Hablar con Simón Borrero es una carrera contra el tiempo, una casi tan frenética como las misiones que tienen a diario los rappitenderos en las calles de Bogotá. Mientras su impaciente asistente mira el reloj cada dos segundos y centenares de programadores teclean códigos en sus computadores, el único colombiano que ha podido construir una empresa unicornio compartió su visión de país y dio una mirada crítica a la conversación nacional. Luis Carlos Vélez: ¿Cómo va Rappi? Simón Borrero: Muy bien. Estamos en nueve países, creciendo muchísimo y sacando innovaciones para seguir mejorando. L.C.V.: ¿En qué está la demanda en Estados Unidos contra ustedes? S.B.: Es una demanda que simplemente no tiene los datos correctos. Ellos en 2015 se reúnen con una de nuestras otras empresas del grupo, una dedicada al desarrollo de software llamada Imaginamos, y vienen con la idea de hacer una app de mensajería. Después de unas semanas se constituye la empresa Rappi. Ellos creen que Rappi nace por haber presentado su idea a Imaginamos, pero desde 2014 todo el proyecto de Rappi ya estaba definido, y la marca estaba registrada.
L.C.V.: ¿Qué les responde a los críticos de la empresa? S.B.: La única respuesta es que estamos trabajando durísimo y largas horas para de verdad crear valor, y creemos profundamente que una Colombia y una América Latina con Rappi es una región que se va a beneficiar. Los usuarios tienen más tiempo para compartir con la familia, los rappitenderos se han beneficiado por generar ingresos que no encontraron en ningún otro lugar, y los aliados y restaurantes han generado mayores ventas. L.C.V.: Muchos lo admiran por ser emprendedor. ¿Qué le dice a los emprendedores? S.B.: Que esto es mucho más duro y más difícil de lo que se cree al inicio. El emprendimiento es ese camino ideal para lograr impacto y contribución al mundo. Cuando empujamos para hacer cosas grandes, ayudamos a que otros se la crean. “Pensando en el país, la situación de Uber es un mensaje muy malo hacia el mundo”. L.C.V.: ¿Esa es la misión de Simón Borrero, inspirar a otros a contribuir? S.B.: La misión de los emprendedores que trabajamos en Rappi, más allá de la mía, es poner nuestros granitos de arena para empujar el crecimiento en la región. Estamos convencidos de que el crecimiento económico es la mejor fórmula para volvernos el país que todos queremos. Si nos quedamos en discutir qué hacer con nuestros pocos recursos no vamos a progresar. L.C.V.: ¿Cómo hacer para que Colombia progrese como dice usted? S.B.: Lo primero es dejar de discutir sobre la economía de mercado. Ya hay suficientes datos en el mundo que muestran que para el progreso necesitamos crecer y que la economía del mercado es la forma de crecer. Todos queremos lo mismo: progreso, crecimiento, mejor salud y más oportunidades. Eso viene por el crecimiento económico. Desafortunadamente, en Colombia estamos superpolarizados, y cualquier buena idea de la derecha, la izquierda piensa que es mala y viceversa. L.C.V.: ¿Y eso cómo se logra? S.B.: Debemos empezar a trabajar en un objetivo en común. Uno encuentra a muchos jóvenes que quieren un país que crezca. No quieren un país que se vuelva como Venezuela, pero, a la vez, no se ven representados por la derecha porque algunas de sus vertientes son muy conservadoras, y no apoyan cosas obvias para algunos como el matrimonio gay y temas de medioambiente. Por eso hay muchos jóvenes que van a votar por unos principios y unos valores sin darse cuenta de que se puede destruir el futuro de oportunidades y el futuro económico del país.
L.C.V.: ¿Entonces la solución es el centro? S.B.: No. Cuando estamos polarizados la gente pide buscar un punto medio. La solución no debería ser buscar un punto medio, sino buscar un punto en común. No deberíamos volvernos un país tibio en donde ni somos progresistas ni crecemos económicamente. L.C.V.: Eso es ser económicamente capitalista y socialmente progresista… S.B.: La de ser socialmente progresista es una opinión personal mía. Lo de ser económicamente capitalista sí lo han demostrado los datos y es lo que hay que hacer. En vez de buscar un punto medio con el que nadie se emocione, hay que buscar un objetivo común que nos emocione. Pocas cosas nos debería emocionar tanto a los colombianos como aumentar el ingreso per cápita de todos de una forma mucho más acelerada. L.C.V.: Explíqueme eso... S.B.: En Rappi la mayoría de los empleados tienen opción de ser accionistas. Cuando se les pone a elegir entre un gobierno de empresa que nos va a empujar a volvernos competitivos y uno que les dice “trabajen solo tres días a la semana”, siempre se quedarán con el primero porque saben que tienen participaciones accionarias y que son dueños de la empresa. Los colombianos no hemos podido entender que todos tenemos acciones de Colombia y tendemos a caer en los beneficios cortoplacistas. L.C.V.: Y eso nos hace blanco de los populistas, porque muestran unos beneficios en el corto plazo que son insostenibles en el largo plazo… S.B.: Absolutamente. Ese es su discurso. Ojalá los colombianos sintiéramos que somos dueños de este país y que el futuro depende de cómo ese crecimiento económico se desempeña en el largo plazo. Ahora bien, los populistas están en la izquierda y en la derecha. Ojalá pudiéramos medir a nuestros líderes por cuánto estamos creciendo.
