“Claro que había fuga de información, en el último momento las operaciones militares se caían porque los de Matamba ya sabían que íbamos por ellos”. “Uno no entendía en ese momento por qué los jefes archivaban la información de inteligencia que se les entregaba con coordenadas de movimientos del grupo de Matamba, horas específicas y objetivos. Ahora ya lo sabemos, porque eran unos vendidos”.

Estos son testimonios de militares de inteligencia y hasta de un exjefe de comisión del ELN con los que habló SEMANA y destaparon cómo era la olla podrida de corrupción, tráfico de armas y hasta malversación de dineros públicos que operaba en el Ejército, en el Batallón Boyacá, sur del país, la zona con más hectáreas de coca cultivada, en donde cientos de militares han perdido su vida, mientras otros uniformados estaban filtrando información a los ilegales a cambio de dinero.

La organización del narco conocido como Juan Larrinson Castro, alias Matamba, infiltró una de las unidades militares más importantes en la lucha contra el narcotráfico y la criminalidad, en lo que se convirtió en un contubernio criminal, que regresó a la época de las relaciones entre paramilitares y militares para acabar con las Farc. Esta vez era contra el ELN.

Las declaraciones que obtuvo SEMANA son de quienes eran los encargados de recopilar la información en terreno del enemigo, arriesgando sus propias vidas, para entregarla a sus superiores, quienes las terminaban filtrando o archivando. “Como dicen por ahí, ya uno pierde la fe en la causa, exponiendo la vida y los jefes llenándose los bolsillos”, dice un experimentado hombre de inteligencia que decidió romper su silencio pese a ser uniformado activo y saber que con su testimonio su carrera y hasta su vida están en peligro. Sus operaciones se caían por fuga de información.

Cuando llegaban al lugar del operativo donde estaban los de Matamba estos ya se habían ido. Todo era frustración. “Nunca me había pasado eso en los más de diez años de servicio que llevo”, dijo. Y es que esta historia cuenta con todos los elementos de las tramas mafiosas: dineros por montones, ‘topos’ que filtran información, agentes del orden corruptos e intocables que seguían como si nada, por más que sus nombres aparecen en escena. Estaban protegidos por sus superiores.

De varios casos que puso como ejemplo el hombre de inteligencia, recordó que hacia 2019, cuando estaba lista una estrategia para capturar integrantes de la Cordillera, incautar cocaína y más de 1.000 millones de pesos, les ordenaron suspender el operativo.

“Le dijeron a mi coronel Gómez que no podíamos movernos, ahí es cuando uno se pone a pensar ¿qué pasó?, ¿la orden la dieron desde arriba?, ¿desde la brigada?”, comentó. Indignado por lo sucedido, el militar se quejó en varias ocasiones, pero los reclamos no fueron oídos por los superiores, por el contrario, las fugas de información seguían. “Hubo una operación en Policarpa (Nariño), vereda La Independencia; teníamos la fuente, el punto estaba fijo y nos dijeron que no podíamos hacer nada, esa orden venía desde la brigada”.

La brigada a la que hace referencia es la 23, que tiene jurisdicción en Nariño.Para armar el rompecabezas de cómo funcionaba la relación entre mafia y militares, el agente de inteligencia explicó que, para 2019, el grupo la Cordillera tomó fuerza y les declaró la guerra abierta a las disidencias de las Farc de Gonzalo Prado Paz, alias Sábalo, un excombatiente que desertó del proceso de paz y revivió el frente Estiven González; también entró en guerra contra el ELN. Matamba ya tenía infiltrado al Ejército.La fuerte confrontación era por las rutas de narcotráfico del Pacífico, que son la principal salida de drogas. Se trata de toneladas de coca y dinero las que se mueven por estos corredores, de ahí que todos quieren ser los únicos dueños.

Perdiendo fe en la causa

Para el militar, quien arriesgó su vida innumerables veces para llevarles información de inteligencia a sus superiores, era raro ver que la brigada (23) se enfocaba más en el ELN y las disidencias que en la Cordillera.

De acuerdo con su relato, sus jefes no gestionaban acciones contra dicha estructura al mismo nivel que con otras organizaciones. “Todo era contra el ELN, pero nosotros no teníamos tanto contra la guerrilla porque lo que es Policarpa y Samaniego es puro Cordillera”, cuenta. Su información, dice, pasaba por las manos de un mayor de apellido Benavides, “él era el que recibía la información cuando uno pasaba los documentos de inteligencia. Ahí había fuga de información”. Para corroborar los datos brindados por este uniformado, SEMANA contactó a un excomandante de la brigada 23, en Nariño, quien de entrada aseguró, “el ambiente allá era enrarecido”.

