La muerte de Dilan Cruz es la número 34 ocasionada por agentes del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) desde que fue creado, hace dos décadas. El dato es del informe “Silencio oficial: Un aturdido grito de justicia por los 20 años del Esmad”, presentado este lunes por la ONG Temblores. Allí se recopila información sobre la identidad de los muertos vinculados a acciones del Esmad, de las zonas, las armas y el contexto de esos casos. Estos datos pretenden alimentar un viejo debate que tomó fuerza con la muerte del joven de 18 años, en el que sectores sociales históricamente afectados por el escuadrón piden su disolución, mientras que el Gobierno anuncia que lo fortalecerá.
El Esmad fue creado en 1999, en medio de un plan de modernización de la Fuerza Pública, como una unidad especializada en atender distintos tipos de protestas y aglomeraciones. Antes de su creación, eran los militares y ciertas unidades policiales las encargadas. La primer muerte que habría causado un agente del Esmad, según el informe, ocurrió apenas un año después de su creación. Fue el caso de Mauricio Fonseca Cantor, un habitante de calle que se opuso al desalojo del deprimido sector del Bronx, en Bogotá. De ahí en adelante, la ONG documenta la muerte de nueve estudiantes, nueve campesinos, nueve indígenas, dos niños, un obrero, un vendedor ambulante y una persona más cuya actividad no fue precisada. Los años más críticos coinciden con periodos álgidos de protesta social, indica el informe. En 2006, cuando murieron seis personas, hubo manifestaciones fuertes en contra del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Colombia. En 2013, cuando hubo siete casos, se presentó el paro agrario, en distintos puntos del país, frente al gobierno de Juan Manuel Santos. Y en 2016, cuando se registraron ocho muertes, hubo otro paro campesino. Las zonas del país donde han ocurrido más muertes también apuntan a las de mayor movilización social. El Cauca, con el más grande movimiento indígena del país, encabeza la cuenta con nueve muertos. En Bogotá, donde se presentan las mayores protestas estudiantiles, van siete. Mientras que en Norte de Santander, donde hay un fuerte movimiento campesino, especialmente en el Catatumbo, se registras cuatro casos. Una revelación crítica de la información presentada por la ONG Temblores tiene que ver con la juventud de las personas que han muerto en situaciones relacionadas con el Esmad. La tercera parte de ellos tenían entre 18 y 26 años y cuatro eran menores de edad. En 2007, dice el informe, un niño de un año murió en medio de operaciones del Esmad, que intervenía en una movilización indígena en Tadó, Chocó. El informe también da pistas sobre uno de los elementos centrales sobre el debate de qué hacer con el Esmad: el uso de las armas “no letales” o “de menor letalidad”, que en muchos casos, como en el de Dilan Cruz, han pasado ese límite de la letalidad. Aunque la mitad de las muertes se han producido con armas de fuego, hay registros de muertes por impactos de gases lacrimógenos, balas de goma, granadas aturdidoras, así como golpes contundentes y hasta atropellamientos con tanquetas.
Otras investigaciones previas indican que al rededor 4.000 personas han sufrido heridas por las acciones de los agentes antidisturbios. Del otro lado, al menos cinco miembros del escuadrón fallecieron y unos 850 han sido heridos en el servicio. Tras la muerte de Dilan Cruz, la controversia está en su punto más alto: las propuestas van desde eliminar el escuadrón, ajustar su funcionamiento, hasta fortalecerlo. Eso revela que el Gobierno y los sectores que promueven la manifestación se mantienen en orillas muy distantes. Mientras que el Comité Nacional del Paro pide eliminar al Esmad como requisito de los diálogos convocados por el presidente Iván Duque, el Gobierno dice que lo va a fortalecer. Mientras que las voces de la protesta hablan de excesos sistemáticos en el uso de la fuerza, la institucionalidad califica esos casos como hechos aislados por los que debe responder cada agente.
Otro punto de discusión radica en el momento en el que puede intervenir el Esmad y con qué mecanismos. Se supone que el escuadrón está para frenar alteraciones del orden público, no para disolver protestas pacíficas. Y que debe usar una fuerza proporcional a la situación que atiende. No es lo mismo enfrentar a encapuchados que lanzan papas bomba, como sucede en tantos tropeles universitarios, que desalojar a un grupo de personas que bloquean una calle.