La historia del patrullero de la Policía Harvey Ardila ha conmovido a Colombia, luego de que el pasado 21 de septiembre, sobre la medianoche, cuando realizaba un registro a dos hombres que se movilizaban cerca al parque Guacamayas de Bogotá, recibiera el disparo que le propinó una de las personas que estaba registrando en ese momento.

Como de costumbre, Ardila pidió una requisa y el hombre sin poner problema se giró contra la pared, separó las piernas, extendió los brazos y antes de que el patrullero llegara con sus manos a la altura de la cintura, el hombre, en un ágil movimiento, sacó un arma y sin piedad disparó en el rostro del uniformado. Mientras caía al suelo hubo fuego cruzado, los dos patrulleros dispararon. Al parecer, Ardila alcanzó a herir a uno de los hombres en una pierna antes de perder la conciencia.

La historia del patrullero Harvey Ardila es la muestra de lo expuestos que están los integrantes de la Fuerza Pública al cuidar a los colombianos y luchar contra la delincuencia. Su madre debe cuidarlo como si hubiera vuelto a nacer.

De camino al hospital, alguien le decía mientras le daba suaves golpes en la cara ensangrentada: “no se duerma, ya casi llegamos”. El proyectil se coló entre la visera del casco, justo donde se une la espuma protectora con la mejilla derecha, y a su paso destruyó medio cráneo. Nueve días estuvo en coma, pasó por cuidados intensivos. El 12 de octubre fue dado de alta, sobrevivió, pero nunca volvió a ser el mismo. Tiene afectaciones cognitivas, problemas de atención, la visión de su ojo derecho es limitada, al igual que el movimiento de su lado izquierdo.

PATRULLERO ELMER HARVEY ARDILA VELÁSQUEZ Y MARÍA VELÁSQUEZ CÁQUEZA - CUNDINAMARCA, FEBRERO 2 DE 2021 FOTOGRAFÍA: ALEXANDRA RUIZ POVEDA | Foto: Alexandra Ruíz Poveda

Lo más frustrante para Ardila es el hecho de no poder alzar a su hijo de 9 meses de nacido, por el temor de que sus fuerzas sean insuficientes y el bebé pueda caer. Mientras lo tiene en sus brazos le susurra: “hijo, tenme paciencia, pronto vamos a salir de esto y estaré fuerte para jugar, llevarte al colegio”. Esa promesa es una de las tantas que le quiere cumplir al pequeño. Otra es que cuando lo lleve al colegio nadie lo mire diferente por su físico.

Recuerda que el día que se vio al espejo por primera vez después del atentado experimentó la peor experiencia de su vida. “Me veía como un monstruo”, dice con una mezcla de enojo y nostalgia, pero asegura que perdona a quien le disparó y que hoy está libre; espera que la justicia actúe y pronto lo detengan. Pero mientras eso pasa, él se enfoca en su recuperación y en que a medida que su pequeño crezca lo vea cada vez más normal, para que en sus recuerdos no quede evidencia del disparo en la cabeza que le pueda generar traumas o complejos.

GENERAL MANUEL VASQUEZ Y PATRULLERO ELMER HARVEY ARDILA VELÁSQUEZ CÁQUEZA - CUNDINAMARCA, FEBRERO 2 DE 2021 FOTOGRAFÍA: ALEXANDRA RUIZ POVEDA | Foto: Alexandra Ruíz Poveda

SEMANA conoció que neurocirujanos del hospital de la Policía Nacional realizaran antes del 14 de abril –fecha en la que el niño cumple su primer año de edad– la craneoplastia, que es una cirugía que reconstruye su cráneo. Se le hará un implante con un plástico especialmente resistente y biodegradable, conocido como PEEK.

PATRULLERO ELMER HARVEY ARDILA VELÁSQUEZ CÁQUEZA - CUNDINAMARCA, FEBRERO 2 DE 2021 FOTOGRAFÍA: ALEXANDRA RUIZ POVEDA | Foto: Alexandra Ruíz Poveda

Esta cirugía, que puede oscilar entre los 24 y 30 millones de pesos, será realizada por médicos del hospital de la Policía, el cual cuenta con los especialistas adecuados para manipular con total precisión los tejidos que requieren ser reubicados, para evitar mayores afectaciones al no ubicarse con normalidad en el cerebro.

Con técnicas quirúrgicas microscópicas se reconectan nervios y vasos sanguíneos. Cada caso es diferente y por eso desde ya se están realzando los estudios pertinentes.

La cirugía se realiza no solo con fines estéticos, sino para evitar que el cerebro se afecte por una mala postura. Normalmente, estos procedimientos se realizan mínimo cuatro meses después del accidente, y en el caso del patrullero Ardila ya han transcurrido cinco meses desde que el delincuente le disparó.