista efectuada por su presidente Guillermo Teiller, que además es diputado de la República, que se va a rodear la Constituyente con las masas para coaccionarla. Así, el proceso de escalamiento va a continuar y vamos a ver más movilizaciones particularmente respecto de la asamblea constituyente.

S: En el caso colombiano, ¿en qué cree que pueda derivar todo esto?

A. L.: Está circulando por redes sociales en Colombia un documento que es la aplicación de revolución molecular, a mí me llegó. Creo que hay ahí una secuencia de escalamiento bastante evidente y clara.