Durante el ejercicio de Juan Diego Alvira visitando un hospital público y en una de las mejores clínicas del país, se encontró con la historia de Jenny Marcela Díaz, una joven de 23 años de escasos recursos que recibió atención médica para su hija recién nacida en la Clíncia Santafe, donde prácticamente le salvaron la vida, pues había nacido con una malformación en el sistema digestivo.
En su testimonio, la joven contó que en Mosquera, Cundinamarca, le brindaron las primeras atenciones una vez nació, pero tuvo dificultades por infecciones y otras; esa fue la razón por la que fue remitida a la Clínica Fundación Santafe, donde finalmente la estabilizaron, le hicieron una nueva cirugía y en este momento se recupera de forma positiva.
Jenny Marcela comentó que está pasando por un momento muy difícil en materia económica y que fue abandonada por su pareja en el momento en el que los médicos, durante un control prenatal, se dieron cuenta de que la niña venía con la malformación: los intestinos se estaban desarrollando por fuera de su pequeño vientre.
“Desde que él supo que ella venía con eso, como desde los cinco meses, se fue. No sé si le dio pena con lo que venía su hija”, se preguntó Jenny Marcela, que al tiempo comentó que el muchacho la dejó sin dar mayores explicaciones.
En su pueblo, la joven se dedicaba a la venta de ropa en algún almacén que la contrataba, especialmente durante las temporadas más activas en materia comercial.
Clínica para ricos y pobres
Juan Diego Alvira se encontró esta historia durante su visita a esta clínica donde las personas de escasos recursos reciben la misma atención que aquellas personas pudientes que acuden al centro médico en busca de ayuda. Así lo narró Juan Diego:
“¿Será que aquí solo pueden entrar pacientes con dinero? ¿Con medicina prepagada? Lo que encontré realmente, querido lector, lo va a sorprender. No podía creer cuando el director de la clínica, el doctor Henry Gallardo, me dijo esto: ‘Entre el 20 % y el 25 % normalmente vienen de la seguridad social, y ese es como un estándar permanente. A veces llega al 40 % (...) Aquí todos reciben el mismo nivel de atención”.
“No importa que sean de cuna de oro o de paja. Allí hay nueve chiquitines prematuros que reciben la mejor de todas las atenciones. Naturalmente, no quiero decir que no suceda igual en un hospital público. Pero siendo honestos, aquí, todos, absolutamente todos los detalles, están milimétricamente diseñados y pensados”, agregó.
“Hay una sala de quemados donde me encontré a una madre de Villavicencio, del régimen subsidiado, y ella contó que después de que fue remitida a Bogotá quedó ‘feliz y contenta con el servicio de la clínica’. Sobre el sistema de salud del país, considera que el servicio entre ricos y pobres es igual, pero sí es diferente la atención dependiendo de la clínica o el hospital donde se reciba”.
“En esta clínica, nueve de cada diez personas trasplantadas son del Sisbén o están afiliadas a alguna EPS. Charlé con Osman Andrade, un paciente que a través de su EPS recibió un trasplante de hígado hace 11 meses por una cirrosis”, dijo.
“Profundamente agradecido por la atención que ha venido recibiendo, opinó sobre la idea de cambiar el sistema de salud en nuestro país: ‘Estamos acostumbrados a desarmar lo que ha servido por rencores personales o políticos. El sistema, por lo menos para mí, ha sido vital’, me contó”.
“Ojalá el servicio de salud que reciben los colombianos fuera como el de esta clínica. Que sin importar si el paciente es rico o pobre, si vive lejos o cerca, pueda sentirse a gusto con la atención que recibe. Para eso, estoy convencido de que lo más saludable es mejorar lo que tenemos, sin dar saltos al vacío”, finalizó Juan Diego Alvira.