El parque de Los Hippies, ubicado en la carrera Séptima con calle 59, se ha convertido en uno de los escenarios más importantes para las protestas de los últimos días en Bogotá. Es ya un espacio del que los ciudadanos se apropian para expresarse de diferentes formas. Ha habido cacerolazos, conciertos gratuitos de diferente géneros musicales, muestras culturales y este miércoles se convirtió en el escenario para dar clases acerca de lo que vive el país. Varios profesores de la Universidad de los Andes compartieron sus conocimientos con un público tan diverso como la población de Bogotá. Desde las 10 de la mañana hasta las 5:30 de la tarde trataron temas como la reforma tributaria y pensional, también la educación, el proceso de paz, la corrupción y el medio ambiente para explicar qué está en juego en el paro nacional. A eso de las 10 y media de la mañana había gente de todo tipo. Jóvenes, adultos, adultos mayores, estudiantes, personas que iban caminando con su perro y terminaron uniéndose al grupo de clases. Al mismo tiempo, varios artistas se habían citado en el parque para describir cómo sería el concierto del próximo 8 de diciembre y también terminaron sentados en el piso para escuchar a los profesores y a la gente que se animó a preguntar o a comentar el tema.
“No marcharía para que no hubiera una reforma pensional”
El profesor Marc Hoffstetter explica la reforma tributaria. Foto: León Darío Peláez/SEMANA. La primera clase estuvo a cargo del profesor Marc Hoffstetter. Se paró debajo de un árbol y, micrófono en mano y un pequeño bafle, explicó por qué el recaudo de impuestos del país no es suficiente y por qué sí es necesario reformar el modelo pensional. Las preguntas que vendrían giraron en torno a quiénes y qué tanto deberían aportar. A por qué es tan difícil grabar la canasta familiar. A por qué, por ejemplo, alguien que tiene un apartamento de 4.900 millones de pesos no paga impuesto al patrimonio, pero alguien que tiene uno de 5.000 sí lo paga. A por qué es tan difícil reformar las pensiones, sobre por qué uno tiene que escoger tan joven entre uno y otro régimen de pensiones cuando ni siquiera entiende bien de qué se trata, entre otras. Mientras tanto, varias mascotas se pasearon por en medio de la clase y un habitante de calle peleó con un palo de escoba contra un enemigo invisible. Hoffstetter dijo que el Estado solo recauda un 14 por ciento del ingreso total del país. Según él, es muy bajo comparado con otros países de la OCDE y de la región. “Imagínense que los impuestos son una cobija con el dinero necesario para cobijarnos a todos. Pues esa cobija es muy pequeña porque el recaudo es muy pequeño. Por eso el Estado no puede cumplir con lo que la gente espera”, dijo. No todos contribuyen y no todos pueden hacerlo. El profesor aseguró que buena parte de ese recaudo, el 25 por ciento, lo aportan las empresas, que, según dijo, tienen impuestos muy altos en comparación con otros países de la región. Otra gran parte se recoge a través del IVA, pero hay varias exenciones, y las personas naturales solo aportan el 6 por ciento, mientras que en los países de la OCDE el promedio del recaudo de las personas naturales es de 25 por ciento. Hoffstetter explicó que, con la Ley de Financiamiento, el Gobierno trató de hacer más grande la cobija. La mayor fuente de recaudo sería el IVA a la canasta familiar. “El problema es que se les ocurrió pasar de un impuesto de cero a 19 por ciento de un solo golpe y así no habría manera de que eso pudiera pasar en el Congreso. Quizá si el aumento hubiera sido de un porcentaje menor se habría podido avanzar en ese sentido”, afirmó. Agregó que para lo único que sirvió la reforma tributaria fue para disminuir los impuestos a las empresas, con el argumento de que así aumentaría el empleo, cosa que no ha sucedido hasta ahora. “De modo que esa reforma tributaria lo único que hacía era quitarle más al recaudo a esa cobija y lo que se iba a recoger con el IVA a la canasta familiar no fue compensado”. Hofstetter explicó también que después de que la Ley de Financiamiento se cayó por errores de trámite, al gobierno le toca pasar una nueva y la idea era pasarla igual, pero los congresistas iban a modificarle varias cosas. Habría que ver entonces qué sucedería. En cuanto a las pensiones dijo: “Yo no marcharía para que no reformen el sistema pensional. Porque no reformarlo significa dejarlo como está”. Y cómo está —continuó— implica que sigamos en un modelo en el que solo una de cada cuatro personas tenga pensión y que la mayor parte del subsidio se vaya para las pensiones más altas, las de congresistas, magistrados, ministros y otros funcionarios del Estado. Por eso insinuó que no es una mala idea que los pensionados contribuyan al recaudo. “Sé que puede sonar impopular que un pensionado que se gana el mínimo pague algo, pero lamentablemente en este país la persona que se gana un mínimo de pensión es un afortunado. El 44 por ciento del país no accede a una pensión. Ahora bien, esa persona podría contribuir con una muy pequeña parte, pero no puede ser que quienes tengan pensiones de 15 millones de pesos no aporten absolutamente nada”, dijo. “Pasa lo mismo con el impuesto al patrimonio superior a 5.000 millones. La gente entonces declara que su patrimonio es de 4.990 millones de pesos y así no paga nada”, dijo una joven. A lo que el profesor contestó que, en efecto, los impuestos en Colombia no cumplen con el principio de marginalidad. Por eso, Hofstetter considera que todos deberían declarar renta, aunque no todos paguen. De ese modo, los que ganan más podrían aportar más y los que ganan menos podrían recibir los subsidios necesarios, si el gobierno cuenta con esa base de información. Sin embargo, Hofstetter piensa que la reforma pensional está muerta porque el gobierno se ha ido cerrando y no ha sabido abrirse espacio políticamente.
