En el seguimiento que venían realizando las autoridades a Dairo de Jesús Úsuga, alias ‘Otoniel’, para dar con su paradero había elementos que podían pasar inadvertidos, pero que resultaron claves en la investigación y captura. Uno de ellos era la forma como se alimentaba el capo del narcotráfico. Sufría de diabetes y por eso la comida que le llevaban era “dietética”, y en la zona del Nudo del Paramillo donde se refugiaba era difícil conseguir esos productos. Por eso esta fue una de las pistas para dar con su paradero.
Además, el constante cerco que le imponía la persecución de las autoridades lo obligaba a cambiar de refugio casi a diario y los movimientos por las trochas de la zona selvática del Nudo de Paramillo que las hacía en mulas le afectaban la espalda, lo que lo obligaba, siempre, a regresar a una casa rudimentaria que tenía en la que había un colchón ortopédico que le servía para descansar y recuperarse.
Estos aspectos fueron determinantes para identificar su ubicación, planear el gigantesco operativo, del cual, con información clara, se dio la hora cero el sábado 23 de octubre. Una movida que no requirió un cruce de disparos con ‘Otoniel’, al momento de ser descubierto solo atinó a decir: “Tranquilo, soldado, soy ‘Otoniel’ a quien buscan, no me maten”.
En las imágenes se puede observar que todo estaba armado de manera artesanal. Eran pequeños cuartos levantados con madera, tejas metálicas y con utensilios alejados de la extravagancia que caracteriza a los narcotraficantes.
En los videos se alcanza a ver que algunas cabañas estaban en proceso de construcción o remodelación, habían sido levantadas en ladrillo y les estaban haciendo los acabados. La pequeña ciudadela contaba con tanques para mantener agua reservada, ventiladores y televisión satelital.
La zona fue ocupada por los comandos especiales de la Policía y el Ejército y era el lugar donde horas antes estaba ‘Otoniel’; luego emprendió la huida por trochas donde pretendía evadir el cerco de las autoridades, pero fracasó en su idea.
Desde una imagen tomada por equipos de última tecnología, apoyada por drones indetectables para el enemigo, se logra dimensionar que ‘Otoniel’ había buscado estar lo más lejos posible de algún contacto con personas y equipos electrónicos que pudieran revelar su ubicación. Prácticamente para llegar a él era necesario que alguien de su círculo cercano lo traicionara, como finalmente ocurrió: personas de su entera confianza entregaron información sobre su paradero.
Incluso desde las tomas aéreas se logra observar el camino que había tomado ‘Otoniel’ para escapar de los comandos especiales que llegaron al sitio. El terreno es arenoso y rodeado de una vegetación espesa, con árboles de gran tamaño que convertían en el escenario perfecto la intención del capo, pasar desapercibido, oculto en medio de una maraña verde.
Esta escena del poderoso capo reducido requirió un complejo despliegue. Una vez se estableció la hora cero, se dio la articulación de las capacidades de la fuerza pública representada en 15 helicópteros UH60, dos Arpías, dos Huey, utilizados para el ingreso a 57 puntos estratégicos en los que estaban ubicados los más de 800 comandos especiales para la ubicación y captura del cabecilla.
De los 57 puntos, la inteligencia de la Policía Nacional contaba con la ubicación puntual del objetivo en uno de ellos. Este se encontraba en la vereda La Pita del municipio de Turbo (Antioquia) adonde llegaron los comandos que realizaron el cerco, registraron el inmueble y observaron el intento de escape de alias ‘Otoniel’ que se encontraba con dos integrantes de su principal esquema de seguridad y confianza, alias ‘Machi’ y alias ‘Chiva’, a los cuales les dijo que huyeran, que “ya lo iban a capturar”.
El escurridizo ‘Otoniel’ finalmente fue capturado, lo delataron sus hombres de confianza, pero las pistas que iba dejando a medida que le cerraban el cerco, que pueden parecer pequeños detalles al final, fueron claves para lograr este golpe contra el narcotráfico que el presidente Iván Duque calificó como el más importante de este siglo.