La futurología es una de las prácticas más consistentes de la política colombiana. Ni siquiera se ha posesionado un presidente, un gobernador o un alcalde, cuando en los corrillos del poder se comienza a especular sobre quién será su sucesor.La coyuntura actual no es la excepción. A más de dos años de que Juan Manuel Santos deje el Palacio de Nariño, los partidos políticos ya están haciendo cábalas sobre quién será su sucesor. Algunos, incluso, ya están construyendo el listado de cuáles serán sus candidatos y definiendo estrategias para ubicarse en el partidor.El partido que más avanzados tiene sus cálculos electorales es el Liberal. Y son dos razones las que han precipitado su afán para definir a quiénes postulará en 2018 para competir por la Presidencia. Primero, que la colectividad siente que la causa de la paz enarbolada por Santos le pertenece y ha llevado a muchos dirigentes a preocuparse por quién le dará continuidad en el próximo cuatrienio. En últimas, quienes han liderado los cambios institucionales relacionados con la bandera del presidente, provienen de las toldas rojas. El ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, ha sacado adelante en el Congreso las iniciativas legislativas que se requieren para viabilizar e implementar los acuerdos de La Habana. En esta causa lo han acompañado Luis Fernando Velasco, presidente del Senado, el ministro del Posconflicto, Rafael Pardo, y el hoy viceministro Guillermo Rivera, como autor de la Ley de Víctimas. Por si fuera poco, Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador, es uno de los líderes más coherentes que ha tenido el partido.En segundo lugar, los liberales le metieron el acelerador a la búsqueda de candidatos, porque sienten que tienen que recuperar parte de la representación que perdieron en las elecciones parlamentarias de 2014 y en las locales del año pasado. Y es que si bien continúan siendo una de las fuerzas mayoritarias, problemas en la organización en sus listas al Congreso y una inteligente estrategia de coaliciones locales, lideradas por partidos como Cambio Radical y el Centro Democrático, han golpeado en los últimos años el número de elegidos con la bandera roja.Así, en 2014, el entonces presidente del liberalismo, Simón Gaviria, se propuso conseguir al menos 20 curules en el Senado anunciando que su partido sería el que más tendría en el Congreso, y a duras penas logró mantener las 17 que ya había obtenido en 2010, ubicándolo en el cuarto puesto entre todas las fuerzas políticas. En el ámbito local, el golpe más duro para el liberalismo fue el triunfo de Enrique Peñalosa sobre Rafael Pardo en Bogotá. Aunque se trató de la campaña más sólida que ha hecho Pardo en su historia, el guiño del vicepresidente Germán Vargas le dio un fuerte impulso a la candidatura del exalcalde bogotano.Cómo aumentar el número de elegidos será uno de los temas estratégicos que se definirán en el Congreso Liberal que se prepara para mayo. Aunque se trata de un congreso formalmente programático, es evidente que en él se adelantarán definiciones sobre quién asumirá la próxima jefatura liberal. Por ahora parece haber un consenso para volver a una dirección única, en cabeza del senador Horacio Serpa, la cual estaría vigente hasta mayo de 2018. En ese momento, y dependiendo del panorama electoral, el expresidente César Gaviria podría retomar la dirección de la colectividad. “El expresidente nos ha hecho saber que por ahora no quiere encargarse de la cotidianidad del partido. Pero también es consciente de que si es necesario asumir una jefatura de campaña en la elección presidencial, podría volver a tomar las riendas”, dijo a SEMANA un alto dirigente liberal.Gaviria se encuentra en uno de sus momentos más activos en la historia reciente del partido. Sabe en qué anda cada congresista, tiene claros los lugares donde hay que fortalecer la presencia del partido y tira línea sobre cómo debe prepararse para 2018. Obviamente, la posibilidad de que asuma la jefatura liberal en época de campaña dependerá de que su hijo Simón, hoy director de Planeación Nacional, decida no ser candidato y se reserve para 2022.En el sonajero de las candidaturas presidenciales del liberalismo, ya tiene nombres. Se sabe que quieren aspirar el ministro Cristo –quien ya hizo explícito que no volverá al Congreso—, y los senadores Juan Manuel Galán y Luis Fernando Velasco. Y aunque él no habla del tema, en el partido se da por hecho que Humberto de la Calle también tiene ganas de llegar al Palacio de Nariño. Esas ganas están alentadas por el expresidente Gaviria, quien se ha convertido en el principal promotor de la candidatura del jefe del equipo negociador con las Farc.Para escoger el candidato único, el Partido Liberal hará una consulta interna. Los senadores Velasco y Galán preferirían que esta se hiciera en noviembre de 2017, puesto que si no son elegidos candidatos únicos podrían lanzarse de nuevo al Senado. Pero como el resto de candidatos al Congreso no estaría de acuerdo con esta posibilidad, lo más seguro es que el partido realice su consulta el día que se efectúen las elecciones parlamentarias en marzo de 2018. Eso le permitiría a los candidatos a ser presidenciables, y a los que aspiran al Congreso, jalonar mutuamente su votación.Pero el Partido Liberal ha ido más allá de pensar cómo escogerá su candidato propio y ya ha adelantado estrategias para definir alianzas y coaliciones. “Hemos sido protagonistas de la construcción de la paz, y no podemos dejar su implementación a la deriva. El reto liberal ahora es cómo construir el país posacuerdo”, dice Luis Fernando Velasco. Con ese mismo argumento, él y los otros que serían precandidatos parecen coincidir en la importancia de hacer una consulta con el Partido de la U, para definir un aspirante único a la Presidencia. La posibilidad que más suena es que La U también haga consulta interna en marzo de 2018, y que el candidato de ambos partidos que más votos tenga sea el presidenciable.Si bien a comienzos de año se dijo que los conservadores también participarían en una alianza para definir candidato de la ‘Unidad por la Paz’, las únicas definiciones del liberalismo por ahora son con La U. Más aún cuando en el conservatismo se perfilan candidaturas de derecha como la de Marta Lucía Ramírez y la del procurador Alejandro Ordóñez.Adicionalmente, La U es un partido del que hacen parte muchos liberales de origen, que en algún momento se separaron de su casa política para apoyar la reelección de Álvaro Uribe en 2006 y la primera de Juan Manuel Santos, cuando el presidente aún se asociaba con el uribismo. Hay liberales que formaron La U y que volvieron a su partido, como Rafael Pardo, y otros que se quedaron, pero que se sentirían bien en las toldas rojas como Armando Benedetti, José David Name o Mauricio Lizcano.El propósito de formar una gran alianza entre La U y los liberales, que también es reinterpretado por algunos como una gran reunificación liberal, es bien visto por el presidente Santos. A los mandatarios les gusta cuidar sus obras de gobierno y, sin duda, Santos preferiría que su sucesor tenga puesta la camiseta de la paz.Por ahora, la búsqueda de alianzas, aunque parezca anticipada, seguirá siendo el eje de las definiciones estratégicas de los rojos. Saben que tienen tiempo, pero que el año entrante el ritmo será otro. Tendrán que concentrarse en definir cómo compiten con Germán Vargas, otro que nació en su cuna pero que, a diferencia de los líderes de La U, en 2018 estará nadando en una orilla diferente.