Después de 25 años de los hechos, la historia de los 11 desaparecidos durante la toma del Palacio de Justicia no deja de conmover. Estas son breves reseñas de sus biografías y extractos de una revista titulada Desaparecidos del Palacio de Justicia, publicada un año después por sus propios familiares. En ese entonces, las familias querían que la publicación “despierte el espíritu de solidaridad de organizaciones nacionales e internacionales que posibilite ejercer presión sobre el gobierno colombiano y exigirle una real y profunda investigación sobre los hechos del Palacio de Justicia”. Su clamor, aún no ha sido oído. Gloria Anzola de Lanao 31 años. Sobrina de la magistrada del Concejo de Estado Aydee Anzola. Gloria ejercía como abogada y tenía un hijo de un año. El día de la toma fue a dejar su Renault 12 en el parqueadero del Palacio de Justicia. Era docente de varias universidades. “Doña Viviana Mora de Anzola, madre de Gloria, ha intentado averiguar por sí misma, en los altos y los bajos mandos del Ejército, se ha infiltrado en los rumores populares; ha ensayado indagar en tabernas y cafés; o en la mente de algún vidente, indicios que pueden descorrer el oscuro velo de los hechos”. Luz Amparo Oviedo Dejó dos hijos. En ese momento estaba preparándose para estudiar derecho en el Externado de Colombia. El 6 de noviembre tenía una cita de trabajo, porque el jurista Alfonso Gómez, según la revista publicada por los familiares de los desaparecidos, la había recomendado. Su madre, Ana María de Oviedo, murió sin conocer el destino final de su hija. Una pulsera suya fue encontrada al lado del cadáver calcinado del magistrado Alfonso Reyes Echandía. Luz Mary Portela León 26 años. Fue al Palacio a reemplazar a su mamá, Rosalbina, en las labores de auxiliar de cocina. “Luz Mary sólo tenía a su madre y su madre sólo la tenía a ella. Eran madre e hija, amiga y confidente, hermanas en las penas y en el pan que compartían con la misma devoción. Gloria Stella Lizarazo Era la trabajadora más antigua de la cafetería. De origen humilde. Trabajaba lavando platos. Se había casado a los 14 años, después quedó sola y tenía cuatro hijos de 13, 9, 8 y 7 años. “Era una mujer muy seria, dedicada completamente al hogar; vivía prácticamente para trabajar y así poder mantener a sus cuatro hijos. No le quedaba tiempo libre en el que pudiera disfrutar del descanso”, dijo su hermana Deyanira Lizarazo un año después de su desaparición. Ana Rosa Castiblanco 33 años. Madre de Raúl y Esmeralda, de 5 y 7 años, respectivamente, tenía más de siete meses de embarazo. Se desempeñaba como auxiliar de cocina en la cafetería del Palacio. Un estudio de ADN hecho por la fiscalía General de Colombia estableció que los restos de una mujer encontrada en un cementerio al sur de Bogotá correspondían a los de Ana Rosa. Su hijo Raúl Oswaldo Lozano recibió los restos el 2 de noviembre del 2001, 16 años después de la toma. No obstante, la Comisión de la Verdad considera incuestionable que Ana Rosa Castiblanco fue una de las personas desaparecidas del Palacio de Justicia. Norma Constanza Esguerra 28 años. Era una proveedora de pasteles para la cafetería del Palacio de Justicia. Había estudiado derecho internacional y diplomacia. Tenía una hija pequeña, Débora. Su vida estaba dedicada a la oración, pues pertenecía a una cruzada cristiana. Su madre encontró la cartera y la billetera dentro del Palacio, los demás documentos fueron hurtados. “Una prima de Norma llamada Rocío soñó que el día de la toma del Palacio de Justicia, estaba ella entregando pasteles, como de costumbre, y esperaba a que le dieran la plata cuando empezó el tiroteo. En el sueño vio que una mujer les quitaba la ropa a los que estaban presentes y les colocaba atuendos pertenecientes a los guerrilleros…” Héctor Jaime Beltrán 30 años. Padre de cuatro niñas y el mayor de siete hermanos. Se desempeñaba como mesero de la cafetería del Palacio de Justicia y aspiraba a validar el bachillerato. Su padre, Héctor Jaime, a sus 78 años de edad aspira a encontrar “aunque sea las cenizas de su hijo”. “Nosotros nos casamos el 20 de marzo de 1981 y el estuvo a punto de arrepentirse ¿y sabe por qué? Porque no tenía zapatos nuevos. Le tocó casarse con unos zapatos viejitos que tenían huecos por debajo y por eso no quiso arrodillarse. Durante toda la ceremonia permaneció de pie”, recordaría su esposa Pilar. Bernardo Beltrán Hernández 24 años. Había hecho cursos de bar y restaurante. Dejó dos hermanas y tres hermanos. Antes de trabajar en el Palacio de Justicia trabajó en el claustro San Agustín en Bogotá. Doña María, su madre, hoy fallecida, recordaría con tristeza que ella misma le recomendó aceptar el puesto de mesero en la cafetería, “así se relacionaría bien y conocería mucha gente importante”. Carlos Augusto Rodríguez 30 años. Estudiaba derecho. Dejó una hija de un mes de nacida de nombre Alejandra. Era el administrador de la cafería del Palacio de Justicia. Por prueba de video de la televisión española, se advierte que salió vivo de la edificación una vez finalizado el holocausto. Su hija, que tiene la misma edad de la toma, estudia derecho. Alejandra dice que no descansará hasta encontrar a su padre. La única prenda que conserva de él es un suéter de cuadros que él tenía en una foto en la que la sostiene en sus brazos cuando estaba recién nacida. Cristina Guarín Cortés27 años. Licenciada en ciencias sociales. Se desempeñaba como cajera temporal de la cafetería del Palacio de Justicia. Según videos y fotografías de prensa, salió viva de la edificación una vez finalizó el holocausto. Su hermano René Guarín emprendió desde entonces una lucha incansable por conocer la verdad de su paradero. El padre de Cristina, José Guarín, falleció sin saber qué le pasó a su hija. En un archivo René guarda más de 300 poemas que don José escribió, en los que pregunta a Dios por qué no puede ver a su hija. "Dime, buen Dios, por qué me arrebataste su color de seda y su calor de niña, si era todo mi bien (y tú lo sabes), como el sustento que se da al mendigo” David Suspes Celis 25 años, chef. Se desempeñaba como jefe de cocina de la cafeteria del Palacio de Justicia desde hacía un año. Padre de Ludy Esmeralda, entonces una niña de 2 años. Su cuerpo no apareció ni entre los muertos calcinados, ni en los cadáveres que no sufrieron daño, tampoco entre los civiles relacionados en la lista elaborada por el Ejército de las personas rescatadas. “Porque mami, los policías no matan a los que son juiciosos, ellos matan a los que no son juiciosos y mi papito era juicioso”, dijo Ludy Esmeralda, meses después de la tragedia.