A la media noche de este miércoles, el corazón de la reforma política, las listas cerradas, entró en taquicardia. La principal propuesta del proyecto presentado por el gobierno provocó un intenso debate en el Senado el cual dejó entrever que la idea de acabar con el voto preferente, que ha sido señalado como la raíz del clientelismo, la compra de votos y la corrupción política, no cuenta con el suficiente respaldo de los partidos políticos que cuentan con las mayorías para respaldar la reforma. El gobierno ni los ponentes del proyecto contaban con ese traspiés, pero comprobaron que las mayorías en el Senado no están dispuestas a cambiar el sistema mediante el cual se eligen actualmente a los miembros de corporaciones públicas. Lo que resultó paradójico es que la propuesta de establecer las listas cerradas encontró oposición precisamente al interior de los senadores que conforman la bancada de gobierno, entre ellos el Centro Democrático, el Partido Conservador y la mayoría de los senadores de la U. Puede leer: Reforma política: un traje que se ajusta a la división de La U Desde el martes, cuando comenzó el segundo debate de la reforma política, empezaron a escucharse observaciones frente a las listas cerradas. Incluso, Álvaro Uribe, en su primera intervención, se mostró dispuesto a apoyar la propuesta del gobierno pero presentó algunos reparos. Este miércoles insistió en la aprobación de las listas cerradas, pero solo si establecen unas elecciones primarias como mecanismo de democracia interna para que cada organización política defina el orden de los renglones de los candidatos que conformarán las listas. Roy Barreras (la U), ponente del proyecto, no se explica que los partidos de gobierno quieran defender el sistema clientelista, pero argumenta que como la mayoría de los miembros del Senado se eligieron con esas reglas, es difícil que se apruebe en el segundo debate. Por eso aseguró que si las listas cerradas se hunden, no tendría sentido aprobar la reforma política y habría que buscar otros escenarios, diferentes al Congreso, para modificar el sistema político. Hasta la discusión de las listas cerradas, la plenaria del Senado había avanzado en la aprobación del proyecto. Entre las decisiones, el Senado negó el artículo que pretendía eliminar el Consejo Nacional Electoral para darle cabida a la creación de un nuevo Tribunal Electoral en Colombia. Es decir que la autoridad electoral se mantiene, a pesar de sus críticas por el origen político de sus magistrados. Tampoco avanzaron las propuestas de permitir el transfuguismo y la escisión de los partidos políticos. Le sugerimos: La reforma a la justicia se está enredando en el Congreso La iniciativa buscaba entregarle la facultad a los congresistas para que, por una sola vez, pudieran cambiarse de colectividad sin recibir sanciones y sin incurrir en doble militancia. La escisión tenía el propósito de permitir la división de los partidos, y autorizar la creación de nuevos movimientos cuando el 25% de la totalidad de la bancada estuviese de acuerdo con ello.  Lo que revivió fue la limitación para congresistas, diputados y concejales de reelegirse por más de tres periodos. Una propuesta que había sido incluida en la consulta anticorrupción pero que el martes en la noche había sido archivada en la Cámara de Representantes. Lea también: ¿Para dónde va la reforma política?  “A partir de la entrada en vigencia del presente acto legislativo, nadie podrá elegirse para más de tres periodos en cada una de las siguientes corporaciones: Senado de la República, Cámara de Representantes, Asamblea Departamental, Concejo Distrital o Municipal, o Junta Administradora Local”, indica el texto aprobado por el Senado. La aprobación de la reforma política en segundo debate continuará este jueves. El corazón de la reforma, las listas cerradas, está en peligro.