SEMANA conoció en exclusiva el fallo de primera instancia que condenó a 25 años de prisión al pastor Francisco Jamocó Ángel por su responsabilidad en los acosos y abusos sexuales sistemáticos que ejecutó en contra de dos de las feligreses que asistían a la iglesia El Shaddai, ubicada en el occidente de Bogotá.

En el fallo se determinó que después del extenso juicio penal, la Fiscalía General presentó varios elementos probatorios para inferir la responsabilidad del pastor en el delito de acceso carnal o acto sexual en persona puesta en incapacidad de resistir en concurso homogéneo y sucesivo en circunstancia de mayor punibilidad.

Igualmente, se fijó una inhabilidad por 20 años para ejercer cargos públicos. “El sentenciado deberá continuar privado de la libertad descontando la pena impuesta en el centro penitenciario”, señala el fallo.

En la decisión judicial se compulsaron copias a la Fiscalía General para que indague otros actos sexuales abusivos y presiones que se habrían presentado contra otras feligreses. Esto teniendo en cuenta las declaraciones rendidas por varias mujeres en el juicio.

“Frente a las manifestaciones desplegadas por testigos (...), señalando eventos de probable agresión sexual perpetrados al interior de la iglesia El Shaddai presuntamente por quien fungió como pastor asociado, Carlos Arturo Hernández Cubillos”, indica otro de los apartes del fallo.

La defensa del pastor presentó recurso de apelación ante la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá.

El pastor que atormentaba con sus maldiciones

En septiembre de 2022, SEMANA reveló varios testimonios contra el pastor Jamocó que señalaban una conducta abusiva con sus feligreses, aprovechándose del poder que tenía dentro de la congregación religiosa.

Corría el año de 1998 cuando intentó propasarse con una joven de 17 años que había llegado para apoyar al coro de la iglesia. “Se me acercó al oído, me dijo que mientras daba la presentación no había podido evitar mirarme la cola y que había tenido una erección”.

Después de este tipo de mensajes venía siempre un discurso sobre la religión y la fe. El pastor se mostraba como una figura paternal, aprovechándose de la situación de varias de las jóvenes que llegaban a la congregación.

En varias oportunidades, intentó aprovechar que se quedaba a solas con las jóvenes después de eventos dentro de la iglesia para hacerles todo tipo de propuestas indecentes, tocamientos y, como si fuera poco, amenazas para que no contaran nada de lo ocurrido.

“Me empezó a restregar su pene. Me cogía los senos con mucha fuerza, me besaba por todos lados con la lengua. Estaba como desesperado”, detalló una de las jóvenes que tomó la drástica decisión de denunciar al líder religioso.

Esto le valió que el pastor pusiera a toda la congregación en su contra. Incluso, aprovechó una penosa situación que había vivido para asegurar que eso le pasaba por hablar mal de él, algo así como una especie de maldición.

Este era su modo de actuar frente a todo aquel que intentara denunciarlo o acusarlo. “Nos dijeron resentidas, que nos gustaba lo que nos hacía, y que atacábamos a la iglesia”.