Por primera vez un presidente de la República pidió perdón público por los hechos del Palacio de Justicia. Juan Manuel Santos lo hizo este viernes 6 de noviembre, en la ceremonia en la que se rindió homenaje a las víctimas, que fueron recordadas al cumplirse 30 años de aquella tragedia. Si bien es cierto que el perdón del presidente fue en cumplimiento de una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) que condenó al Estado por la desaparición de Carlos Rodríguez Vera y otros dependientes de la cafetería del Palacio de Justicia, Santos aseguró que lo hizo de corazón y no por obligación. Para el presidente, hace 30 años ocurrió “uno de los capítulos más tristes y dolorosos de nuestra historia” y fue escenario “de horrores y atrocidades”: “Confluyeron las balas de la guerrilla del M-19 y la fuerza del Estado -ni más ni menos, el propio conflicto armado- en pleno centro de Bogotá”. Santos, en su discurso, condenó la toma del Palacio de Justicia por parte del M-19, la calificó de “lamentable”, pero reconoció fallas en la conducta y los procedimientos de los agentes del Estado que se encargaron de recuperar el control de la sede las altas cortes judiciales. “Así se debe reconocer”. “En este día y este lugar, frente a muchas de las víctimas de aquel suceso infausto (…) reconozco la responsabilidad del Estado colombiano y pido perdón”. Lo hizo por las desapariciones forzadas de Carlos Augusto Rodríguez Vera, Cristina del Pilar Guarín Cortés, David Suspes Celis, Bernardo Beltrán Hernández, Héctor Jaime Beltrán Fuentes, Gloria Stella Lizarazo Figueroa, Luz Mary Portela León, Lucy Amparo Oviedo Bonilla, Gloria Anzola de Lanao, así como la guerrillera Irma Franco Pineda. También por la desaparición forzada y la ejecución extrajudicial del magistrado auxiliar Carlos Horacio Urán Rojas. “Con estos hechos el Estado violó el deber de respeto y garantía a los derechos a la vida, a la libertad personal, a la integridad personal y al reconocimiento de la personalidad jurídica, consagrados en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y el artículo primero de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada”, aseguró Santos. Igualmente pidió perdón por la falta de determinación del paradero de Ana Rosa Castiblanco Torres, por 16 años, y de Norma Constanza Esguerra Forero hasta la actualidad, lo que generó la violación del derecho a la vida en relación del deber de respeto y garantía de la Convención Americana. Así mismo, por la detención y la tortura de los estudiantes Yolanda Santodomingo Albericci, Eduardo Matson Ospino, así como del señor José Vicente Rubiano, lo que generó una violación a sus derechos a la integridad y libertad personal. En perjuicio del señor Rubiano, el Estado también violó su derecho a la vida privada. De igual forma, por la detención y los tratos crueles y degradantes cometidos en perjuicio de Orlando Quijano, lo que generó una violación a sus derechos a la integridad y libertad personal. El presidente Santos también admitió que el Estado colombiano aún tiene una deuda moral víctimas y familiares del Palacio de Justicia y se comprometió a saldarlo con avances significativos en las investigaciones judiciales. “No queremos más desapariciones. Por eso hoy -ante los familiares de las víctimas del Palacio de Justicia- les digo que no vamos a descansar ni vamos a ahorrar ningún esfuerzo para encontrarlos”, dijo el mandatario. El histórico perdón público del presidente Santos se produjo en un contexto en el que el gobierno colombiano negocia con las FARC el fin del conflicto. Sobre ello, el mandatario dijo que los acuerdos de La Habana tienen como centro a las víctimas, pretenden entre otras el conocimiento de la verdad de los hechos, y que las familias sepan dónde están sus seres desaparecidos. Recordando al presidente de la Corte Suprema de Justicia de hace 30 años, magistrado Alfonso Reyes Echandía, una de las víctimas del holocausto, pidió con emoción el cese al fuego definitivo en el país, como el padre del actual ministro de justicia lo reclamaba en la radio, aquellos días del holocausto. “Que cese el fuego en Colombia, para siempre”.