Una verdadera tormenta política se generó en el país en los últimos días, luego de que el presidente de la República, Gustavo Petro, anunciara que su Gobierno permitirá que el campesino siga cultivando la hoja de coca, mientras que la sustitución de cultivo funcione y así pueda, según el jefe de Estado, trasladarse definitivamente a una opción de cosecha lícita.

El primer mandatario dio instrucciones para que se diseñe un programa que cumpla con la finalidad de entregar un negocio sólido y sostenible a los campesinos.

“Se debe diseñar un programa para que un campesino pueda seguir con la hoja de coca mientras funcione el cultivo sustitutivo. Nos van a decir que conviven con ese satán. No, convivimos con la realidad, no solamente no cometer los errores del pasado, se puede hacer con un proceso de diálogo”, fueron las palabras de Petro en su momento.

Pues bien, a raíz de la polémica que se generó en el país ante este anuncio, este fin de semana el presidente Petro le salió al paso a los cuestionamientos y afirmó que de ninguna manera su Gobierno va a permitir la cocaína en el país.

Así lo dio a conocer el jefe de Estado desde la Escuela Militar de Cadetes General José María Córdova en Bogotá, en medio de la ceremonia de ascenso a generales de la Fuerza Pública. “No estamos diciendo que vamos a permitir la cocaína, estamos diciendo que vamos a capturar a los dueños de la cocaína. Ese es el objetivo que le propongo a la Fuerza Pública. Es con inteligencia pura”, señaló Petro de forma tajante.

Petro aseguró que la prioridad de la política pública de Seguridad y Paz de Colombia en los próximos años estará enfocada en el fortalecimiento de la inteligencia de la Fuerza Pública para adaptarse y transformarse a lo que denominó las “nuevas multinacionales del crimen”, que son “cada vez más capaces para matar, para ser bárbaros, para controlar territorios, incluso para controlar Estados”.

En ese sentido, explicó que estas nuevas realidades del crimen trascienden las fronteras, con actores mucho más poderosos que antes y que han cobrado alrededor de un millón de vidas en Latinoamérica.

“Este mundo también está cambiando sustancialmente: los dueños del narcotráfico empiezan a tener otros estilos en sus ‘prácticas gerenciales’ y, por tanto, la capacidad del Estado tiene que adaptarse y transformarse para poder combatir esa nueva realidad”, agregó.

Al respecto, dijo que “Colombia ya no es el país en donde estaba encapsulada la mafia de la cocaína: hace tiempos dejó de serlo, ahora es americana y está a punto de convertirse en global” y, por ello, Colombia necesita una capacidad de inteligencia “muchísimo mayor que la que tenemos hoy, para combatir el verdadero rival de la tranquilidad ciudadana”.

Aseguró, a su vez, que la estrategia del Estado para combatir las nuevas realidades del crimen debe cambiar: “No es un asunto exclusivamente de fusiles, de ejércitos o de agentes de la Policía”. Esta estrategia, señaló, “tienen que ver más el cerebro y las matemáticas; la inteligencia”.

Explicó que para lograr ese objetivo se requieren expertos en redes, idiomas, cálculo, finanzas internacionales, derecho y en la información que está en la internet, entre otras disciplinas, y que la operación antinarcóticos en Colombia “no será ya más la fumigación sobre campesinos, no será la guerra entre la Fuerza Pública y el campesinado de Colombia. Tiene que ser la interdicción, es decir, detener los grandes cargamentos: salgan por mar, por el río o por el aire. Tiene que ser detener a los dueños del capital”.

Además, reiteró la necesidad de reconocer que ha fracasado la política antidrogas en el mundo, “sin que ceda un centímetro del consumo”.