“Regresamos de los World Games y ella se hizo unos chequeos médicos porque estaba enferma, le diagnosticaron un cáncer gástrico. Se realizó una gastrectomía, le retiraron el tumor, pero tuvo una recaída. Tenía muchos tumores en el intestino y esto hizo una obstrucción. Clínicamente, no había mucho que hacer”, es el relato de Juan Manuel Lemus, esposo de Carolina, para resumir lo que tuvo que padecer su esposa.
Desde ese momento las clases, los viajes y la preparación para competir se cambiaron por constantes visitas al médico; insomnio, pérdida de peso y un intenso dolor que nunca disminuyó. Sin embargo, apareció una solución dolorosa para la familia, pero no para Carolina que, como paciente, empezó a contemplarla.
“Intentamos por todos los medios, tratamos de buscar otro tipo de soluciones, tratamientos e infinidad de cosas, pero cuando la íbamos a sacar de la clínica para intentar hacer algo así, los médicos nos reunieron y nos mostraron la realidad. Hablaron de la eutanasia y la sedación paliativa”, confesó el esposo de Carolina.
La patinadora se decidió por la segunda, la sedación paliativa, que consiste en la disminución deliberada del nivel de consciencia del enfermo, con el objetivo de evitar un sufrimiento insoportable mediante medicamentos, tras no lograr la cura con tratamientos disponibles. Fue una lucha que incluso involucró sus creencias religiosas, según dijo su esposo.
“Caro optó por algo distinto a la eutanasia, es un poco más natural y realmente tomó esta decisión por el estado tan avanzado de la enfermedad. Ya la habían desahuciado”. Pero al conocerse la noticia, las críticas no se hicieron esperar.
Además del luto y la tristeza por la pérdida de Carolina, la familia aguantó insultos en redes por lo que muchas personas consideraron un suicidio asistido. “Hicimos todo lo que pudimos para que estuviera bien: cirugías, inyecciones, medicamentos, estudios y exámenes. Un día ella nos dijo: ‘Por favor, no más. Estoy cansada’”.
40 años es poco tiempo para vivir, más para una esposa y mamá que se destacó como deportista. De su hijo Sebastián no solo hizo un gran hombre, también un campeón bolivariano, panamericano y centroamericano y cinco veces rey nacional en el deporte que ella misma le heredó. Carolina obtuvo el título como formadora en el grado de más alto nivel del World Skate (organismo rector del patinaje mundial).
“Sebastián inicialmente tenía la esperanza de que podíamos salir de todo esto, que íbamos a continuar con nuestros planes. Aparte de su mamá, Carolina era su entrenadora, confidente, era su todo. Respetó la decisión porque no la quería ver sufrir más”, dijo Juan Manuel.
Determinada, líder y luchadora por sus ideales hasta el final, incluso para la decisión que puso a prueba el egoísmo que desencadena el amor. Entre sus últimas peticiones, Carolina optó por llevar el uniforme que Colombia presentó en los pasados Juegos Olímpicos para su velación, y antes de cerrar los ojos para siempre se llevó el dulce sabor de la vida.
“Pidió un arequipe, entonces mi cuñada lo consiguió y con el dedito lo saboreó. También un jugo de mandarina. Fue lo último que hizo, me tomó la mano y dijo: ‘Esto es lo mejor porque me voy feliz’. Después dejó un audio para sus amigos. Al otro día empeoró, le dije que se fuera tranquila, suspiró y se fue”, finalizó entre lágrimas Juan Manuel Lemus.