La educación avanza, pero a pasos lentos
Varias personas decidieron llevar sus mascotas a las clases. Foto: León Darío Peláez/SEMANA. Después vino una clase dirigida por Darío Maldonado y Fabio Sánchez sobre los retos de la educación en el país. Se trataba de un tema fundamental pues los jovenes han sido unos de los protagonistas en las calles y si algo les interesa es mayores oportunidades de educación. Ambos explicaron que en los últimos 20 años había habido avances significativos. No obstante, consideraban que esos avances iban a pasos lentos y que las políticas de los años 90 no responden a las necesidades de 2019. Maldonado dijo que era innegable que en los últimos años el presupuesto para la educación había aumentado. Se había favorecido la cobertura en primaria y bachillerato en un 50 por ciento. Y cada vez crecía más en número de graduados a bachillerato. “El problema es que para que Colombia llegue a que el 90 por ciento de jóvenes graduados del bachillerato se necesita que pasen 20 años más y eso es muy lento a mi parecer”, dijo.
Agregó que otro gran reto es lograr que los jóvenes puedan consolidar su proyecto de vida en la educación media. El gobierno ha hecho un esfuerzo para que haya doble titulación, que significa certificar que un joven se gradúe con ciertas habilidades técnicas. Sin embargo, explicó el profesor, muchos terminaron quedándose en esos trabajos y no continuaron sus estudios. El profesor Sánchez, por su parte, dijo que en los años 90 el número de personas que se graduaba de una universidad era el 10 por ciento y hoy es el 50 por ciento. Se trata de un aumento sustancial. Con todo, considera que los sistemas de financiamiento no responden a la gran demanda que hay y que la desigualdad en la educación sigue siendo un problema. “Aunque hay un aumento en la cobertura, en el estrato 1, por ejemplo solo ingresa el 20 por ciento a la universidad, mientras que en los estratos 5 y 6 entra el 70 por ciento. Otro problema es que la deserción sigue siendo alta, sobre todo en estratos bajos”, dijo. Otro gran reto que hay que resolver según los profesores es que en las universidades públicas no hay cupos suficientes para toda la población que podría estar estudiando y en las privadas no pueden entrar porque los sistemas de financiamiento no corresponden a la capacidad de pago de los jóvenes. “La solución que han dado hasta ahora los gobierno han sido llenar esa deficiencia con educación superior de menor calidad, lo que sigue aumentando la brecha en educación entre ricos y pobres”.
En cuanto al sueldo de los profesores, tanto Maldonado como Sánchez aseguraron que no es una prioridad, pero sí lo es capacitarlos para que enseñen mejor. “En 2008, su sueldo estaba por debajo del 11 por ciento que los demás sueldos de profesionales. En 2012 estuvieron por encima del 2 por ciento que los demás y con los años se ha ido aumentando”, argumentó Maldonado. Con el pasar de los minutos ese gran auditorio que era el parque se fue llenando. Cada vez más gente venía con una libreta de apuntes y una que otra vez pidieron a los profesores que hablaran más fuerte.
No es la primera vez se hacen clases al aire libre. Daniela Díaz, egresada de los Andes, explicó que ‘Clase a la calle‘ hace parte de un semillero más grande que se llama ‘Historias para lo que viene‘, con la idea de sacar el conocimiento académico de las paredes de las universidades al espacio público y aterrizarlo en temas coyunturales. La profesora de historia Ana María Otero dijo que la iniciativa ‘Clase a la calle‘ nació hace tres años en el contexto del plebiscito y ya van cerca de 200 clases a la calle con la ayuda distintos profesores de varias universidades de Bogotá y de estudiantes de diversas instituciones. “Lo hemos hecho en otros lugares pero el parque de Los Hippies es un lugar en el que uno sabe que la gente va a llegar”, dijo. *Si quiere seguir las ‘Clases a la calle‘ puede hacer clic en este enlace.