Para René Guarín es imposible no recordar el lunar de su hermana en forma de América del Sur en la mano izquierda. Cuenta que cada vez que escribía manchaba los cuadernos porque nunca aprendió a ser zurda. Y que la última vez que salieron juntos él la acompañó a comprar el último casete del Grupo Niche porque ahí estaba la canción que se había convertido en su nueva favorita: Ana Mile.Cristina Guarín, en quien se inspiró la obra de teatro La siempreviva, de Miguel Torres, y la posterior película del mismo nombre dirigida por Klych López, por 30 años hizo parte de los 11 desaparecidos del Palacio de Justicia. Por estos hechos la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado colombiano. Sin embargo, en mayo del 2015 la Fiscalía General de la Nación encontró parte de sus restos en la tumba de Marina Isabel Ferrer, y el próximo viernes 9 de septiembre, día en el que cumpliría 58 años, serán sus honras fúnebres.“Recuerdo cuando salió a trabajar el 6 de noviembre de 1985 con una falda a cuadros; el altar que hizo de su cuarto mi madre, Elsa Cortés; los poemas que en su ausencia mi padre, José Guarín, le escribía; la toma del Palacio de Justicia a manos del Movimiento 19 de abril (M-19), y la retoma del mismo por el Ejército Nacional”, dijo René Guarín a Semana.comNueve huesos y un pedazo de falda después de tres décadas de lucha es lo que su hermano, algunos familiares de ella y de otras víctimas sepultarán en la capilla del Colegio Mayor de San Bartolomé, a pocos metros del Museo de la Independencia Casa del Florero, lugar donde se presume fueron desaparecidas estas personas luego de haber salido con vida del Palacio de Justica en compañía del Ejército. Por este hecho fueron condenados el coronel Alfonso Plazas Vega a 30 años de cárcel (posteriormente absuelto) y el general Jesús Armando Arias Cabrales a 35 años, quien está a la espera de que la Corte Suprema de Justicia revise su demanda de casación.“Claudicar es peor que la muerte”
René Guarín siente que le cumplió a su hermana en todos los aspectos. Foto Esteban Vega- SemanaEsta frase se la dijeron sus padres, José Guarín y Elsa Cortés, a René cuando tenía 22 años y no sabían nada sobre la reciente desaparición de Cristina. José murió en el 2001 y Elsa en el 2011. Ellos dos nunca lo hicieron.“Yo creo que la entrega de los restos de mi hermana es el resultado de la persistencia de los familiares de los desaparecidos, que en mi caso heredé de mis padres. Sin embargo, sigue habiendo una deuda de verdad por parte del Estado colombiano. Hay muchas dudas relacionadas con su muerte como el hecho de que los restos aparecieran en la tumba de Marina Ferrer porque, como sus familiares afirmaron, en el momento de sepultarla no había nada de Cristina”, dice Guarín.Otra de las dudas que siguen pendientes es saber cómo murió realmente Cristina.Un fémur izquierdo, dos mastoides…
Los hermanos Guarín Cortés fuereon grandes amigos desde pequeños. Foto: Archivo particularPara René Guarín sepultar los pocos huesos encontrados de su hermana significa el final de un ciclo que lo ha desgastado emocional y físicamente. “Yo diría que he perdido mi identidad porque cuando la gente habla conmigo no soy René Guarín el ingeniero de Sistemas, el hombre de 53 años que tiene dos hijos… soy el hermano de Cristina Guarín, una de las desaparecidas de la toma del Palacio de Justicia”.Desde el momento en que terminó la retoma por parte del Ejercito comenzó el viacrucis. Ir a Medicinal Legal, hablar con militares, ir a la Procuraduría, escribir cartas a los distintos presidentes de Colombia, hablar en la Corte Interamericana de Derechos Humanos y luchar contra las distintas versiones que aparecían en los medios de comunicación sobre Cristina Guarín.Una de las versiones indicaba que ella, quien en ese momento trabajaba como cajera de la cafetería del Palacio, era guerrillera del M-19 y había participado en la desaparición de las personas.René refuta ese argumento. “Mi mamá había sido empleada en la Proveedora Litúrgica en el año 1957 con la mamá del administrador de la cafetería. Una era recepcionista y la otra, secretaria. Por esa amistad Cristina consiguió ese trabajo, con el que estaba ahorrando para irse a estudiar en la Universidad Complutense de Madrid. Si eso fuera cierto, mi mamá con la mamá del administrador de la cafetería hubiesen estado planeando la toma desde cuando se conocieron. Además, si ella hubiese sido guerrillera del M-19, el Estado no tenía derecho a asesinarla, porque ella salió con vida del Palacio”.Pelear con armas
La vida tranquila de la familia Guarín Cortés cambió desde la desaparición de Cristina. Foto: Archivo particular A René Guarín la vida se le partió en dos el 6 de noviembre de 1985 con la desaparición de Cristina. “En ese momento estaba dedicado a las matemáticas, a mis estudios de Ingeniería de Sistemas en la Universidad Nacional. No pensaba ni en política, ni en guerra. Nada de eso. Pero cuando vi a mis papás preocupados por la desaparición de mi hermana, me dije, ok, sigan ustedes con su lucha yendo a juzgados y entidades públicas que yo le hago una lucha armada al Estado y me enrolé en las filas del M-19 porque para mí estaba claro que el Gobierno era el responsable de lo que ocurrió ”, expresó.Durante cuatro años y medio René fue guerrillero. Pasó de la milicia urbana a la rural y fuera del país. También duró preso siete meses, firmó un acuerdo de paz con el Gobierno y posteriormente fue exiliado en Uruguay, “cuando 20 años después empecé a revivir el tema de la retoma del Palacio de Justica, pero utilizando recursos legales. Ahí me volví el exguerrillero incómodo”, agrega Guarín.“Lo que yo viví me hace reafirmar la necesidad de un acuerdo de paz entre las FARC y el Gobierno. Cualquier acuerdo de paz, por malo que sea, es mejor que la guerra, y lo dice alguien que vivió en la guerra, alguien que vio morir gente del bando amigo y del bando enemigo. Mi hermana fue víctima de un crimen de Estado y ad portas de la justicia transicional que incluye el acuerdo sería bueno que los coroneles condenados le cuenten al país realmente lo que pasó con los desaparecidos”, concluyó René.