Aunque desde hace varios años el Urabá antioqueño ha visto cómo llegan migrantes de diferentes nacionalidades a sus tierras con el único objetivo de cruzar el golfo para cruzar el Tapón del Darién y llegar a Panamá, para continuar una travesía imposible hasta Estados Unidos. Lo que Necoclí vive desde hace varios días parece sacado un éxodo bíblico: más de 10.000 migrantes se agolpan en las calles —duermen en la playa, en parques, en andenes— por la imposibilidad de cruzar el mar.
El alcalde de Necoclí, Jorge Tobón Castro, en diálogo con SEMANA, advirtió que se trata de un hecho sin precedentes y explicó que la llegada aumentó desde hace cuatro meses con una gran cantidad de migrantes que estaban inmovilizados en Chile, Brasil y Ecuador por cuenta de las medidas sanitarias por el coronavirus.
“Nos llegan 800 migrantes diarios y la única empresa que tiene Necoclí para transporte marítimo hasta el Chocó cuenta solamente con 12 embarcaciones, que están para prestarle servicio a los turistas y a la población de Chocó que compra mercancía en el Urabá. Entonces, por mucho que nosotros queramos despachar a los migrantes, siempre nos está quedando un remanente, no hay forma de controlarlos porque no les gusta hacer fila, no se dejan censar”.
Además de los problemas con la cantidad de migrantes que llegan y que son imposibles de transportar por cuanto no hay suficientes lanchas, es evidente desde hace muchos años el trato que se les brinda a estos viajeros que buscan un futuro mejor, pues son transportados sin ningún tipo de seguridad, cargados de maletas y amotinados en bancas pequeñas, lo que en otros tiempos ya ha significado tragedias atroces.
Según el alcalde Tobón, quien se encuentra en Medellín entablando diálogos con la Gobernación de Antioquia para encontrar una solución, la situación “ya se está tornando delicada porque muchos migrantes tienen dos meses y no han podido conseguir un tiquete, están con niños, mujeres embarazadas, algunos adultos y eso nos está agudizando la problemática”.
La situación es tan compleja que el lunes 26 se declaró la emergencia sanitaria porque colapsaron los servicio de acueducto y alcantarillado, el sistema de salud y empiezan a escasear de manera severa los productos de canasta familiar. Y es que Necoclí tiene 22.000 habitantes a los que ahora se suman los más de 10.000 migrantes, “y no hay cómo sostenerlos”, dice Tobón, quien agrega que en el pueblo “no se consigue una sola habitación para hospedarlos, incluso los dueños de inmuebles les piden a los locales las casas y los apartamentos para alquilárselos a los migrantes porque pagan dólares, la moneda principal hoy en Necoclí es el dólar”.
La mayoría de los migrantes entran al país por la frontera con Ecuador —algunos de manera legal y otras por infinidad de trochas por donde arriesgan la vida a manos de los llamados coyotes—, desde allí empiezan una travesía silente de terminal en terminal donde suelen ser retenidos por las autoridades, cientos denuncian ser víctimas de soborno y abusos, aún así logran llegar al Urabá donde se encuentran con el mar, que finalmente cruzan gracias a un aparato que bordea las líneas de la legalidad y que los lleva hasta Panamá, sin embargo, dado el gran flujo ahora es imposible que continúen con su viaje. La mayoría de alcaldes de esta subregión de Antioquia siempre han pedido un acompañamiento permanente de Migración Colombia, cosa que parece intermitente.
Dice el alcalde Tobón: “Le hemos pedido al Gobierno nacional que nos visite pero no ha escuchado. Pedimos que Migración Colombia nos instale un punto permanente en Necoclí para que se apersone de la situación de los migrantes. Necesitamos un documento Conpes para tener recursos en los momentos en que se presente una emergencia sanitaria como la que tenemos ahora. Finalmente, hay que dar un salvoconducto para que esta gente no sea presa de los coyotes, como antes de la pandemia”.
Durante varios años, Migración Colombia le entregó a los migrantes un salvoconducto que les permitía permanecer en el país nueve días, este podía renovarse en casos de imposibilidad de continuar con el viaje, sin embargo ahora no lo entregan, lo que reviste sus movimiento de ilegalidad. Como si fuera poco, al no tener el salvoconducto, los dueños de hoteles y empresas de transporte se arriesgan a prestarles algún servicio porque pueden ser imputados por tráfico ilícito de migrantes, como sucedió en 2016 cuando varios ciudadanos de Turbo fueron capturados por prestar ayuda humanitaria a viajeros cubanos.
“Hoy transportar a los migrantes por el transporte regular es un delito y los empresarios se están exponiendo a que les inmovilicen los vehículos, es una situación compleja, por eso aprovecho el espacio par pedir que el Gobierno nacional nos visite y mire que está pasando y le demos una solución pronta a esto, porque yo presiento que esto es una bomba de tiempo”.
Dice Tobón: “Ha habido muchos accidentes. En el mismo Golfo de Urabá muchas embarcaciones han naufragado. Y es que los coyotes no llegan a la propia costa a desembarcar a los migrantes, ellos a los cien metros o doscientos metros los hacen tirar al mar en horas de la noche para que naden y lleguen a la costa y muchos no saben nadar, ese es un peligro grande que tienen, porque ellos en su desespero salen a ver quién los logra transportar en las noches, porque los coyotes salen es de noche”.