El panorama económico en el mundo, y Colombia no es la excepción, anticipa una profunda desaceleración para este año, en el que aún se mantendrá una inflación alta y posiblemente persistirán las elevadas tasas de interés de los bancos centrales.
El crecimiento global se estima en 1 %, y el de Colombia está en un rango que va de 0,2 % que calcula el Banco de la República, hasta algunos analistas cercanos, a 2 %, frente al 7,5 % de 2022.
¿Qué hacer? El expresidente César Gaviria, director del Partido Liberal, en un documento sobre la caída del crecimiento económico y las propuestas adelantadas por el Gobierno nacional, hizo una advertencia: “Si pensamos en alguna decisión crucial para este momento, esta sería la de evitar darles golpes a las actividades productivas, al comercio de bienes y servicios, al crecimiento y a los flujos financieros. Si no se toman medidas que propicien y defiendan la expansión económica, las actuales decisiones del Gobierno podrían bajar aún más ese modesto potencial de crecimiento estimado”.
Señaló que no se está teniendo en cuenta la innumerable cantidad de empresas extranjeras que han suspendido la ejecución de sus proyectos en Colombia en materia de energía, infraestructura y obras públicas, y tampoco las decisiones de empresarios colombianos atemorizados. “¿Será que el pánico que están generando le sirve a Colombia?”, dijo.
El primer llamado fue con relación al sector minero-energético, que hoy genera gran parte de la caja del Gobierno, pero que se encuentra entre las posiciones ideológicas y el limitado razonamiento económico.
Para Gaviria, cuando la ministra de Minas, Irene Vélez, y el presidente Gustavo Petro mencionan la idea de no realizar más exploraciones de petróleo y gas, hablan directamente de una baja del crecimiento económico. Y agrega que de 2011 a 2021 más del 67,4 por ciento de las exportaciones de Colombia fueron minero-energéticas y generaron ingresos por 357.544 millones de dólares.
“Hasta el momento, no he oído de ningún otro país en el mundo que haya hecho tal anuncio en tan difícil contexto. Por el contrario, los gobiernos de México, Venezuela y Brasil ―afines a Colombia― se esfuerzan para aumentar su producción de crudo y así llenar el hueco que, ingenuamente, va a dejar a nuestro país”, afirmó en su documento el exmandatario. Y agregó que mientras el presidente Petro gana un gran prestigio a nivel mundial “frente a los ecologistas extremos y jóvenes utópicos, las grandes potencias tratan de lograr un incremento en su producción con fracking”.
Calificó de “ilógico” detener la exploración en nuevas zonas y se mostró de acuerdo con Felipe Bayón, saliente presidente de Ecopetrol, cuando afirma que, al tener una industria robusta y sólida, esta misma se encargará de generar los recursos para financiar la transición energética. “¿Valdrá la pena sacrificar la producción petrolera afectando nuestro crecimiento económico? O, ¿por qué Lula, AMLO y Maduro hacen todo lo contrario?”, se preguntó.
Gaviria se fue contra la ministra Vélez. Basándose en la renuncia de la viceministra Belizza Ruiz, dijo que la desinformación y la falta de rigor de la ministra “son claras y tangibles”. Ejemplo de esto, es el intento por fundamentar una política de no exploración. “Es necesario tener en cuenta que Colombia emite hoy 0,58 por ciento de los gases de efecto invernadero a nivel mundial, gases que inciden en el cambio climático. Un programa ambicioso para parar la deforestación, sembrar árboles y recuperar la Amazonía hubiese sido suficiente para cumplir las modestas metas de Colombia frente a los compromisos de París”, señaló.
Siguiendo con el sector minero-energético, Gaviria llama la atención en que el metal más importante para la transición energética es el cobre, clave para el desarrollo de las soluciones de energía renovable, desempeñando un rol relevante en los sistemas de energía, tanto solar como térmica y eólica. “Y mientras Chile, Perú y Brasil encaminan su cauce para ser grandes productores de cobre, pareciera que nosotros quisiéramos matar toda su producción. El presidente, ingenuamente, cree que con turismo vamos a reemplazar todas las exportaciones minero-energéticas. Supondría uno que se debería mirar hacia el futuro y no al pasado, pero en lugar de eso vamos a retroceder medio siglo”, advirtió.
