El actuar criminal de José Manuel Vera, alias Satanás, continua y parece no tener freno pese a estar detenido en la cárcel La Tramacúa, en Valledupar, desde donde no solo da órdenes para seguir extorsionando y amenazando a los comerciantes en Bogotá, sino que también ha llegado a intimidar a la directora de dicha prisión.
El juzgado 37 Penal municipal de control de garantías de Bogotá desarrolló el pasado jueves, 21 de marzo, la audiencia contra el peligroso delincuente, luego de hallarle en su poder un celular marca Samsung y dos sim card, los cuales le fueron decomisados en la cárcel de máxima seguridad, además de la incautación de una carta amenazante contra la directora.
En dicha carta señalaba que “yo le solicito mi traslado en menos de 24 horas; de no ser así, yo, ‘Satanás’, me voy a sentir en la obligación de empezar a matar a los señores de la guardia Inpec”.
Además, la Fiscalía General de la Nación ya tenía en su poder dicho documento y algunas personas del penal indicaron que Satanás estaría logrando doblegar a las autoridades carcelarias para sobornarlas.
En medio de esta peligrosa situación ante el perfil delictivo de este criminal venezolano, cuatro funcionarios del Inpec eran los encargados de trasladar a Satanás para que hiciera presencia en la audiencia del jueves, pero el hombre se opuso, los intimidó y se negó a acudir sosteniendo una actitud desafiante.
A pesar de la negativa de acudir a la audiencia, el juez instaló la diligencia y se procedió a legalizar los materiales probatorios de los celulares en los que se encontraron varias informaciones de amenazas.
La fiscal 423, delegada ante el Gaula en Bogotá, informó que Vera Sulvarán, estaría realizando extorsiones en Valledupar y el departamento del Cesar con mensajes como: “Para nadie es un secreto a que nos dedicamos nosotros, ya ustedes han visto cómo actuamos en los hechos y necesito que nos apoyen con 20 millones de pesos, sabemos que tienen la manera, cómo apoyarnos, comunícate, atentamente Satanás”.
El peligroso actuar de Satanás no se queda en solo palabras, pues los hechos hablan por sí solos al asesinar de manera cruel a quienes se niegan a pagar las extorsiones, como llega a lanzar granadas contra los establecimientos comerciales.
“No se queda en las amenazas, sino que las cumple”, manifestó la fiscal. Ahora se indagará sobre quiénes fueron los responsables de entregarle los celulares a Satanás con los que sigue cometiendo sus delitos.
Alias Satanás quiere expandir su infierno en los Estados Unidos
Aderbiss Segundo Pirela, alias Pedrito o Maracucho, llegó a los Estados Unidos, no huyendo, sino con una misión puntual: expandir el reinado de terror de alias Satanás en ese país. Por fortuna, el mismo Pedrito delató su paradero y le permitió a los investigadores de la Sijín, en Bogotá, informar a las autoridades norteamericanas.
La salida de alias Maracucho de Colombia, luego de estar al mando de la organización criminal mientras su jefe, alias Satanás, está en la cárcel, fue una orden directa. Su reemplazo en Bogotá ya estaba listo. Alias Moisés, del que no se conoce ni el nombre, tiene el encargo de mantener el grupo criminal y acumular una riqueza que ya ni siquiera calculan.
Alias Maracucho, “se calentó” dijeron algunas fuentes. Varios de sus colaboradores fueron capturados, asesinó a un miembro de la organización y su estadía en Bogotá complicó el “ambiente laboral” en la banda de asesinos, extorsionistas y traficantes. Salió hasta Turbo, en Antioquia, pero no lo hizo solo. Al menos nueve de los principales criminales de la banda de Satanás lo acompañaron.
“Se llevó a alias Piraña, Flaco, Izarra, Zancudo, Reimar, Veoveo... En todo el trayecto va robando a migrantes”, señalaron fuentes a SEMANA, quienes advirtieron cómo estos delincuentes se quedaron sin dinero en el camino y acostumbrados al crimen optaron por atracar a los migrantes.
De Turbo pasaron a Capurganá en Chocó, la puerta de entrada al Tapón del Darién, la ruta que miles de migrantes hacen todas las semanas para llegar a Centro América y de ahí a los Estados Unidos. Los sicarios, torturadores y traficantes de Satanás hicieron la misma ruta, pero armados y amenazando, comiendo lo que otros migrantes llevaban. Los atracaban, les quitaban el dinero y mientras tanto se tomaban selfies.
En Estados Unidos alias Maracucho y sus secuaces se alojaron en refugios, le decían a las autoridades migratorias que estaban tras un asilo, que eran venezolanos desplazados por la violencia y el régimen, así consiguieron ganar tiempo, dos meses de un permiso temporal que usó para llegar a Texas y en cuestión de días, andaba en camioneta, alquiló un espacio y arrancó su misión: expandir el cáncer de Satanás por las calles norteamericanas.
Mientras alias Maracucho se tomaba selfies en la entrada de México, en Bogotá, la Policía Metropolitana y la Fiscalía solicitaban una circular azul de Interpol, el documento que un mes después permitió su captura en Estados Unidos.