Semana: ¿Qué papel puede jugar la OEA en el proceso de paz en Colombia? Luis Almagro: Ya lo está jugando. Durante varios años, la misión de acompañamiento al proceso de paz es uno de los instrumentos principales para la reinserción social de excombatientes, para la verificación del desminado, para el tratamiento de presos. Es algo que tiene una impronta muy fuerte que está dirigida a la gente, a fortalecer sus dinámicas sociales, y apoyar a las víctimas. Creo que en el futuro puede expandirse. Semana: Pero la OEA llegó para la desmovilización de los paramilitares. ¿Es válida esa experiencia para ayudar en la paz con la guerrilla? L.A.: Hemos reorientado nuestro trabajo, y hoy tiene un foco diferente, para fortalecer el sistema en todas sus variables, desde inserción hasta cuidado de las víctimas y desminado. Estamos orientados a las comunidades. Tenemos una lógica de derechos humanos y queremos fortalecer las dinámicas institucionales que tienen que ver con la negociación. Semana: La paz en Colombia, ¿le importa a la región? L.A.: Sí. Tiene una dimensión hemisférica. Pero la solución tiene que ser esencialmente colombiana. Queremos que el proceso sea fructífero, pero la negociación tiene que ser colombiana. El principal fracaso de un sistema político es cuando no pueden dialogar sus principales actores políticos y sociales, que es lo que pasa cuando no hay paz. El proceso ha abierto un diálogo que es muy necesario para que el sistema político se fortalezca. Semana: Los mecanismos de derechos humanos de la OEA, ¿aceptarían una justicia transicional para las Farc? L.A.: Colombia es un Estado de derecho, un país apegado a sus compromisos internacionales. Las soluciones van a estar determinadas por un marco legal, consistente y coherente, y esos nos van a dar tranquilidad. Nadie va a tener que oponerse a lo que se resuelva aquí, porque incluirá los elementos necesarios de verdad y justicia. Semana: ¿Cómo va el mandato que recibió la OEA para evaluar nuevas alternativas de lucha contra las drogas? L.A.: Se elaboró un informe, se publicó en 2013 y es innovador. Dice que no hay una fórmula mágica para resolver el problema. Otra cosa muy importante es que nos mueve de la fase represiva a una conceptualización de política de acceso a derechos. Incorpora también el efecto nocivo hacia los jóvenes y hacia la salud. Rehabilitación y tratamiento tienen que ser fundamentales. Y hay que combinar todos los elementos. El enfoque tiene que ser integral y no solo de seguridad. Semana: ¿La normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba facilitará que un embajador de Cuba se siente en el Consejo Permanente de la OEA? L.A.: Nos vamos a dar tiempo. La OEA ha limpiado el camino para que Cuba pueda participar en otras instancias interamericanas que le resulten menos problemáticas que la OEA. La OEA es un mal nombre para Cuba desde su suspensión en 1962, y porque la agenda durante la Guerra Fría fue de confrontación. Y después la OEA se demoró en tener una nueva visión hacia Cuba. Semana: ¿Llegaremos a la incorporación plena de Cuba? L.A.: Sí. Va a ser así. Pero con una agenda de trabajo que nos permita ir limpiando las diferencias. La resolución de 2009 le da a Cuba la iniciativa de comenzar el diálogo. Nosotros abriremos las puertas para que así sea. Con el sentido de la oportunidad que Cuba vaya sintiendo respecto a los pasos que va dando. Cuba tiene una agenda muy positiva, con el diálogo con Estados Unidos y porque tiene buenas relaciones bilaterales con todos los países, pero hay una dinámica histórica con la OEA que le resulta muy pesada y algunos implementos de la OEA que han sido interpretados como que le apuntan al sistema político cubano. Esas cosas hay que resolverlas. Semana: ¿Qué puede hacer la OEA en el proceso electoral de Venezuela con miras a las elecciones de diciembre? L.A.: La OEA hizo un ofrecimiento para observar las elecciones legislativas del 6 de diciembre. Sería importante para todos los venezolanos que una organización como la OEA garantizara de una manera fidedigna el resultado y que evitara cualquier conflictividad posterior. El 6 de diciembre, como en cualquier elección en nuestros países, es un punto de inflexión y por eso el proceso tiene que ser el más transparente y el más legítimo. Los niveles de desconfianza, que son públicos, entre gobierno y oposición, hacen necesario un garante reconocido para ese proceso. Semana: ¿Todavía está abierta la puerta? L.A.: Sí. Nuestro nivel de insistencia es enorme, descomunal. Vamos a seguir insistiendo sobre este punto porque creemos en la importancia de nuestra participación. Queremos que la próxima elección en Venezuela no tenga las características postelectorales que tuvieron las dos últimas, en las cuales muchos venezolanos de ambas partes murieron. Semana: Hay varios problemas en la región: fin de bonanza económica, desacuerdos sobre temas fundamentales, conflictos, nuevas entidades integracionistas, ¿qué papel le corresponde a la OEA en un momento tan complejo? L.A.: El papel de la OEA es fundamentalmente político, y en estos problemas –y otros como la corrupción e impunidad, o los dramas sociales- hay disfuncionalidades en los sistemas políticos. La OEA tiene que velar por el fortalecimiento de la democracia y plena vigencia de los derechos humanos. Apuntar a mejorar condiciones de diálogo dentro de los sistemas políticos. Combatir la corrupción. Semana: ¿Por qué no opera la OEA en el fomento de la democracia y no se aplica, por ejemplo, la Carta Democrática? L.A.: Tengo un récord muy limpio en áreas como la defensa de la democracia y la promoción de derechos humanos y quiero irme de la OEA, al terminar, con el mismo récord limpio. Lamentablemente la Carta no le da instrumentos al secretario general para que ande por ahí metiéndose en la defensa de la democracia. Los países fueron muy celosos en encerrarse en sí mismos a la hora de aprobar la Carta Democrática. La Secretaría General solo actúa por invitación. Semana: ¿Qué sí se puede hacer? L.A.: Es muy importante lo que políticamente actuemos. Podemos ayudar a los países desde adentro o desde afuera con nuestra opinión política y nuestra visión. Sobre cómo nuestros sistemas políticos deben ser cada vez más éticos y apuntar a un deber ser y con mayor vigencia de derechos humanos. No solo políticos, sino también económicos y sociales. Semana: ¿Cómo quisiera que la historia recuerde su paso por la Secretaría General? L.A.: Lo que quiero es que el próximo secretario general sea mucho mejor que yo y que lleve a la OEA mucho más lejos y que las dinámicas de democracia y derechos humanos sean todavía más fuertes. Creo que es muy importante no ‘autorreferenciarse’ y no ‘autoimportantizarse’. La OEA tiene que complementarse con Celac, Unasur, el Cica, Caricom. Y evaluarnos críticamente siempre. Semana: ¿Es relevante la OEA? L.A.: El discurso de que la OEA es irrelevante es malintencionado y sin fundamento. Cuando la OEA da una opinión política, tiene un peso hemisférico muy fuerte. Más que el de muchas otras organizaciones.