Cuando asesinaron a Alberto Ortega García, a sangre fría, en plena calle 85 y cuando salía de un gimnasio, la ciudad se alarmó. La noticia se viralizó y hasta la alcaldesa de refirió al tema advirtiendo que la víctima tenía algunos antecedentes.
Lo que no se sabía es que los asesinos fueron capturados sólo horas después. La inmediatez de la noticia llegó, a través de los medios de comunicación, al celular de un policía en el sur de Bogotá, que reconoció la moto en la que se movilizaban los homicidas.
El uniformado, junto con sus compañeros, instalaron puestos de control en la localidad de Ciudad Bolívar y los asesinos cayeron. Cuando identificaron la moto, los policías solicitaron una requisa, algo de rutina, a lo que están acostumbrados todos los motociclistas en Bogotá, lo que no sabían era que los estaban buscando.
Una vez se detuvieron, los policías encontraron un arma de fuego y todas las características que saltaron con la noticia del asesinato al otro extremo de la ciudad. Los sicarios acabaron con la vida del comerciante, escaparon, recorrieron 15 kilómetros y esperaban llegar a su casa.
Para evitar la captura por el porte ilegal de armas, los delincuentes ofrecieron dinero a los policías, que tras preservar la evidencia, los capturó por dos cargos: el porte ilegal de armas y el cohecho, ofrecer dinero a los uniformados.
En otras palabras fue gracias a la “malicia indígena” del policía que tuvo en sus manos y a tiempo, la noticia del homicidio en el norte de la ciudad, que identificó la moto y a honestidad, lo que permitió la captura de los asesinos, aunque aún estaba pendiente demostrar su responsabilidad en el homicidio.
Con los capturados tras las rejas, estaba pendiente demostrar su participación en el sicariato. Los investigadores de la Fiscalía y la Sijín de Bogotá se apresuraron a recuperar las pruebas, recopilar los testimonios y solicitar una orden de captura, ahora, por homicidio.
Los fiscales a cargo del proceso, consiguieron la orden de detención que fue notificada a los dos hombres que días antes fueron capturados por la Policía con el arma de fuego y el intento de soborno a los uniformados. En audiencias preliminares, la Fiscalía imputó el delito de homicidio agravado.
Este miércoles, un juez de control de garantías atiende la solicitud del ente acusador de imponer una medida aseguramiento en contra de los dos hombres y que permanezcan privados de la libertad, no sólo por el porte ilegal y el soborno a la policía, sino también por el homicidio del comerciante.
El lujoso carro
Un hallazgo en el lujoso vehículo de propiedad del comerciante asesinado en el norte de Bogotá, abre nuevas dudas para la Fiscalía. Los investigadores de la Sijií, encontraron 73 millones de pesos en el interior del Porche que tenía la víctima cuando fue atacado por sicarios, a la salida de un gimnasio, en el norte de Bogotá, en la calle 85 con carrera séptima.
Alberto Ortega García, como fue identificado el comerciante asesinado por sicarios, en plena vía pública, al medio día y en una zona de amplia vigilancia, de acuerdo con la misma alcaldesa de Bogotá, Claudia López, tenía antecedentes por los delitos de narcotráfico, estafa y extorsión.
Se conoció también que el comerciante tenía un concesionario de autos de lujo en el norte de la ciudad, además de la participación societaria en una conocida cadena de helados. Las hipótesis que se manejan, de manera preliminar, de parte de los investigadores, es un ajuste de cuentas.
Justamente, el hallazgo de los investigadores, en el vehículo de la víctima, reafirma la hipótesis de un ajuste de cuentas, si se tratara de un robo, la elevada suma de dinero habría desaparecido, pero allí se encontraba y ahora se convierte en elemento de prueba para la investigación.
El proceso, a cargo de la Sijín de la Policía Metropolitana de Bogotá, apenas arranca. En poder de los investigadores hay videos, declaraciones y evidencia recaudada en el lugar de los hechos. Se espera que en las próximas semanas se puedan conocer algunos resultados.
Los antecedentes
En poder de los investigadores están los videos de seguridad de los instantes previos al asesinato de Alberto Ortega García, el hombre que fue atacado en la calle 85, con carrera séptima, en el norte de Bogotá. La víctima salía de un gimnasio cuando fue alcanzado por sicarios.
Los investigadores establecieron que Ortega García, la víctima, tenía antecedentes por extorsión, estafa y narcotráfico. Las labores de verificación en el lugar de los hechos permitieron conocer las circunstancias de modo, tiempo y lugar del crimen. Sin embargo, todo resultó confuso, pues, de acuerdo con las versiones, en contra del hombre no existían amenazas.
El reporte judicial indica que hacia la 1:45 p. m., tras permanecer por varios minutos en un gimnasio del norte de Bogotá, la víctima salió y fue atacado frente al establecimiento. Un hombre con arma de fuego le disparó en dos oportunidades. Lo asesinó de manera inmediata.
Al sitio llegó una patrulla de la Policía que, tras hacer las revisiones del caso, encontró al hombre sin vida en el suelo y una aglomeración de personas que apenas lograban narrar lo que acababa de ocurrir: cómo un hombre se acercó, disparó y luego, en una moto, salió sin afán del lugar.
Por más que los policías adelantaron planes y procedimientos para dar con la ubicación de la moto o los asesinos, fue imposible, pues la hora y la ubicación facilitaron la huida de los delincuentes. Lo demás quedó a cargo de los investigadores de la Sijín, que asumieron el caso.
La misma alcaldesa de la ciudad, Claudia López, entregó detalles del crimen y de los antecedentes de la víctima, mientras advirtió que si el hombre tenía cuentas pendientes con la justicia, debió ser sometido a la ley y no a las balas. Además, hizo otra advertencia respecto de la situación de seguridad en la ciudad.
“La víctima de sicarios era un comerciante con anotaciones penales por tráfico de estupefacientes, estafa y extorsión. ¡Si tenía asuntos penales pendientes debía ser sometido a la justicia, no a sicarios! El vacío que dejan la reducción policial y la impunidad judicial lo están cubriendo sicarios con ajusticiamiento criminal”, señaló la alcaldesa a través de sus redes sociales.
La víctima
Alberto Ortega García tenía 56 años de edad. Nació en Bogotá y vivía muy cerca de donde fue asesinado. En la actualidad, era dueño, de acuerdo con las investigaciones, de un reconocido concesionario de vehículos de alta gama en la capital. Además, según algunos documentos conocidos por SEMANA, tenía una participación en una conocida empresa en el mercado de los helados.
La hipótesis que por ahora manejan las autoridades, y que la misma alcaldesa trata de advertir, es un ajuste de cuentas. La preocupación está en la situación de seguridad en la capital del país. Son cinco casos de sicariato en los últimos días, un hecho con pocos precedentes en la ciudad de Bogotá.
“¡Hasta cuándo el nivel nacional (no solo este gobierno, sino desde mucho antes) entenderá que invertir en seguridad y justicia ciudadana, no es un lujo, sino una necesidad imperiosa! Tienen que darnos, no quitarnos policía”, explicó la alcaldesa.