Según Gaviria, el Gobierno desconoce que la minería del cobre no pone en riesgo las fuentes hídricas y sugirió adelantar un trabajo investigativo que permita dilucidar los beneficios de este proceso, “y no lo que están haciendo con Quebradona”, una de las iniciativas cupríferas más relevantes, ubicada en Jericó, Antioquia, y que está catalogada por el Estado colombiano como un Proyecto de Interés Nacional Estratégico (Pine). “Es el más grande y más adelantado proyecto de cobre en el país y que próximamente culminará la etapa de recolección de información para presentar su estudio a consideración de la Anla, si es que el Gobierno permite que se recolecte la información”, afirmó Gaviria. Dijo que es “inexplicable” que, por razones ideológicas, el Gobierno obligue al país a renunciar a valiosas fuentes de riqueza necesarias para la transición energética. Con el cobre se transmite la electricidad, se construyen las baterías y se puede llegar a destacar ante los demás mercados mundiales.
El expresidente Gaviria también hizo advertencias sobre el futuro de la infraestructura y dijo que las obras están amenazadas por un comentario del presidente Petro, escuchado en México y Brasil, de que Colombia tiene más peajes que Brasil y Argentina, y que eso no está justificado. “No tienen presente, quienes así piensan, que atravesar tres cordilleras de los Andes en varios puntos tiene un costo gigantesco y que el enorme atraso de Colombia en los dos primeros siglos de vida independiente radicó en el aislamiento de los mercados nacionales e internacionales”, agregó y dijo que ya estamos en marzo y el Gobierno no ha firmado ninguna alianza público-privada (APP).
Pero no solo describió el panorama, Gaviria fue más allá. Dijo que se trata de “una cadena de arbitrariedades” que nos costará centenares de millones de dólares en decisiones de inversiones o, incluso, sanciones por parte de instituciones como la OCDE. Todo esto en un ambiente de temor e incertidumbre generalizado.
Y para él, esto se resume en la evolución de una variable: la tasa de cambio. “El peso colombiano se ha devaluado bastante, más que otras monedas de la región, y esto no se le puede atribuir únicamente a la coyuntura internacional. Su causa es el crecimiento del riesgo país, medido por el temor de los inversionistas a invertir en Colombia. Este riesgo ha aumentado ante los anuncios de la suspensión de la exploración de petróleo y gas, el hostigamiento a los inversionistas, el cambio de reglas de juego en infraestructura y servicios públicos; y la estatización de la salud y otros servicios sociales. Tal parece que, si la situación sigue así, terminaremos ante la reducción radical, aún más, del pobre crecimiento esperado de la economía nacional”, advirtió el exjefe de Estado.
Incluso, evidenció diferencias en el interior del Gobierno sobre las visiones y recordó que, en enero, el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, se preguntó por qué Colombia no produce más cobre. “Ya sabemos que la ministra aborrece la inversión extranjera. Si se mira de cerca, estos proyectos detenidos frenarán la contratación de mano de obra –empleos– y regalías cuantiosas que los municipios perderán como productores. Sin duda alguna, la ministra de Minas piensa que esta discusión se reduce a un contexto filosófico y no económico. ¿Entonces supondría uno que hay que prepararse para que la economía decrezca? O por lo menos eso dio a entender, sin atenuantes, en el peor lugar para decirlo: Davos”.
En el sector de salud, advirtió que es “muy desafortunada y catastrófica” la información sobre la debilidad financiera de las EPS. La ministra Corcho se encuentra retrasando los giros de la Nación y ya la banca cerró los créditos, precipitando una crisis que se yuxtapone a su discurso de anticrecimiento”.
También se preguntó: “¿Y qué decir de la política de acabar los contratos de prestación de servicios en este momento? ¿Cuántos empleos se van a perder en 2023 con los anuncios de la reforma laboral? ¿Cuántas compañías van a cerrar?”.
Y agregó: “Si quieren llámenme neoliberal ―insulto de moda para referirse a los adversarios de las ideas del Gobierno nacional― por querer salvaguardar los derechos de todos los colombianos, por querer atraer inversión y por querer mejorar la calidad de todos nuestros ciudadanos”.
Su documento es un llamado de atención al Gobierno, que no ha considerado reparar sobre la totalidad del contexto en que está el país, apelando por hacer reformas que calificó de “caprichosas, sin técnica y sin consultar o reunir a los diferentes sectores involucrados”. Debemos construir sobre lo construido, concluyó.