En medio del agite y la agenda del Gobierno nacional, pocas veces se ha escuchado hablar de la medicina nuclear y los isótopos radiactivos, que son los que salvan la vida a miles de personas en el mundo desde hace muchos años. Son tan importantes como cualquier otro fármaco, según la patología.

El molibdeno-99 es un generador de tecnecio-99, términos rimbombantes, pero que en la práctica están en la medicina que se utiliza para diagnosticar el cáncer o hacerle seguimiento a esta enfermedad. Sin esa sustancia se retrasan los tratamientos. Una semana sin un diagnóstico adecuado en una enfermedad que suele ser tan agresiva, puede ser fatal. Esta sustancia, al igual que los radiofármacos, tienen muy pocos días de vida. El molibdeno-99 tiene una duración de 66 horas, luego pierde su funcionalidad.

Colombia les compra esta sustancia a países europeos, las plantas que lo producen anunciaron, hace unas semanas, que sus reactores pararon producción temporalmente, el último envío llegó el 7 de noviembre al país y la comercialización se reactivaría hasta la primera semana de diciembre, si no se presentan problemas de última hora como sucedió en Bélgica, donde por situaciones de fuerza mayor se paró la producción.

Para Nathaly Barbosa, presidenta de la Asociación Colombiana de Física Médica, lo que está sucediendo pone en una larga lista de espera a pacientes. Mientras países de Latinoamérica como Perú, Argentina y México producen su propio molibdeno, en Colombia aún se sigue importando, a pesar del riesgo existente. Además, en el país existen institutos de medicina nuclear y cada año nacen unos 20. En la historia de Colombia solo se han registrado dos picos de desabastecimiento de estas sustancias: durante la pandemia de covid-19 y días después del atentado en las Torres Gemelas de Estados Unidos.

La situación preocupa porque además también hay desabastecimiento de Yodo 131, que sirve para tratar el cáncer de tiroides mediante terapias metabólicas, explicó Emperatriz Angarita, presidenta de la Asociación de Medicina Nuclear, quien indicó que le parece injusto que un paciente que espera durante semanas su tratamiento o la cita para el examen diagnóstico, tenga que recibir la noticia de que fue aplazada al menos tres semanas más.

En estos días, si se programaban 400 pacientes, por lo menos a 300 hay que decirles que no es posible atenderlos. “Me preocupa que esta especialidad no es vista como se merece”, dijo Angarita. Colombia importa semanalmente en promedio 30.000 mCi (milicurio) de esta sustancia. La segunda semana de noviembre llegó cerca de la mitad de la demanda requerida por el país.

Desde agosto, la Asociación Europea de Medicina Nuclear viene anunciando la posibilidad del desabastecimiento debido a que, por una desafortunada coincidencia, cuatro de los cinco reactores que abastecen a Colombia entraron en parada técnica y la primera semana de noviembre el reactor BRII, que era el único en funcionamiento, tuvo que limitar su producción. Como solución a corto plazo, algunos expertos plantean que el Ministerio de Salud y el Invima evalúen la opción de importar isótopos de países vecinos como Argentina.

Para Camilo Prieto, investigador del grupo de Asuntos Nucleares del Servicio Geológico Colombiano y profesor de energía y sostenibilidad de la Universidad Javeriana, Colombia necesita una ley nuclear para estimular el desarrollo de las diversas aplicaciones que tiene este tipo de energía. “En la región nos llevan ventaja México, Argentina, Brasil, Bolivia y Perú. Las nuevas tecnologías nucleares permiten que los reactores modulares sirvan para generar isótopos necesarios en la medicina y para producir energía eléctrica”, aseguró.

Las asociaciones de física médica y medicina nuclear solicitan que los ministerios de Energía y Salud se unan para buscar soluciones que beneficien a los pacientes más vulnerables, que no entienden de importaciones ni reactores porque solo quieren respuestas prontas a sus problemas de salud.