El 9 de junio de 2023, era viernes en la tarde, cuando las Fuerzas Militares de Colombia anunciaron al mundo entero que los cuatro niños que permanecieron perdidos durante 40 días en la Selva de Guaviare y Caquetá habían sido rescatados, todos con vida, pese a lo poco probable que pareciera, pues entre los menores había un bebé que no tenía ni un año de edad. Lo que mantuvo firmes a las decenas de personas que emprendieron la búsqueda fue la fe, y aunque pasaban los días no se dieron por vencidos, por eso bautizaron el rescate, como “Operación Esperanza”, una misión que inspiró libros y producciones audiovisuales.

Este domingo desde horas de la mañana se pusieron cita en las instalaciones de la Escuela de Caballería, en el norte de Bogotá, comandos de las Fuerzas Especiales, indígenas que apoyaron la búsqueda y familiares de Lesly Mucutuy, Soleiny Mucutuy, Tien Noriel Ranoque Mucutuy, y Cristin Neriman Ranoque Mucutuy los cuatro hermanitos que hicieron historia por deambular solos y sobrevivir en la agreste selva.

En medio de un almuerzo que organizó el comando de las Fuerzas Militares, se contaron anécdotas llenas de dificultades y alegrías de la más grande e histórica operación humanitaria realizada por militares, como ellos mismos la califican. Alrededor de un trozo de carne asada se reunieron María Fátima Valencia, la abuela de los menores y Nicolás Ordoñez, uno de los indígenas que participó en el operativo y que se convirtió en el primero en ver a sus nietos, fue quien le dio un parte de tranquilidad a los niños y les dijo, “tranquilos estamos aquí por ustedes”, el mismo que escuchó de Lesly, “Tenemos hambre, ¿traen comida?”.

Solo hasta hoy en el homenaje Nicolás pudo ver frente a frente a doña Fátima, aunque la había escuchado muchas veces en la selva cuando ella en un acto desesperado y estratégico llábana a sus nietos por parlantes. “Es usted uno de los que me devolvió a mis nietos”, dijo a la vez que abrazaba al guardia indígena.

Cuenta Nicolás a SEMANA que fue ese uno de los momentos más emotivos que ha vivido desde hace un año y terminó de contarle todo lo que vivió en la hazaña. Chuparon ambil, esencia de tabaco, y ella se sorprendía y agradecía enterándose de hechos inéditos.

Cabe recordar que en el gran operativo participaron 116 uniformados, preparados con cursos especiales de sobrevivencia en selva y a ellos se sumaron 92 indígenas de varias comunidades étnicas, otro hecho histórico que capta la atención de quienes seguían con escepticismo la historia de la que día a día en los medios de comunicación se narraba como si se tratara de una bitácora en la que algunas pistas que se encontraban en el terreno encendía la llama de la esperanza que frenaba cualquier intento de detener la búsqueda.

Libro sobre Operación Esperanza | Foto: Planeta

El terreno en el que tocaba buscar era tan amplió que todos se dividieron en tres grupos, algunos cogieron por la derecha, otros por la izquierda y los demás avanzaban derecho. En el libro que publicó las Fuerzas Militares se cuenta que el primer gran reto fue la ubicación exacta de la aeronave que desapareció de los radares el 1 de mayo de 2023, solo se sabía que estaba sobre el río Apaporis.

Los cuatro niños presentan cuadros de desnutrición, así como picaduras de insectos. Todavía están en el Hospital Militar, a donde fueron llevados.

Entre los desafíos que a diario enfrentaron está el de la inclemencia del medio ambiente, la lluvia torrencial dificultaba la visibilidad, dos semanas después encontraron la aeronave con el cadáver del piloto. La Dirección Técnica de Investigación de Accidentes de Colombia reveló el pasado dos de mayo que el día del accidente a las 7:17 de la mañana el piloto dio un primer aviso sobre una falla en el motor. “Mayday, Mayday, Mayday, 2803, Mayday, Mayday, Mayday, tengo el motor en mínimas, voy a buscar un campo”, le informó al Control del Tráfico Aéreo (ATC). 15 minutos después dio un parte de tranquilidad “2803 el motor volvió a coger potencia, estoy a 120 NM de San José, en ascenso para 8500 (...) 2803, seis personas a bordo, y autonomía para tres horas”, dijo.

Pero a las 7:43 a.m. todo cambió “Mayday, Mayday, Mayday, 2803, 2803, el motor me volvió a fallar… voy a buscar un río… aquí tengo un río a la derecha. 103 millas fuera de San José… voy a acuatizar”, esas fueron las últimas palabras y el inicio de la gran operación militar.

Para esta misión fueron convocados los hombres más capacitados y experimentados de las bases de Tolemaida en Nilo (Cundinamarca), Apiay cerca de Villavicencio e incluso de Tres Esquinas, en el Caquetá. Desde allí, despegaron aviones C-130 Hércules, Casa 295 y helicópteros en un despliegue monumental, como relatan los militares.

Sin embargo, los indígenas que estuvieron en el lugar aseguran que el resultado exitoso se debió a que trabajaron de manera mancomunada con la tecnología y la experticia castrense más la sabiduría ancestral.

Los cuatro hermanos están hoy en día en Bogotá, todo el año han permanecido juntos en compañía de familiares con acompañamiento de un equipo de la Defensoría de Familia del ICBF y a la vez trabajado en el arraigo de sus raíces indígenas.

Hermanos Mucutuy, a un año de su rescate en la selva. | Foto: ICBF.