Dijo que a los pocos días que asumió como comandante le ofrecieron 200 millones de pesos para no hacer operaciones contra los de Matamba. Según el oficial, puso la novedad en conocimiento de su jefe, el comandante de la Tercera División del Ejército, un general quien hoy tiene un importante cargo de operaciones en las Fuerzas Militares, pero no pasó nada. “Solo me dijo que siguiera trabajando, de eso tengo los soportes, quiero hablar con la Fiscalía y contar lo que sé”, afirmó el oficial.

Este militar, quien fue sacado del cargo porque, según él, se convirtió en una piedra en el zapato para sus compañeros debido a que ordenaba operaciones contra los de Matamba, en reiteradas ocasiones ofició a sus superiores para relevar personal por fuga de información y penetración de los narcos en las tropas.

Las advertencias no fueron tenidas en cuenta. El oficial hace parte de los militares que fueron mencionados en las recientes audiencias de la Fiscalía, donde fueron capturadas y judicializadas 13 personas, entre ellos el reincidente coronel (r) Róbinson González del Río, quien fue detenido y condenado por participar en más de 40 falsos positivos, se acogió a la JEP, y a los pocos días de recuperar la libertad ya estaba delinquiendo.

En este caso, la Fiscalía ha revelado cómo desde Nariño operaba esta red al servicio de alias Matamba, quien con fuertes sumas de dinero garantizaba su impunidad. La red era de tal dimensión que tenía tentáculos en Bogotá para garantizar nombramientos de amigos en el comando y hasta han salido a relucir nombres de generales al servicio del crimen.

SEMANA habló con un cabecilla de comisión del ELN en el sur del país que estuvo en la región de Nariño para los años 2018, 2019 y 2020, y aseguró que era evidente el respaldo del Ejército a los de Matamba.“Cuando se sentían acorralados hacían una llamada satelital y a los pocos minutos aparecía un helicóptero del Ejército y a nosotros (ELN) nos tocaba replegarnos”.

Esta versión fue apoyada por el agente de inteligencia, quien señaló que en ocasiones era indignante escuchar a sus superiores decir que no podían enviar helicópteros a zonas donde había soldados heridos, sacando una infinidad de excusas, pero para respaldar a los narcos las aeronaves sí estaban disponibles las 24 horas.El cabecilla de la comisión del ELN, estructura Jaime Toño Obando, dijo que su área de influencia era la región del río Patía, donde se disputaban el territorio entre Matamba, el ELN, el frente Comuneros del Sur y el frente Steven González, al mando de Sábalo.

“Varias veces nos tocó darnos candela entre todos, la guerra era a muerte”, recalca. Detalla que más se demoraban en entrar en combate con Matamba que en llegar los helicópteros del Ejército para apoyarlos. “El helicóptero llegaba exactamente a los sectores de San Luis, Aguacate, río Patía, eso pertenece al municipio de Magüí Payán (…), les llegaban con munición y armamento que ellos recibían. Ahí los surtían, también en la zona de Ricaurte y Cualalá”.

Mil millones para los duros

De acuerdo con este exjefe guerrillero, durante una confrontación contra los de Matamba capturaron a uno de sus integrantes, un pez gordo.

Al interrogarlo confesó que el capo del narcotráfico pagaba a altos mandos militares entre 800 y 1.000 millones de pesos mensuales por sus servicios, que incluían apoyos en la guerra contra las disidencias de Sábalo y el ELN, filtrarles información de las operaciones y desviar tropas para pasar los cargamentos de cocaína, armamento y municiones. Reveló que esas relaciones las manejaba directamente Matamba con uno de sus cabecillas conocido como alias Bazuldo, quien se movía por las regiones de Cumbitara y Madrigal-El Ejido.

El integrante del grupo de Matamba le contó al ELN cómo el Ejército llegaba con armamento, municiones y comida para los integrantes de la Cordillera. “El man cantó todo. Cómo Matamba le daba una comisión al Ejército, una mensualidad por escoltarlos y romper la zona hacia el río Patía. Esa era la meta de ellos, quedarse con el río costara lo que costara, es que es uno de los principales corredores para sacar coca”.

SEMANA solicitó información al Ejército sobre el número de operaciones militares que desarrollaron contra el ELN, la Cordillera y las disidencias de las Farc entre los años 2018, 2019, 2020 y 2021, pero, al cierre de esta edición, no se obtuvo respuesta. Por su parte, el ministro de Defensa, Diego Molano, indicó que las responsabilidades son individuales ante la Justicia y que por el actuar de unos pocos no se puede generalizar.