Luis Alfredo Garavito, el confeso asesino de por lo menos 172 menores de edad en la década de los 90, falleció este 12 de octubre, al parecer, tras un cáncer que venía padeciendo hace ya varios años.

El hombre no solo había asesinado a sus víctimas, sino que también las había violado sexualmente y torturado en muchos casos.

Luis Alfredo Garavito, conocido como 'La bestia', el 27 de junio de 2011 mientras pagaba su condena de 40 años de cárcel. | Foto: Colprensa

Así las cosas, SEMANA contactó al periodista Federico Benítez, quien tuvo la oportunidad de entrevistar al confeso asesino años atrás.

El comunicador logró el primer contacto con Garavito a través de un pastor de la cárcel que bautizó al asesino (el recluso), tras convertirse al cristianismo entre el año 2004 y 2005, cuando el periodista era investigador de El mundo según Pirry.

Al hacer el “contacto con el pastor se le propuso a Garavito hacer el documental, para precisamente contar la terrible historia de los asesinatos que él cometió, que, confesos, eran 172″, señaló.

“Él me daba información, era muy hábil, muy meticuloso y sabía muy bien cómo funcionaba la justicia en Colombia y los beneficios que daba”, actuaba en pro de esto.

La única exigencia que hizo para ese programa, era “pedirle perdón a las víctimas y no es que tuviera un arrepentimiento genuino, lo que pasa es que como era tan calculador dijo ‘si yo salgo pidiendo perdón en un medio de comunicación nacional, pues eso me puede rebajar la condena’. Él todo lo hacía en función de eso en esa época”, agregó Benítez.

Garavito en entrevista con Poveda | Foto: Cortesía Rafael Poveda

Y añadió: “nosotros duramos más de dos años investigando y sabíamos que era importante la información que él tenía, pero no nos íbamos a prestar para su juego, porque era realmente muy manipulador. (Garavito era) una persona muy educada, que lo miraba a uno fijamente a los ojos; nunca mostró un remordimiento por lo que hizo, así de dientes para afuera lo expresara”.

“Lo primero que uno notaba es que Luis Alfredo Garavito tenía una capacidad de manipular enorme. Yo me acuerdo de que, en esa época, cuando yo entré a la Tramacuba, un guardián del Inpec, en esa época, me dijo, ‘no le pregunte muy duro al Señor Luis Alfredo, porque él se pone muy mal cuando lo presionan’. Eso me dio entender a mí que era una persona con un gran poder de manipulación”, indicó a este medio el investigador.

“Y cuando hablé con él por primera vez, me doy cuenta de eso. Nosotros ya habíamos hablado con un psiquiatra que lo había analizado y nos dijo ‘ojo que los va a manipular’, porque cuando usted se sentaba a hablar con él, era una persona totalmente educada”, añadió Federico Benítez.

“Para mí fue muy fuerte la primera vez que le di la mano cuando él, por el hecho de saber que con esa mano asesinó a 142 niños; era muy fuerte”, relató.

Luis Alfredo Garavito tenía un fuerte cáncer de ojo. | Foto: Archivo particular/Cortesía: Rafael Poveda

“Garativo, era una persona obsesivo-compulsiva; tenía la celda llena de escritos. Escribía en papel y pegaba los papeles ahí. Tenía una memoria fotográfica impresionante, me daba mapas donde podía haber restos de niños; me describía los lugares y me dibujaba en un mapa y las características coincidían como me las describía en el mapa y había estado en ese lugar 13 años antes y desde la cárcel se acordaba perfectamente como era todo”, añadió.

El asesino eran tan calculador, que medía su crema dental, “sabía que si echaba determinada cantidad en el cepillo, esa crema dental le duraba 30 días o más. Una persona totalmente obsesiva. Había días en los que uno iba y lo encontraba llorando y nostálgico; otras veces enojado con el mundo, creyéndose Hitler... Una persona muy inteligente y muy cínica, sin ningún remordimiento de lo que hizo”.

“Se acordaba perfectamente de todo lo que hizo y tenía la excusa perfecta para justificarse, nunca decía ‘yo cometí un homicidio, una tortura, una violación’. No, él se justificaba y decía que cometió ‘hechos punibles’”, indicó.

“Garavito aseguraba que una voz le decía que tenía que matar y que siempre estaba borracho. Él decía que nunca hubo violación a los niños, argumentando que tenía una disfunción eréctil, pero sí había una violación, porque por el ano violaba a los niños. Eso era algo que nos contaban los forenses. Él siempre justificó sus crímenes, como si él no fuera el culpable. Decía que era el demonio el que le hablaba cuando él tomaba trago y siempre encontraba una excusa”, puntualizó Federico Benítez en diálogo con SEMANA.

“Él era una persona muy introvertida, en él confluían muchas cosas, el alcoholismo, la pedofilia, era un asesino serial, era obsesivo-compulsivo... Eso se da uno en un millón. Él decía que todo se debía al alcoholismo, que cuando él empezó a tomar trago era el demonio el que le decía que tenía que matar a los niños y se recorrió el país matando niños. Él encontró en el alcohol el mejor aliado para justificar sus crímenes.”, concluyó el periodista.