L.C.V.: ¿Y dónde queda la equidad, un concepto tan de moda recientemente? S.B.: Tenemos que ser estratégicos y entender la secuencia de las cosas. No podemos creernos Noruega sin haber vivido el proceso de Noruega para volverse rico. No podemos volvernos europeos siendo un país pobre. Lo primero que tenemos que hacer es dejar de ser un país pobre, porque los países ricos tienen problemas que son bien diferentes a los problemas de los países pobres. ¿Habrá países más pobres que tienen mejor redistribuida su pobreza? Seguramente. L.C.V.: ¿Por qué esa visión, que es lógica desde la perspectiva económica y de negocios, no se entiende en el país? S.B.: Porque algunas veces somos muy emocionales y estamos votando por personas a las que hay que darles una medalla o un premio porque son humanamente increíbles. Pero las personas que son humanamente increíbles no necesariamente tienen las mejores habilidades para generar crecimiento económico. Todos los problemas a largo plazo se solucionan con crecimiento económico. Pero no es popular decirle a la gente que vamos a tener que trabajar durísimo los próximos 15 años para volvernos un país rico que genere oportunidades para todos. L.C.V.: ¿Ser políticamente correctos nos está frenando la posibilidad de crecer? S.B.: Completamente. Querer caer bien para ser popular en el corto plazo perjudicando el largo plazo de las personas nos está haciendo daño. Un ejemplo muy impopular es el fracking. Hay formas de hacerlo cuidando y respetando el medioambiente. Hay que tomar decisiones impopulares como su aprobación, respetando el planeta y pensando en los niños que hoy tienen hambre y cero oportunidades para tener una vida como se la merecen. Si fueran los papás de esos niños los que pudieran elegir si se hace el fracking o no, obviamente votarían positivamente. Pero como los que ponemos de moda o no ese tema somos quienes tenemos una vida con las necesidades básicas cubiertas, es fácil ser intransigentes. L.C.V.: ¿De los políticos actuales, cuáles representan las ideas que usted tiene? S.B.: Hay tres. Uno es sin duda el presidente Duque. Otra es Claudia López, que tiene un propósito en la vida y es ayudar a la gente. Otro es Federico Gutiérrez. Hay una nueva camada de políticos que están poniendo al bienestar del país por encima del corto plazo. L.C.V.: ¿Qué piensa de Iván Duque? S.B.: El presidente Duque ha tomado muchas decisiones impopulares que son las que necesita el país. Todo el mundo dice que el problema más grande del país es la corrupción, y apenas tenemos un mandatario que no apoya la mermelada, la gente comienza a quejarse en lugar de decir que es el héroe que necesitábamos para romper la corrupción.
L.C.V.: ¿Qué piensa de las marchas? S.B.: Pienso que la protesta organizada y pacífica nos ayuda a abrir los ojos a cosas que no estamos sintiendo. Es útil ver los problemas, pero después hay que entender de forma realista cuáles son las soluciones, porque cuando políticos populistas aprovechan esas marchas para hacer que el país se enfoque solo en los problemas y en soluciones de corto plazo, nos podemos meter en un lío. L.C.V.: ¿Cómo ve la situación de Uber en Colombia? S.B.: Uber es competidor nuestro en alimentación y podría ser fácil decir: ¡qué bueno, esto le ayuda a Rappi! Pero la verdad es que pensando en el país, es un mensaje muy malo hacia el mundo que nosotros no tengamos en Colombia certidumbre jurídica para grandes empresas que vienen a aportarle al país. Uber le agrega valor a las personas y facilita la vida. Eso hay que apoyarlo.
L.C.V.: ¿Algún día quisiera ser político? No. Quiero ser un líder que con trabajo duro siga creando oportunidades y crecimiento para el país.