El 29 de octubre, Oswaldo Muñoz abordó por última vez un articulado de TransMilenio. En pleno viaje lo atracaron para robarle el celular y lo mataron de una cuchillada en una pierna. Al día siguiente, Guidani Muñoz y su hija de 13 años sufrieron un ataque similar. “El delincuente acariciaba el pelo de mi hija con el puñal”, narró Guidani. Las dos resultaron heridas. Días más tarde, una balacera frente al Liceo Francés volvió a encender las alarmas. Aunque no hubo heridos, el hecho dejó prevenida a la ciudadanía.
Después de un largo confinamiento, Bogotá se reactivó y también su delincuencia. Los habitantes no se sienten seguros en su ciudad, y cada día aparece en las redes la advertencia sobre una nueva modalidad de atraco o la denuncia sobre un robo a mano armada. El temor al crimen parece haber desbancado al miedo al contagio.
Ambas amenazas acechan a una ciudadanía que más que nunca tiene que salir a la calle. Indicadores que durante el primer mes de confinamiento tuvieron caídas históricas comienzan a mostrar una tendencia al alza. Inclusive, en meses en los que se vivieron fuertes medidas de restricción –como mayo y junio–, se presentaron cifras mayores a las del año pasado en materia de homicidios.
El hurto de bicicletas, de hecho, aumentó durante la cuarentena y lleva cinco meses con números superiores a los de 2019. Si bien algunos indicadores se mantienen por debajo del año pasado, como el hurto a personas, también es cierto que hay menos gente en las calles y esas cifras no se pueden comparar.
La reactivación permitió que miles de personas volvieran a salir, aunque la mayoría de las instituciones educativas siguen en clases virtuales, y un buen porcentaje de los empleados continúa trabajando desde casa. La ciudad no es la misma que hace un año y parece que la delincuencia ha sabido adaptarse a la nueva normalidad.
El tema no es simplemente de percepción. “Estamos en una crisis de la seguridad en Bogotá”, advierte Daniel Mejía, ex secretario de Seguridad. “Los criminales en la calle hacen de las suyas y la Alcaldía pelea con la Policía. La gente se siente a la deriva”, afirma.
Ante los ojos de una ciudadanía preocupada, la alcaldesa Claudia López ha tenido fuertes diferencias con los uniformados y, en ocasiones, con su propio equipo. El secretario de Seguridad, Hugo Acero, asegura que el trabajo entre instituciones es permanente y organizado. Sin embargo, expertos advierten que hay una falta de coordinación estructural que puede ser parte importante del problema.
Acero reconoce diferencias, pero insiste en el constante trabajo en equipo con la Fiscalía, la Policía y el Ejército. “Trabajo con ellos las 24 horas del día”, dice. Explica que gracias a eso desmontan una banda delincuencial cada 60 horas en lo corrido del año, en su mayoría dedicadas al hurto y microtráfico.
“Cada vez que desarticulamos una banda regresa momentáneamente la tranquilidad, pero siempre aparece una nueva para abastecer el mercado”. Los resultados, por ahora, parecen insuficientes, y la percepción proviene de un porcentaje mínimo de casos.
El mismo Acero reconoce que solo cerca del 10 por ciento de las denuncias llegan a la opinión pública. “Si ustedes ven 20 al día, a nosotros nos llegan 219”, anota. El año pasado, esa misma cifra era de 315, pero preocupa que en un año atípico los indicadores no hayan bajado más. Mejía se pregunta por qué el crimen no presenta un mayor descenso y, por el contrario, por qué algunos indicadores crecen.
Ciertamente, hoy la gente se entera más de los hechos de inseguridad debido a las redes sociales. Pero las cifras hablan claro. Con el futuro de la pandemia todavía en el terreno de la incertidumbre, el año entrante más bogotanos regresarán a las calles y retomarán sus actividades presenciales. Si las instituciones no coordinan a fondo su trabajo, la ciudadanía no logrará vencer el miedo.