El proyecto que reduce las vacaciones de los congresistas, iniciativa que agoniza en el Congreso, podría recibir finalmente sepultura este miércoles si no logra avanzar en la plenaria de la Cámara.

El proyecto está pendiente de su aprobación en su sexto debate y aún le restarían dos más en el Senado para completar su trámite legislativo, algo poco probable, no solo porque queda menos de un mes de sesiones del Congreso, sino por el difícil ambiente político que hay alrededor de esta reforma constitucional.

A pesar de que varios sectores aseguran respaldar esta iniciativa, se frenó en su tránsito cuando llegó a la plenaria de la Cámara, donde ha estado estancado más de dos meses sin explicación alguna.

En entrevista con SEMANA, el representante Gabriel Santos, autor de este proyecto, aseguró: “Perdimos más de cincuenta días esperando una firma de la presidenta de la Cámara y ahora llevamos esperando varias semanas que lo agende”.

SEMANA: ¿al fin cuánto tiempo se recortarían las vacaciones de los congresistas?

GABRIEL SANTOS: la reforma propone una reducción de un mes en el receso legislativo. Pasaría de cuatro a tres meses, con eso buscamos un periodo de sesiones más extensa, para tener una praxis parlamentaria más productiva.

Representante Jennifer Arias presidenta de la Cámara de Representantes | Foto: GUILLERMO TORRES REINA

SEMANA: ¿realmente sí tiene futuro esa reforma?

G.S.: hoy sería la última oportunidad para sacarla; ha sido un proyecto con mucho consenso, no solo afuera del Congreso sino de una buena cantidad de congresistas que hoy ve con buenos ojos dejar esos privilegios. De todos modos, no es nada fácil, porque el proyecto sigue teniendo enemigos poderosos en el Congreso de la República, esas personas que representan la vieja política tradicional, que no consideran que deban dejar ir esos privilegios.

SEMANA: se ha dicho que esta iniciativa es populista porque se tramita en vísperas de elecciones. ¿Qué opina de esto?

G.S.: nada más alejado de la realidad. Esta reforma se presentó por primera vez en 2019, entonces no es un proyecto que se presente con un enfoque electoral, sobre todo porque la demora en la aprobación ha sido ajena a mí. Nosotros lo propusimos no solo como un mensaje para recobrar la confianza en las instituciones, sino también como un ejercicio de equidad material para que los congresistas empiecen a tener regímenes lo más parecidos posibles a los demás ciudadanos. Ya en 2019 se hundió y ahora la demora ha sido de la presidenta de la Cámara, primero en firmarlo y ahora en ponerlo en el orden del día.

SEMANA: con tantas necesidades que tiene en el país, en materia laboral, pensional, de seguridad, ¿realmente es conveniente que el Congreso gaste el tiempo discutiendo esta reforma?

G.S.: el Congreso está en la peor crisis de legitimidad de su historia, eso quiere decir que no es menor intentar recuperar legitimidad y el primer paso es tener un régimen laboral similar al de los demás ciudadanos y dejar privilegios como tener receso durante 25 % del año. No es posible que eso siga pasando.

SEMANA: ¿y en qué le cambia eso la vida a los colombianos?

G.S.: muchas de las iniciativas claves para el país en materia de seguridad, pensional o laboral se caen por falta de tiempo para el debate, entonces no solo se trata de mandar un mensaje de equidad, sino de tener sesiones más extensas para discutir a profundidad más iniciativas. Desde 2008, el Gobierno ha citado a sesiones extra en doce oportunidades. Es una prueba de que el tiempo no está siendo suficiente.

SEMANA: ¿por qué tanta demora para dar la discusión a esta reforma?

G.S.: perdimos más de cincuenta días esperando una firma de la presidenta de la Cámara y ahora llevamos esperando varias semanas que lo agende. Todavía hay personas que no están escuchando lo que piden los ciudadanos a gritos.